DEFINICIONES MANUEL MAGAÑA CONTRERAS (Exclusivo para Voces del Periodista)
El Batallón de San Patricio, digno
de la gratitud de los mexicanos
DURANTE LA INVASIÓN NORTEAMERICANA 1846-1848 destinada a mutilarnos territorialmente, nuestro país fue escenario de uno de los más grandes rasgos de solidaridad humana, de parte del Batallón de San Patricio integrado por irlandeses quienes, convencidos de lo injusto de esa guerra en contra nuestra, decidieron sumarse a los defensores de México en aquellos años en que las traiciones santanistas se sucedieron unas a otras al grado de que, tal como lo dicen historiadores de prestigio, “Antonio López de Santa Anna fue quien realmente nos venció en esa guerra, antes que los invasores”.
En vísperas de la conmemoración de las fiestas patrias de septiembre evocamos con gratitud al Batallón de San Patricio, porque sus integrantes no dudaron en ofrendar sus vidas para que saliésemos vencedores en aquellas lides -sin saber que el santanismo asechaba desde la batalla de la Angostura con sus traiciones, para que el enemigo nos venciera- hasta la caída de Chapultepec y el abandono de la Ciudad de México a merced de las fuerzas del expansionismo del monroista “destino manifiesto.
La historia de esa época aciaga para los destinos de México nos informa que en esa guerra se alistaron numerosos irlandeses en las filas del ejército norteamericano y que, desde 1846, durante las acciones en la frontera, empezaron a darse cuenta de la agresión injusta -que gran parte del pueblo norteamericano reprobaba, por cierto- y decidieron abandonar las filas de los invasores. De inmediato formaron un batallón dentro de las filas mexicanas defensoras de nuestro territorio.
El Batallón de San Patricio
Adoptaron, para la formación del Batallón de San Patricio, el nombre del Santo Patrono de Irlanda y de inmediato se distinguieron por su valor y entrega en defensa de la causa mexicana. Participaron en la Batalla de La Angostura, la cual se perdió porque Santa Anna mandó prevenir al general Taylor sobre la emboscada que se le preparaba en ese punto, del cual, cuando se entablo la batalla, Santa Ana, en los momentos en que la victoria se inclinaba a favor de los mexicanos, ordenó la retirada hasta San Luis Potosí.
Después de su valiente participación en La Angostura, los miembros del Batallón de San Patricio actuaron con decisión en las batallas libradas en el Valle de México, donde la traición santanista rondó en Padierna, Churubusco, Chapultepec y la Ciudad de México. Sin las retiradas santanistas, la suerte para nuestro país hubiese sido otra.
Dejaron sus vidas en los campos de batalla
En la batalla de Churubusco, además de la “clásica” retirada, Santa Anna saboteó a los defensores enviándoles balas de distinto calibre al de las armas. Allí, la derrota significó la captura de los miembros sobrevivientes del Batallón de San Patricio.
Los miembros de este heroico Batallón tenían una insignia blanca con los escudos de Irlanda y México y el nombre de su capitán, John O”Reilly bordado en verde. Fueron inicialmente 260. Asientan invariablemente los historiadores que “lo miembros del Batallón de San Patricio dejaron su vida en los diversos campos de batalla de nuestro país que escogieron como segunda patria. Del total citado, quedaban 72, mismos que fueron hechos prisioneros por las fuerzas enemigas. A algunos se les privó de la vida y a otros se les condenó a sufrir azote y a que se les marcara la cara con hierro candente.
Se les condenó a muerte por las autoridades militares norteamericanas, con excepción del capitán O”Reilly y de otros nueve soldados que desertaron antes de que el Congreso de la Unión de los EU expidiera el decreto de pena de muerte para los miembros del Batallón de San Patricio. Al resto, se les condenó a la horca.
Esta bárbara orden se cumplió el 9 de septiembre de 1847 cuando fueron ejecutados 16 en la Plaza de San Jacinto, San Ángel. Otros cuatro en Mixcoac al día siguiente. Treinta más en el mismo lugar y el resto en Tacubaya el 13 de septiembre, cuando el patíbulo fue colocado ene tal forma que vieran la caída de Chapultepec en poder de los invasores..
Crueldad extrema
En Memoria de mis Tiempos”, Don Guillermo Prieto, publica una carta que le envió “MZG”, en donde le dice sobre el martirio infligido por los invasores a los miembros del Batallón de San Patricio:
“Lo que ha dejado en mi, profundísimo impresión, fue el suplicio de los prisioneros irlandeses de San Patricio,...” (Por razones de espacio es necesario sintetizar). “Los de San Patricio se habían creado simpatías por su conducta irreprochable y por el valor y entusiasmo con que defendían nuestra causa. Detrás de la Plaza de San Jacinto, a la espalda de las casas que ven al oriente , se pusieron de trecho en trecho y se amacizaron gruesos vigones con trabas gruesas, tendidas horizontalmente en la parte superior, colgando otras reatas verticalmente de espacio en espacio.
“Los prisioneros fueron puestos en carros distribuidos según los claros de las vigas ; a cierta distancia, entre gritos y chasquidos de látigos ataron con soga corrediza el extremo de os lazos colgantes al cuello de los prisioneros... y en medio de gritos hicieron correr a los caballos que tiraban de los carros, quedando balanceándose en los aires entre horribles convulsiones y muestras de dolor aquellos defensores de nuestra Patría…
“Por supuesto, que la agonía de aquellos mártires duró mucho tiempo... los cuerpos de las víctimas fueron sepultados en el florido pueblecito de Tlacopac, situado entre Mixcoac y San Ángel”.
Don Vicente Riva Palacio, en El Libro Rojo expresa esta sentencia: “Hay sobre los intereses políticos de los pueblos y de las naciones, una virtud que es superior a todas las virtudes, la gratitud”.
Ahora que estamos a unos días de que se cumplan los 165 años de aquellos acontecimientos en que los miembros del Batallón de San Patricio ofrendaron su vida en defensa de nuestro país, hagamos un agradecido recuerdo de esos próceres que merecen un sitio de honor en el Santuario Cívico de México y en el corazón de los mexicanos de bien..
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