Calderón ¿Hasta cuándo?
EDUARDO LOPEZ BETANCOURT
Es innegable, el actual jefe del Ejecutivo pasará a la historia como uno de los presidentes con mayores y graves problemas en su administración. Tengamos presente, alcanzó el poder en unos comicios electorales poco nítidos, de los cuales, por cierto, se decía triunfador el tristemente célebre “Peje” López Obrador, situación que obviamente no fue así.
Quien reside hoy en Los Pinos, a la vieja usanza priísta, gobierna con sus amigos, familiares y afectos en general. Por desgracia, los inmundos negocios en las altas cúpulas gubernamentales, son cada vez más habituales y descarados. Ejemplos: las Gordillo, los Yunes, sin pasar por alto a los hijitos de Martita de Fox; quienes son sólo punta del iceberg en la inmensa fila de innobles individuos que han dañado a México en forma atroz.
De varios sexenios a la fecha, no hay un solo renglón en la administración pública donde no existan procacidades; sin olvidar una marcada traición a la patria, misma que se ha dado como nunca en nuestra nación. Para nadie es secreto: El país ha sido entregado a intereses extranjeros, especialmente norteamericanos. No olvidemos al famoso “gringuito”, Ernesto Zedillo, quien no pudo ocultar su amor por la bandera de las barras y las estrellas, emigrando a suelo del Tío Sam, desdeñando todo lo mexicano, entregando información confidencial a la Casa Blanca, lo que se traduce como traición a la patria.
Lo real, es que el gobierno ha fallado en mucho; la inseguridad es galopante, cada día aumenta la cifra de muertos en una lucha estéril, contra lo que se ha dado en llamar delincuencia organizada; a diario hay pésimas noticias, inclusive se dice que es “mala suerte”. Nada de ello, no puede existir “buena suerte” cuando en nuestra nación son nulos los planes y proyectos, donde el ejército anda en las calles asesinando niños y estudiantes.
En materia de justicia, se ha llegado a excesos inimaginables: Los togados, esencialmente, los de los altos tribunales, salvo dos o tres casos, venden las sentencias al mejor postor y con impudicia cumplen consignas dictadas por los poderosos. Reitero, hay dignas excepciones, jueces honrados, empero son tan pocos que han pasado desapercibidos.
No se trata de denostar la labor del primer mandatario mexicano, mucho menos de descalificarla; por tanto, al margen de simpatías o antipatías, sin dilación debe dejar el puesto a quien con prudencia, talento y cuidado nos lleve a puerto seguro; hoy México se encuentra a la deriva, corremos graves riesgos personales, estamos a punto de naufragar, de hundirnos en el fango, de caer en un abismo sin salida.
En estos días, andar por el mundo y decirse mexicano constituye un acto nada agraciado. Cual más pregunta ¿qué pasa en México?, ¿por qué tanta violencia? Desafortunadamente, la única respuesta viable es: “No tenemos gobierno”. Por ello, surge la pregunta, ¿hasta cuándo empezará a actuar Calderón?.
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