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Edición 338 | ||||
Escrito por Héctor Chavarría | ||||
Sábado, 24 de Octubre de 2015 19:35 | ||||
Era periodista, pero nunca tomaba notas. Hasta que un día de 1905, tras la reunión matinal de la redacción, su jefe se dio cuenta y quiso echarle bronca a aquel osado joven de 19 años que ni siquiera se molestaba en llevar papel y pluma. De aquel altercado, Shereshevsky acabó en la consulta del psicólogo. O, más concretamente, en la de un neuropsicólogo.
El reportero afincado en Moscú no apuntaba nadaporque era capaz de recordarlo todo. Palabra por palabra fue repitiendo lo dicho por su editor, incluyendo numerosos nombres y direcciones aportadas durante el encuentro previo. Su capacidad —que él mismo desconocía que fuera extraordinaria— sorprendió tanto a su superior que le puso en contacto con el experto Alexander Romanovich Luria.
Este fue el punto de inflexión que llevó al neuropsicólogo a estudiar el caso durante los siguientes 30 años y a documentar el primer caso de hipermnesia (exceso de memoria). Dieciséis años después de la primera sesión, Luria le preguntó a Shereshevsky si la recordaba. Shereshevsky fue capaz de reproducir todos los números, letras, poemas de aquel día junto a la descripción gráfica de la escena, incluyendo la vestimenta del psicólogo. Un hecho que le dio la pista a Luria de cómo funcionaba la memoria de su sujeto: las imágenes eran la clave.
El joven no podía mantener una conversación normal, demasiado estresado por el cúmulo de detalles que retenía, y acababa recordando hasta el hecho más insignificante de su vida. Tomar una simple decisión le resultaba casi imposible, ya que toda la información almacenada (y sin jerarquizar) se le agolpaba en la cabeza. Luria llegó a escribir sobre su paciente en su obra Pequeño libro sobre una gran memoria que Shereshevsky a veces parecía tener cierto retraso. Al final, Shereshevsky dejó la vida del espectáculo y terminó convertido en taxista por las calles de Moscú. Quien tuviera la memoria más prodigiosa conocida, murió en 1958, en el más absoluto anonimato. More articles by this author
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