
Hora de humanizar el
crecimiento económico
LA FUERZA DE LOS HECHOS -la vertiginosa y arrolladora
irrupción de China en la competencia económica mundial, por ejemplo- está
imponiendo que la conceptualización y ejecución de los tratados comerciales en
el marco de la globalidad atienda, hasta por legítima defensa de los Estados
suscriptores, a la persona humana con independencia de las personas morales; esto es, las sociedades
anónimas: Léase las depredadoras corporaciones trasnacionales.

Cuando -desde la década de los 80s.- una Europa sensible
al problema de la migración humana estableció que el libre tránsito del capital
no tiene necesariamente que excluir el libre intercambio de mano de obra, se
pensó que la globalización mercantil se guiaría por un derrotero que pusiera
piso parejo a la inversión y al trabajo.
Carlos Salinas de Gortari no entendió ese imperativo
categórico. Al promover la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados
Unidos y Canadá -en el que secretamente negoció el petróleo-, jamás se preocupó
por los trabajadores mexicanos trashumantes. No funcionó la válvula de escape
al problema del empleo en México y, por el contrario, generó un conflicto entre
poderes en la Unión Americana
que hasta la fecha tiene en estado de crispación a la
Casa Blanca y El Capitolio.
En la reciente Cumbre
de Cali para avanzar en la concreción de la Alianza del Pacífico (AP),
en la que México comparte expectativas con Colombia, Perú, Chile y ahora Costa
Rica, Enrique Peña Nieto introdujo una línea que, en una primera lectura,
pretende humanizar ese tipo de arreglos. Dijo que la AP va más allá del libre
comercio, pues busca flujo de capitales y, simultáneamente, de personas. Libre tránsito, se infiere.
De lo que se colige, en el fondo, que debe evitarse la criminalización de los
trabajadores inmigrantes en el país que requiere de su mano de obra para
sustentar su desarrollo económico.
Más explícito fue el mandatario mexicano en Cali cuando
expuso que la integración de las economías de los países latinoamericanos
nombrados, debe ser una herramienta eficaz para aumentar la producción de la
región, pero también para construir bienestar para la población.
Peña Nieto, en su mensaje del 23 de mayo, fue más puntual
al subrayar como mandato para la
Alianza aprovechar la oportunidad para combatir el rezago, la
pobreza y la desigualdad social. El deber ser de la Alianza ha de derivar en “condiciones de mayor prosperidad para
nuestros pueblos”.
Las palabras del jefe del Ejecutivo mexicano en Cali
deben de tener su correspondiente congruencia en el ámbito interior de México.
Los más recientes reportes del Instituto de Estadística y
Geografía (Inegi), referidos a las variables económicas en el primer trimestre
de 2013, revelan una contracción básicamente en la industrias manufacturera y
de la construcción al grado de que, tanto el Fondo Monetario Internacional y el
Banco de México, están ajustando a la baja sus cálculos sobre el crecimiento
económico para el presente año.
Pero aparecen dos datos, no precisamente accesorios, que
prenden señales de alerta: Al tiempo que el propio Peña Nieto reconoce como
insatisfactorio el incremento del PIB en 0.08 por ciento en el periodo
evaluado, otras fuentes informan de que el índice de confianza de la población
sobre sus expectativas inmediatas se expresa adversamente.
Cuando se habla de crecimiento hacia el interior (aun el
sector exportador resiente ya la restricción de la demanda externa,
particularmente del principal socio comercial: Los Estados Unidos), de lo que
se está hablando es de estimular el mercado interno, pretensión que sólo puede
aspirarse si se combinan dos factores: Que se dinamice el sector productivo (a
lo que conduciría la reforma financiera liberando créditos accesibles a la
empresa), y restituyendo el poder adquisitivo de la masa consumidora castigado
por añadidura por el disparo de la inflación, lo que entraña darle sentido
tangible y redistributivo a la reforma laboral.
Termina el primer semestre del nuevo gobierno federal. Se
ha instalado una plataforma legislativa y se define el nuevo Plan Nacional de
Desarrollo para el sexenio. Proceso de prueba, preciso es pasar del tanteo
retórico a la atención al bolsillo de la familia trabajadora. Las encuestas de
opinión dicen lo suyo. Las calles y las plazas públicas dicen lo propio. Si se
ha escuchado el clamor, es la hora de las respuestas concretas.
En razón de ajustes
de carácter tecnológico que nos permitan mejorar diseño y contenidos, Voces
del Periodista resintió demoras en la aparición de los presentes
números. Ofrecemos disculpas a nuestros lectores y colaboradores por esa
involuntaria contingencia, que esperamos reparar en las sucesivas ediciones con
su periodicidad establecida.
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