
Fútbol y venalidad
EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT
Fue imposible no hablar de fútbol en días pasados. Ello debido a la copa mundial que se celebró en Sudáfrica. Hasta los más reacios al ámbito deportivo, se han visto influenciados por el denominado deporte más popular del planeta. Al margen de quién ganó y cómo, lo cierto es que la actividad del balompié a nivel mundial deja mucho que desear, aunado a errores arbitrales inconcebibles; de esto último, en plan de buena fe se dice que los silbantes son humanos, que no hay partidos arreglados, pero en lo personal, me adhiero al viejo proverbio de “piensa mal y acertarás”.
En el soccer, al igual que en cualquier renglón social y en especial gubernamental, se favorece al poderoso; por ende, llego a la conclusión, sin duda muchas de las pifias de los llamados nazarenos son intencionales: ejemplos sobran. Recordemos cuando en el mundial de 1990, un árbitro uruguayo nacionalizado mexicano de apellido Codesal, literalmente dio el triunfo a Alemania inventando un penalti. Obviamente, en México han existido sinnúmero de silbantes pícaros, mismos que resultan ideales para ser utilizados en cotejos internacionales, tal vez por su franca disposición a la venalidad.
Un hecho vergonzante que se dio en Sudáfrica, fue cuando, aun viendo la repetición en las pantallas gigantes de los estadios, los de negro mantenían su marcación, pese a estar conscientes que se habían equivocado de manera garrafal. No es como en otros deportes, verbigracia el fútbol americano, donde si surge alguna jugada dudosa que vaya en detrimento del contrario o por simple justicia, ésta es revisada apoyándose en medios electrónicos y, si la señalización fue incorrecta, ésta se corrige de inmediato. Otra muestra se da en el tenis, donde la fotografía es esencial. En fin, en muchos deportes se progresa menos en el balompié, donde los intereses creados son habituales y dejan pingües ganancias.

Eduardo Codesal
Algo que también se debería analizar con detenimiento, es lo relativo a la expulsión de jugadores; de pronto el árbitro deja a un equipo con diez o menos elementos, poniéndole en bandeja de plata el triunfo al contrario. Estoy de acuerdo, hay futbolistas que por su actuar violento merecen ser echados de la cancha, y después sancionados no sólo un partido sino todo un año o más. Empero, bajo ningún concepto se debe perjudicar al público que pagó su boleto para observar un cotejo en igualdad de condiciones.
No obstante, en Sudáfrica quien se llevó la nota fue Miguel Gómez-Mont, hermano del ahora ex secretario de Gobernación, quien después del juego México-Argentina, insultó al “Guille” Franco y a toda su parentela. Lo grave, es que tan bochornoso y reprobable incidente se dio en un lugar que no le correspondía a don Miguel; esto es, en el palco reservado para familiares de los seleccionados nacionales y directivos de la Federación Mexicana de Fútbol. Pero, como bien se sabe, en México la corrupción permite abusos de toda jaez. Cabe apuntar, el ex director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) no iba sólo; le acompañaban amigos y consanguíneos. Claro, todos viajando y disfrutando con cargo al erario.
¡Pobre México! Tanto en el rubro deportivo como gubernamental, es presa de un cúmulo de impresentables sujetos, quienes con cinismo muestran el cobre allende nuestras fronteras, exhibiendo un comportamiento que la inmensa mayoría de mexicanos en lo absoluto tiene.
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