El Estado teocrático no existe en México
Iglesia y Estado separados
hace 150 años; no
revivir querellas superadas
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS
(Exclusivo para Voces del Periodista)
Constitucionalmente, el “Estado-iglesia” surgió en México cuando una vez derribado el emperador Agustín de Iturbide por el Congreso dominado por una mayoría liberal, en la primera Constitución Política formal, la de 1824, estableció en su artículo tercero “la intolerancia religiosa”, al expresar que “la nación mexicana es y será perpetuamente católica, apostólica, romana, con exclusión de otras religiones”.
En esta afirmación está presente la idea del Patronato Real de España que daba a los reyes la facultad de intervenir en cuestiones fundamentales de la Iglesia católica, como el nombramiento de obispos, entre otros muchos aspectos. Los legisladores, liberales en un enorme porcentaje, consideraban que al hacerse independiente México, heredaba las facultades de dicho Patronato e incluso se hicieron gestiones ante el Vaticano para crear en nuestro país el Patronato Nacional, con facultades similares.
Concretamente, en febrero de 1825 una declaración del gobierno, escrita por el P. Félix Osores de Sotomayor -1760-1851-, vicepresidente del Primer Congreso Constituyente, “expresó el deseo concreto que el Santo Padre autorizara a México utilizar el Patronato de acuerdo con el cual sus iglesias se habían regido desde su erección hasta el día de hoy” (“Noticias de algunos alumnos colegiales de San Ildefonso”, Ed. Carlos Castañeda). En el Diccionario Porrúa, de Historia, Biografía y Geografía de México, 6ª. Edición, página 2660, se asienta: “La idea del Patronato subsistió implícita en la Constitución de 1824, que incluyó la frase de que la nación protegería a la Iglesia “por sabias y justas leyes” . La sección 12 del Art. 50 dejó abierta la puerta para un patronato federal y el Art. 110 concedió al Presidente de México el derecho de prohibir la circulación de documentos papales, si lo consideraba conveniente, cosa que antes era prerrogativa de la Corona Española”.)
El Estado laico
La astuta política expansionista de los Estados Unidos vio claramente que el tema de las relaciones Iglesia-Estado en México, era un factor del que sacaría el mayor partido posible para sus intereses expansionistas, lo que nos costó la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio. Fomentó el divisionismo y en el marco de una lucha entre escoceses y yorquinos, centralistas y federalistas, liberales y conservadores, el país se escindió en una lucha fratricida que pudo haberse evitado si las facciones en pugna se hubiesen unido en pos del interés supremo de la Patria.
Los primeros signos de la separación de la Iglesia y del Estado se produjeron visiblemente el 5 de febrero de 1857, cuando fue jurada la Constitución Política de ese año. En esa fecha, el presidente Comonfort incorporó en ese texto, los elementos esenciales del laicismo en México. Juró el documento en nombre de Dios, el Ser Supremo y fue así, porque lo eminentemente laico no es antirreligioso, ni arreligioso, sino una característica del Estado, para garantizar el derecho a creer y a practicar la religión que en México, cabe mencionar, es mayoritariamente católica.
El juramento o protesta, fue un acto realizado por el presidente Ignacio Comonfort, en el que estuvo acompañado por D. Valentín Gómez Farías, arrodillados ambos, ante el libro de Los Evangelios, es decir, las Sagradas Escrituras y frente a la imagen de la Virgenla Cámara de Diputados. de Guadalupe colocada en
Cabe decir que los ejércitos liberales, victoriosos definitivamente el 22 de diciembre de 1860 -hace 150 años-, en los llanos de San Miguel Calpulalpan, Estado de México y comandados por el general Jesús González Ortega sobre las tropas jefaturas por el general Miguel Miramón, presidente por el Partido Conservador , usaban frecuentemente en su correspondencia, el lema de “Dios y Libertad”.
