Los indocumentados
centro y sudamericanos
EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT
México, con justa razón, pide trato humano para nuestros connacionales que por necesidad económica se internan ilegalmente en territorio estadounidense. Lamentablemente, poco o nada se ha conseguido. Al contrario, la represión se ha acrecentado de modo preocupante. La mejor prueba de ello es la infernal ley SB1070 de Arizona, por medio de la cual se pretende detener a toda aquella persona con rasgos latinos; tal hecho atenta de forma flagrante contra los más elementales derechos intrínsecos del ser humano, un acto vil que lacera, digno de una mente enferma; lo que nos recuerda a su vez el proceder xenofóbico de un innoble tipejo de nombre Joe Arpaio, que se desempeña como sheriff del condado de Maricopa, también en el estado de Arizona y, quien por cierto, es hijo de emigrantes italianos.
Bien, mientras exigimos buen trato para nuestros paisanos, en suelo azteca se maneja el doble discurso, un comportamiento vergonzante, ya que aquí también se trata con la punta del pie a los llamados ilegales centro y sudamericanos.
Se ha creado una estación migratoria en Iztapalapa, donde la explotación, abusos sexuales y muchas otras conductas reprobables son cotidianas. En dicho lugar, se recluye a extranjeros que no poseen documentos para radicar en México; esencialmente, personas que no pudieron seguir su camino hacia el país de las hamburguesas, quienes tienen como única opción laborar aquí, la mayoría de las veces prostituyéndose, o peor aún, delinquiendo.
En definitiva, es apropiado actuar conforme a la ley contra extranjeros perniciosos, pero en otras ocasiones deben considerarse los aspectos humanos, buscar soluciones fraternas, mucho más cuando hay niños.
El diario Reforma, a finales de mayo del presente año, dio cuenta de una historia sumamente dramática e indignante, el caso de Luis Garzón, ministro de culto de nacionalidad argentina, quien fue detenido en León Guanajuato junto con su esposa y tres hijos de 15, 14 y 7 años de edad; éstos últimos y la señora Garzón llevaban cuarenta días presos en la estación de Iztapalapa; nótese niños encarcelados, algo en verdad infernal, cruel, sin precedentes; nos preguntamos ¿qué daño pueden causar los tres niños Garzón?, cuyo único pecado es no tener la residencia legal en territorio mexicano.
Por otro lado, es excesivamente largo el tiempo que tardan los extranjeros en ser enviados a su patria, mientras ello sucede lo menos que reciben son golpes y vejaciones de todo tipo; como ya apuntamos, son habituales los abusos sexuales contra extranjeros, principalmente contra las mujeres detenidas, ya que empleados y policías, sacian sus instintos más bajos con ellas.
Todo lo anterior bajo ningún concepto debe tolerarse. Es indispensable brindar un trato amable a las personas de otras naciones, ayudarles no implica de ninguna manera marginarse de las leyes, entendemos que es necesario darle un marco legal al ingreso de cualquier extranjero, procurar que cumpla con los requisitos necesarios para una correcta estadía en México; eso si, evitando a sujetos de mal vivir.
Si queremos trato justo para nuestros compatriotas pongamos la muestra, viendo con respeto a quienes ingresan a la República Mexicana buscando una mejor vida; nunca, y eso es lo importante, haciéndoles presa de excesos e infamias; más aun, se debe deportar sin dilación a las personas detenidas, o inclusive, brindar apoyo a quienes deseen legalizar su situación migratoria en México para que puedan establecerse aquí sin ningún problema, por ejemplo, familias de buen vivir como la Garzón.
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