La democracia fallida
EL ASERTO PUEDE parecer demasiado tajante, radical. No lo es más que la realidad: en México no tenemos un gobierno, ni gobiernos, del pueblo; por derivación lógica tampoco por ni para el pueblo.
Y, pena evidente, tal señalamiento no tiene más destino que su marginación. Lo mismo sucede con cualquier otro señalamiento crítico que tenga como destinatario a los personeros del poder público y privado.
Nada les va a pasar y podrán seguir medrando sin remedio a la vista. Al menos mientras las cosas sigan como hasta ahora.
Si acaso algún rubor o coraje menor si la crítica se entiende, mientras el gobierno, los gobiernos, y los demás espacios del Estado, son una fiesta para sus dueños.
Consejos ¿ciudadanos?
Vivimos una crisis política electoral y más preocupante que los ires y venires del IFE, los despropósitos a que nos tiene acostumbrados, es el alejamiento de la necesaria credibilidad en los procesos.
La forma en que los consejeros "ciudadanos" llegaron a donde están, a través de la negociación entre las cúpulas partidarias, es matriz del problema, mucho más serio de lo que se piensa.
Y en la base de las reformas electorales, que se llegaron a ver casi como mágicas fórmulas para corregir el atraso democrático, estaba un igualitarismo que no previó las desviaciones dentro de los partidos y en los propios órganos electorales.
La maldición de la corrupción política (y en general) no iba a ser conjurada por tales consejeros “ciudadanos” y tribunales etiquetados.
Se vio pronto y puntual, tanto en el plano federal como estatal. De los consejos han pasado a candidaturas, delegaciones, secretarías o dirigencias. La filiación de partido, ocultada en su momento, se expresa sin sobresaltos cuando la tarea ha sido cubierta.
Es por eso que el voto nulo, más allá de sus promotores, encuentra justificación. Discutible, es cierto, en los alcances de una mera expresión de rechazo, pero rescatable de suyo como mensaje claro a una clase política, de todos colores y poses, desprestigiada en grado sumo.
La partidocracia tiene sin duda manifestaciones lesivas para el país como conjunto. Sus riesgos, materializados ya en muchos aspectos, son demasiados para tan frágil sustentación ciudadana como la que en México tenemos.
Monólogos y colonialismo
Sin descargo de la crisis general, económica y social, la credibilidad está por los suelos. Instituciones que no funcionan, aparatos que no sirven para desempeñar su función designada, la justicia ausente.
El deterioro social, la incivilidad rampante, el importamadrismo generalizado son los referentes de la evidencia nacional.
No hay interlocución social. El discurso oficial es monologante, como la crítica, así sea la mejor sustentada, que se queda en sus espacios de consumo interno.
Acaso, una suerte de colonialismo se hace presente: si desde la capital de un estado se hace un señalamiento a destinatarios periféricos, algo puede preocupar; igual, de la capital defeña a los estados.
Lo que se diga en su entidad, si más no rebota, a un gobernador le vale, como al presidente lo que se grite en el país todo. Reacciones puede haber, y las hay, pero no alteran el curso de los acontecimientos al arbitrio del poder.
Los impactos probables se agotan en las fronteras del feudo respectivo.
Y así vamos, sin solución de continuidad.
Pasados y presentes
El pasado es del PRI, y también del PAN aunque menor (cerca del decenio); el presente, igual o peor de ignominioso e injusto para las mayorías nacionales, es mayormente del PAN (siguiendo con sus cuentas) sin descargo de su socios en lo fundamental (el PRI y los demás).
Nada qué creer a los comisionados de Los Pinos en el PAN; nada qué abonar a los actores cuasi imprescindibles de la trillada puesta en escena tricolor. Tampoco a los espectadores de ahora, rijosos de ayer y predecibles impredecibles de mañana.
La kakistocracia vestida de partidocracia alza su tea.
Allá quien les crea sus faramallas.
Tamborazos
-En Sinaloa destapados estaban, tiempo ha, como aspirantes priístas al gobierno estatal: el senador Mario López Valdés, en la ilustración de una propaganda de sus tiendas que en modo alguno expresa la sola ambición empresarial; Jesús Vizcarra Calderón, alcalde de Culiacán, con sus otras tiendas que, ciertamente, abaratan (y usan) la necesidad pública y sus obsequios onomásticos.
Pero la polarización entre Malova y Vizcarra conlleva gato encerrado: el cierre de las opciones en su partido. Uno u otro, no más.
Y estos hace mucho tiempo que no son asuntos de personas, sino de intereses materiales, de dinero, pues.
En esa lógica igual sería con un panista: Manuel Clouthier, Heriberto Félix o Alejandro Higuera.
Y así van.
-Mientras tanto, el congresito de Sinaloa, donde también cobran “fracciones parlamentarias” (de dos) del PRD y del Panal, sigue cooptado por simplones y “graciosos” que disminuyen y ofenden la investidura del legislativo.
No se aprecian las excepciones, si las hay, pues el colectivo dejar hacer y pasar coloca a todos en la complicidad irresponsable.
-Ahí mismo, el manejo de los recursos se encuentra en la plena opacidad, pero parten y reparten los dineros que del pueblo vienen. Y a ver hasta cuándo.
-Por el estilo anda la Comisión de Acceso a la Información Pública del Estado de Sinaloa (CEAIPES) cuestionada por sus dispendios y gastos sin justificación, a más que su función sustantiva no aparece por parte alguna.
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