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¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
En la profunda tragedia que ha constituido la quimera del “cambio” prometido en 2000, ante el hartazgo por la galopante corrupción, impunidad y desprecio hacia los mexicanos de una clase política neoliberal consolidada en el gobierno de Miguel de la Madrid y que con Ernesto Zedillo llegó al colosal desmantelamiento patrimonial y de la seguridad nacional del Estado mexicano; la genialidad perversa del sistema para transmutarse llegó al exceso al colocar a Vicente Fox, como simple señuelo de transición para continuar la política involutiva de regresar el sector energético a los patrocinadores y protectores del modelo depredador y neocolonialista.
No salimos de una vergüenza internacional cuando -cual tsunami- se acumulan más. Es el caso de Francia por el asunto de la sentenciada Florence Cassez, quien por conducto del no menos singular Nicolás Sarkosy pretende acogerse al protocolo de Estocolmo. En el ámbito doméstico, nos enteramos con asombro de los contrastes entre la indignante pobreza de 60 millones de connacionales frente los ahítos mega millonarios encabezados por el hombre más rico del mundo y el prófugo de la justicia más célebre, también en el cuadro de lujo de la revista que Forbes, que llevan al éxtasis al titular de la cartera de Comercio Bruno Ferrari.
La demencial conducción no tiene límites con ocurrencias como la de los apocalípticos anuncios del A-HI-NI, que puso al borde de la quiebra a la industria turística de todo México, mientras se pretendía crear una imagen de salvador de la humanidad a Calderón Hinojosa. Los efectos aún supuran en la actividad de la industria sin chimeneas, a la cual se pretende reactivar con campañas mediáticas de derroche, mientras la realidad de la lucha contra la delincuencia organizada (no alineada a Los Pinos) desalienta los potenciales turistas.
Pero el verdadero botín siguen siendo Pemex y la industria eléctrica, que con virulento espíritu apátrida, desde hace treinta años, los hijos naturales del Consenso de Washington expropian para los filibusteros extranjeros.
Los escándalos son abrumadores y acumulables frente a una frágil resistencia de algunos los sectores de la suave patria, que miran impotentes la indolencia de sus instituciones para contener el desenfreno delincuencial oficializado por la impunidad y el tráfico cínico de influencias.
El conflicto de Medio Oriente ha sido un poderoso detonador de una nueva etapa de bonanza con los ingresos millonarios generados por la exportación petrolera, que llegan libres a las arcas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, donde el titular Ernesto Cordero Arroyo, practica el ilusionismo financiero vía fideicomisos y otros esquemas de opacidad, para desaparecer los millonarios excedentes, mientras que en el escándalo de moda Rápido y furioso, Calderón Hinojosa repite las hazañas de Antonio López de Santa Anna.
Al terminar de escribir esta colaboración, el precio del crudo en la mezcla mexicana está a 102.8 dólares barril, lo que constituye ingresos que debieran reflejarse en lobras y acciones de gobierno en favor de la sociedad; en infraestructura, vivienda de calidad, y servicios elementales en todos los estados, y no para gasto corriente.
Información publicada por el periódico EL UNIVERSAL con fecha del 17 de febrero, con la firma de Lilia Saúl y José Manuel Arteaga, nos revela que, de 2005 a 2009, épocas de tantos excedentes y bonanza petrolera, la deuda del sector público se incrementó de un billón 950 mil millones de pesos a cuatro billones 17 mil millones de pesos. ¿Quien se está robando nuestros excedentes? ¿Están enterados nuestros diputados, senadores y gobernadores? ¿Son ignorantes o cómplices?.
Es importante llegar al fondo del proyecto Rápido y furioso de masivo, sórdido y concertado envío de armas para que la sangre de inocentes continúe inundando el suelo patrio; para que el castigo a los responsables sea tan ejemplar y del mismo tamaño de la canallada de un gobierno que no solo es ilegítimo, sino que concreta experimentos de muerte y atrocidades caligulescas.
El escándalo sirve cual cortina de humo para cubrir el asalto final de las petroleras patrocinadoras de Felipe Calderón, al iniciarse las licitaciones para la explotación masiva de pozos en toda la franja costera del Golfo de México, entregando en comodato los mantos petrolíferos. Hoy el asalto está en plena acción. Aquellos anuncios catastrofistas de que estábamos a punto de quedarnos sin petróleo y se requería ir por el tesorito escondido en el fondo del mar, han quedado en la mitomanía oficial. Es obvio que sí hay reservas.
Antes de rendir cuentas al gobierno del Coloso del Norte, Felipe Calderón rubricó una cruzada contra la corrupción. Desde los Pinos se continúa escuchando la alerta: ¡Al ladrón, al ladrón!
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