DESMANTELADORES DE LA CULTURA
Convierten a México en
país sin identidad ni memoria
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS (Exclusivo para Voces del Periodista)
Desde hace 40 años, cuando el neoliberalismo, a la par que inicio la destrucción de la planta productiva mexicana, empezó también a desmantelar culturalmente a los mexicanos, lo que ha dado como consecuencia la degradación de gran parte de nuestra identidad nacional, para alejar a las nuevas generaciones de lo que constituye el alma de México y convertirnos en conglomerado de manipulación fácil para beneficio de los explotadores trasnacionales y sus aliados, los oligarcas criollos.
Desde hace 40 años, el mundo de la educación ha sido objeto de cambios que indican el rumbo hacia el cual se dirige el vacío de valores que se impulsa desde la enseñanza básica, para robotizar al mexicano, al que se le adiestra con pretensiones de que deje de ser persona pensante y por tanto dúctil a los dictados oligárquicos, por lo cual ahora México sufre su más grave crisis, moral, social y económica.
Desde esa perspectiva, nos parece que es una desgracia más para el país, el anuncio hecho por el titular de la Secretaría de Educación Pública, Alonso Lujambio -el nuevo títere de Elba Esther Gordillo, se afirma-, referente a que la administración calderonista recortó 800 millones al gasto en universidades públicas. El golpe favorece directamente al mundo de los “pirruris” -a los del Opus Dei, a los llamados “legionarios de Cristo” y demás prosélitos del mundo de los pederastas-; es decir, a los que nacen en pañales de seda y son adictos a los perfumes caros, como se estila en las filas de Acción Nacional y de la clase pudiente en el poder que tiene para pagar las elevadas colegiaturas en el ámbito de la enseñanza privada.
El golpe es contra México
A la vez, dicho recorte atenta, en forma directa, contra el pueblo de México que no dispone de medios económicos - porque su salario es de hambre-, para pagar las colegiaturas de varios miles de pesos al mes en los institutos de enseñanza particular, con lo cual se cierra la puerta a los jóvenes pobres, de poder cursar una carrera universitaria que le permita acceder a mejores estadios de vida.
El círculo de marginación y desigualdad se cierra, desde el mundo de la educación, la cual, según indica dicho recorte, sólo podrán disfrutar las clases pertenecientes a la oligarquía, en tanto que a nivel del pueblo de México sólo unos cuantos alumnos tendrán la oportunidad de asistir a clases en las universidades públicas, después de que la reducción del presupuesto cierra la puerta a muchos mexicanos de las nuevas generaciones.
La maniobra de limitar el acceso de los jóvenes de escasos recursos a los estudios universitarios, va contra México mismo, en momentos en que la educación, con sentido nacionalista -por las limitaciones que le impone la administración federal en el poder-, se ve obligada a reducir oportunidades a jóvenes que nacidos en el mundo de la pobreza, tienen verdaderos anhelos de superarse para servir al país.
Sí, desde hace 40 años se desmantela cultural y educativamente al país. Asignaturas básicas tan importantes como la historia, la filosofía, la ética, la literatura, han venido a menos en los programas de la Secretaría de Educación Pública. En vez de ello, se enseñan de manera abrumadora, todo lo que corresponde a la tecnocracia.
Plan pensado hace tiempo
Un personaje de la política norteamericana, cuyo nombre escapa a mi memoria en los momentos de redactar este análisis de la desculturización del mexicano, para dominarlo mejor desde el extranjero, anunció en la primer mitad del Siglo XX lo que ahora está en marcha. Expresó que no había necesidad de invadir a México y someterlo con la fuerza de las armas, porque sería más eficaz que se preparara a unos cuantos jóvenes en universidades de los Estrados Unidos, para que ellos, al llegar al poder, hicieran desde las cúpulas de mando, lo que conviniere a los intereses estadunidenses. Palabras más, palabras menos, así lo vaticinó.
Y da la extraña casualidad que, precisamente, los desmanteladores culturales de México, fueron alumnos de universidades norteamericanas, que egresaron de esos centros educativos, dispuestos a servir todo lo que convenga a ese país, olvidando, al mismo tiempo, los deberes para con la Patria que los vio nacer.
Paulatinamente, nuestro patrimonio cultural, histórico, arquitectónico y artístico, ha venido a menos. Ya sean los presupuestos o los programas docentes de trabajo, omiten aspectos fundamentales de las raíces culturales del mexicano. Nuestras zonas arqueológicas, son objeto cada vez más de mayores cambios para adaptarlas a necesidades de tipo turístico, sin importar que se les dañe.
