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Los Fachas atacan de Nuevo o el
retorno de la ultraderecha
Regino Díaz Redondo
(Exclusivo para Voces del Periodista)
1.- Sólo la vileza y el desconocimiento de la historia de España en Europa y en otros continentes permiten tratar, aunque sea como advertencia, el asunto de los movimientos militares que recuerdan otros tiempos y que acabaron con millones de personas durante el siglo pasado y a principios de éste.
Se escapan las palabras y los juicios sobre lo que acaba de ocurrir hace poco en el país en donde la economía y la inestabilidad política nos tienen aherrojados y con el Dios en la boca.
Es que cuesta mucho imaginar que haya individuos, empresas que se dicen serias, que indecentemente han incluido en sus informaciones diarias el tema de la inconformidad del Ejército español por la crisis que atravesamos todos.
Pocos son los que desean en estos momentos que reaparezca una representación, aunque sea histriónica, de un teatral golpe de Estado en España.
La Guardia Civil española.
Insospechadamente, hace un par de semanas un diario, de cuyo nombre no quiero acordarme pero que todo el mundo sabe cuál es, se atrevió a manejar una información rutinaria en forma, no sólo antiperiodística, sino indigna por la que miles, millones de gentes pueden afectarse gravemente.
Lean lo que los interfectos publican, con un aviso de una columna en primera plana: Una junta de miembros de las Fuerzas Armadas españolas que tienen todo el derecho a manifestarse pero no a ser utilizados como carne de cañón la usan para sembrar la insidia y el temor.
Un viernes, posterior a la declaración del término de la violencia de ETA, se reunieron en la cafetería Intxaurrondo para recordar con justicia los asesinatos de más de 100 miembros de su corporación a manos de la organización terrorista.
El redactor de la nota, ordenada naturalmente por su jefe, dio a entender, y lo dijo, que las Fuerzas Armadas están descontentas con la aceptación que han tenido los diversos sectores del Estado, la oposición, empresarios y banqueros sobre el comunicado etarra.
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A tal desvergüenza llega el reportero que se permite la broma siguiente: entre café y café un guardia lo dejó caer ¿y si mañana veo a uno (terrorista) y lo detengo, me cargo el proceso?, preguntó. También se apunta que el coronel Javier Moreno, teniente coronel, capitanes y tenientes “mantuvieron una reunión de urgencia a puerta cerrada. Algo fuera de lo común si no fuese porque la organización anunció horas antes el cese definitivo de la violencia”.
Todos podemos ganarnos la vida de la mejor forma posible pero no prestarse a sembrar, como reportero, la semilla del descontento de los militares como ocurrió en épocas de Hitler, Mussolini, Franco y en países de Latinoamérica. Porque utilizarlos, “inocentemente”, se propicia la inestabilidad y el miedo a una protesta de mayores consecuencias.
El Rey Juan Carlos y los militares.
A ellos se unieron guardias civiles y una patrulla de ertzaintzas y seis policías nacionales de la Universidad de Intervención Policial.
Revisen este diálogo:
- ¿No dicen nada hoy del conflicto americano (en el periódico)? entonó un guardia civil.
- ¿Qué conflicto?, le respondió un compañero.
- “Si estos gilipollas no llegan a colonizar América, aún habría indios. Hay que llamar a Estados Unidos y sentarnos a debatir todo esto con ellos”, bromeó el primero. Y otro, entre risas que manipuló el informador, apuntó “mañana no me pongo el chaleco antibalas”.
El gacetillero señala en otra parte de su cínica historia que algunos de los reunidos se preguntaron “¿Y ahora qué?”.
En otra parte de la página, se dice que llegaron a Madrid más de 2000 propuestas para mejorar las fuerzas armadas y que sus miembros, los miembros del ejército, que participaron en el I Congreso de Militares Españoles, aprobaron una dura declaración
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en la que además de recordar que son uno de los colectivos más castigados por la banda criminal, advirtieron que el terrorismo de
ETA continúa existiendo y reclamaron que se siga con “las políticas de unidad y firmeza de los partidos”.
¿Para qué tanto jaleo? Pues para echarle leña a un fuego que los golpistas que todavía hay aquí desearían agrandarlo.
También, ya en el colmo de la sutileza informativa, “las Fuerzas Armadas expresaron su más razonable desconfianza hacia el anunciado cese definitivo de la actividad armada de ETA por la conocida trayectoria de esta banda” y, motu proprio, el reporterillo termina la frase “en referencia a anteriores treguas burladas”.
En su opinión, el escribidor asegura que los militares se quejaron “por el oportunismo del momento elegido para hacer público el comunicado”, a sólo un mes de las elecciones del 20N.
Ó sea, que el tabloide a que me refiero hubiese deseado fervientemente que el anuncio de la banda se realizara después de las elecciones para que fuese aprovechado por los que dicho panfleto quiere que lleguen a la Moncloa. Y que llegarán.
Los falangistas.
Ahí le va algunas de las frases que Juanfer Fernández desde Vitoria. Dice en su reseña del acto: los militares afirman que “la palabra de un terrorista no tiene ningún valor” y luego entrecomilla sin fuente que ante la “euforia de algunos” los miembros del ejército “quisieron dejar claro que en muchos persiste la duda y el escepticismo” y que – sigue Don Roberto – “el final del terrorismo etarra se producirá cuando dejen de existir armas, explosivos y zulos que puedan seguir siendo utilizados al menos como elementos para atemorizar a la sociedad”.
Lo mismo que este seudo periodista quiere conseguir.
La intención de tan desagradable nota es, como dije, muy obvia. Si el ejército, aunque sea en parte, protesta y se enfrenta “con seriedad y en defensa de la patria a los políticos” es porque
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no está conforme con la alegría que supuso el comunicado terrorista.
Total, que esto que dio lugar a dos notas sobre el mismo asunto “constituye toda una novedad en la Ley de Derechos y Deberes de los Militares que entró en vigor el 1º de octubre “.
Seguro que no llegará a mayores pero la culpa de esta inquietud no la sembraron los miembros de las fuerzas armadas sino el diario que las publica y cómo las publica.
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