Ese triunfo militar hizo posible la entrada de Don Benito Juárez a la capital y que tuvieran vigencia, a partir de entonces, las Leyes de Reforma, con las cuales se crea el moderno Estrado Mexicano que tiene en la separación de la Iglesia y el Estado, la base fundamental del Estado Laico, mismo que la Iglesia católica no objeta en nuestros días, en la medida que es garantía para que la Iglesia y el Estado, quedan cumplan con sus deberes, sin interferencias.
Sobra el añadido laico al 40 constitucional
Los reformadores del siglo XIX, Juárez, Ocampo, Lerdo, Degollado, Gómez Farías, Comonfort, Cañedo, Prieto, etc., cimentaron sólidamente, con la separación de la Iglesia y del Estado, la base suprema del Estrado laico en México el cual, es necesario reiterar no es sinónimo de antirreligiosidad, sino de posición neutra para garantizar el derecho a creer y a practicar la fe, incluyendo todos los matices del sentido de la vida con proyecciones de Eternidad, como factor primordial para que los guías espirituales puedan desempeñar su misión en favor de sus feligreses que -no debe olvidarse-, también son ciudadanos en el uso de sus derechos y deberes ciudadanos.
Si la obra de los reformadores del Siglo XIX dejó una aportación bien cimentada -sujeta únicamente a los ajustes necesarios para garantizar plenamente la armonía y la cooperación de Iglesia y Estado, en sus mutuas atribuciones y deberes. Si el Estado laico es en México una realidad, no se explica, no se justifica, el que recientemente en la Cámara de Diputados, a instancias de un grupo de legisladores del PRD, al artículo 40 de la Constitución de 1917, se le haya añadido la palabra laico.
Esto, que ciertamente sale sobrando, ha dado lugar a comentarios como el del obispo de Tlalnepantla y presidente del Episcopado Mexicano (CEM ), Carlos Aguilar Retes, quien señaló: “el Estado laico es algo que vivimos desde hace más de siglo y medio y descartamos que estos cambios vayan a entorpecer o a dificultar la relación de la Iglesia Católica con algunos sectores”.
Laicismo realidad aceptada
El Estado laico, la separación de la Iglesia del Estado, para que cada institución cumpla de la manera más óptima con sus deberes y obligaciones, es algo que desde hace tiempo no se discute, ni en el ámbito del Estado desde luego, ni en el seno mismo de la Iglesia Católica.. Tal vez por su desconocimiento en cuestiones de Historia, el perredismo ignore que en el Vaticano, a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II, los mismos papas han promovido la separación de la Iglesia y del Estado, tal como ha ocurrido en los casos de Italia y España -para citar dos ejemplos- , en donde a gestiones de Roma, se ha llegado a la independencia entre el Estrado y la Iglesia.
Desde hace tiempo, la izquierda perredista ha perdido la brújula bajo la égida del “viejo lobo de mar”, el extravagante Manuel Camacho Solís que nada tiene de izquierdista y de allí que haya caído en lamentables desviaciones como la de auspiciar la aprobación en la Asamblea Legislativa, de desatinos como el de las “uniones gay”, con derecho a la adopción de menores, lo cual es contra natura.
Como parte de sus estrategias, también está tratando de entablar polémica con el tema del laicismo, pretendiendo enfrentar con ello, en nuestros días a la Iglesia y al Estado, lo cual tiene tintes de perversidad, puesto que no es dable a las personas de intención sana, el revivir problemas ya superados y que tantas vidas y sangre costaron. ¿Para que pretender que vuelvan los polvos de aquellos lodos, si no existe ninguna razón válida para ello?
La izquierda perredista, dirigida por alguien que nada tiene de izquierdista, ignora que en un Estado laico en verdad, la Iglesiala Insurgencia y el Centenario de la Revolución Mexicana. Nadie desea el resurgimiento del “Estado Iglesia”, ni de la “Iglesia Estado”. desempeña mejor sus funciones, porque un Estado laico garantiza a todo mundo el derecho a creer y a practicar sus convicciones religiosas. En este sentido, sobra el añadido “laico” al artículo 40 constitucional. En México, el Estado laico es una realidad desde hace más de150 años, perfectible, como todo lo humano y lo mejor sería que el tema fuese incorporado a los festejos del Bicentenario del inicio de
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