Como si fuera poco, hace unos meses tuvimos el caso de que, en el Museo la Venta, de Tabasco, intencionadamente se le causó daño a una de las caras prehispánicas esculpidas en cantera.
El saqueo de vestigios arqueológicos prehispánicos, el robo de tesoros de arte religioso, consistente en pinturas, partes de los valiosos retablos churriguerescos abundantes en los pueblos de provincia y piezas utilizadas en el culto, son robadas impunemente, sin que hasta la fecha se haya emprendido algún proyecto para frenar tal saqueo.
El caso de la Ciudad de México
La ignorancia que ahora existe sobre nuestro Patrimonio Cultural, es una de las causas que se ha sumado al deterioro de la personalidad urbana de la Ciudad de México y el Paseo de la Reforma y el Centro Histórico de la capital mexicana, son ejemplo de lo que se afirma.
El Paseo de la Reforma fue, hasta hace poco, relativamente, reflejo de la identidad urbana de México ante el mundo. Reforma fue arteria cívica de la otrora “Ciudad de los Palacios” -que denominará así el escritor inglés Charles Latrobe en su libro The Rambler in México-, y comparable con la avenida de los Campos Elíseos de París, la “Ciudad Lux”.
Reforma fue como un museo al aire libre en el cual se armonizaban la existencia de las efigies de los próceres de los Estados, con el Monumento a la Independencia, el erigido a Cuauhtémoc y el que se levanta en honor a Colón. Su alumbrado público, sus residencias, las bancas de cantera, los camellones pletóricos de árboles y flores, etcétera, ofrecían al peatón un panorama estético y sumamente agradable, además de vivificante para el alma.
Ahora Paseo de la Reforma ha dejado de ser arteria cívica y está convertida en algo así como la “Quinta Avenida” de la Ciudad de México, por el crecido número de “rascacielos” que ha transformado esa rúa en algo aberrante por los contrastes que se dan, con una banqueta tipo “arena de playa”. La anarquía cunde por doquier y Reforma ha sido convertida, por los desmanteladores culturales de México, en toda una aberración urbana.
Demolición de casonas en el centro
Más de 17 casonas patrimoniales han caído bajo la acción de la piqueta en el Centro Histórico de la Ciudad de México, para convertirlas en “plazas” para vendedores ambulantes. Esto se ha hecho sin respeto alguno para viejas disposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Instituto Nacional de Bellas Artes, en el sentido de que tales edificaciones, por proceder de la etapa virreinal, deben ser respetadas, porque forman parte del catálogo clasificado en el corazón de la capital mexicana..
El desmantelamiento cultural que se opera en el país intencionadamente por negligencia y por ignorancia, tiene en la proyectada “plaza del Bicentenario”, una muestra más de las agresiones a nuestro patrimonio arquitectónico en la antigua “Ciudad de los Palacios”. Su estilo de corte modernista, no encaja dentro de la fisonomía del primer cuadro capitalino.
Fuera del Centro Histórico, en las colonias Roma, Juárez, Cuauhtémoc, San Rafael, Santa María la Ribera, Roma, Condesa, etc., las demoliciones de casonas patrimoniales se suceden reiteradamente, sin que se oponga autoridad alguna a tales agravios a la cultura mexicana manifestada a través de construcciones que por su valor estético y de su condición de testimonio del estilo de vida de una época, merecen el respeto de la demoledora piqueta.
“Felices los que no saben leer”: Fox
Una idea del tipo de mexicano que quieren los destructores de la cultura en México la da con toda precisión, aquella escena en provincia, cuando Vicente Fox le preguntó a una señora de rasgos indígena si sabía o no leer y escribir, a lo cual, la aludida respondió que en efecto, no sabía leer ni escribir. Fox de inmediato la felicitó porque “así no tendrás que preocuparte por lo que lees en los periódicos”
Conocido es que por motivos que nunca se precisan, las autoridades de la secretaría de Gobernación les clausuran a los grupos indígenas en el país, sus “radio-comunitarias”, pese a que dichas emisoras con el vehículo a través del cual pueden comunicarse entre sí, para darse mutuo auxilio en relación a necesidades sobre seguridad pública, enfermedades, planes de cooperación en el trabajo del campo, etc.
La educación en e ámbito de los grupos autóctonos es uno de los aspectos relacionados con las tareas de la cultura menos atendidos. Se ha llegado al extremo de emboscar a mujeres que participan en los programas de las radio comunitarias, sin que haya mayor empeño de las autoridades correspondientes de la búsqueda y aplicación de la justicia a los culpables.
Eso sí, en la época de Vicente Fox, el titular de la SEP, Reyes Tamez, dio órdenes a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conliteg) para que dispusiera la impresión de narco corridos. Los volúmenes fueron enviados a bibliotecas de dicha dependencia, según trascendió a los niveles de la opinión pública, a fines del sexenio foxista.
Fuera, filosofía y humanismo
Antes de su salida de la SEP para ocuparse de la campaña del Partido Acción Nacional en las pasadas elecciones intermedias, esa dependencia dio a conocer una determinación que refleja la intención de expulsar el humanismo de la enseñanza pública en México. Me refiero al hecho de que se determino en la secretaría que fundara el licenciado José Vasconcelos, uno de nuestros más ilustres filósofos, que ya no se enseñaría la filosofía en las preparatorias pertenecientes al mundo la educación pública.
Tal determinación causó la protesta de maestros y de padres de familia, sin que se diera paso atrás, tal como se ha hecho costumbre, puesto que la tónica consiste en no atender las solicitudes de la ciudadanía.
La tendencia está clara. Se trata de alejar al mexicano de una verdadera formación intelectual, de un conocimiento de las cosas de su Patria, de separarlo de una preparación que le permita discernir ante los graves acontecimientos de desnacionalización de todo lo que es esencial para un país, como la cultura, en este caso, la historia de México.
Deshumanizada la enseñanza básica
A partir del sexenio foxista y hasta nuestros días, los programas de la Secretaría de Educación Pública han estado sujetos a un proceso de desmantelamiento de materias humanistas. La historia de México ha dejado de tener la importancia de antes. De acuerdo a las tesis de Salvador Abascal Infante, “la historia de México debe empezar cuando Hernán Cortés llegó a las tierras de Anáhuac”, lo que da como consecuencia que “ya no debe hablarse, en los libros de texto, de las civilizaciones prehispánicas, porque en ese entonces no existía México”.
La enseñanza del civismo ha venido a menos, igual que la ética y la literatura. El aprendizaje que ahora ocupa los mejores esfuerzos de la SEP es el de la computación, tal como lo han solicitado las empresas trasnacionales.
Desde la educación básica, al mexicano de las nuevas generaciones ya no se le adiestra para que sea persona pensante. Ahora se les “robotiza” y se le adiestra para la obediencia, como si estuviésemos en los tiempos del despotismo ilustrado de Carlos III, cuando el virrey Lacrox dijo a quienes protestaron por la expulsión de los jesuitas: “Vosotros, los vasallos de este reino, nacisteis para callar y obedecer y no para opinar sobre los altos asuntos del gobierno”.
Acaso, para la vigencia de esa forma de gobernar ¿la educación básica han venido a menos la impartición de las materias de civismo, ética e historia, en los planteles de la Secretaría de Educación Pública?
Josefina Vázquez Mota prometió, como titular de la SEP, incorporar Civismo, Ética e Historia al programa de la educación básica a partir del año 2008, lo cual no ocurrió. Alonso Lujambio, el nuevo titular de la Secretaría de Educación Pública, hace ahora la parte que le corresponde para el desmantelamiento cultural del país, con el recorte de 800 millones de pesos al gasto de universidades públicas.
¿Se ha perdido el interés por el futuro?
“Pareciera que en México se ha perdido el interés por el futuro. Lo inmediato y lo urgente se imponen con frecuencia y no parece existir un proyecto de nación”, expresó el doctor José Narro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, al comentar la noticia dada por Lujambio, sobre la disminución de 800 millones de pesos al gasto de universidades públicas. Considera que es tiempo de que las autoridades acepten que se requiere más inversión en educación “y no ajustes presupuestales al sector”.
Debe reiterarse que dicho recorte es un paso más del proceso de desmantelamiento cultural del país, pese a que ante la grave crisis moral, social y económica que se padece, constituye una prueba de fuego y para superarla, es necesario que el mexicano esté preparado culturalmente, para defender los principios y los valores básicos de nuestra nacionalidad.
Para salvar a México del desgraciado momento en que los desmanteladores de nuestra cultura han hundido a los mexicanos, necesariamente partirá de una mejor formación del mexicano. En vez de ello, la educación pública sufre una constante degradación, que es una seria amenaza para el futuro de los mexicanos
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