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Edición 213
Escrito por Pino Páez   
Miércoles, 01 de Julio de 2009 22:51

                                
EN LAS INMINENTES ELECCIONES, a las urnas les espera la simbiosis de una trilogía: cruzar por alguien registrado en el paradójico tache que bendice; anulación del sufragio embigotando lampiños a granel, añadir al margen la candidatura de doña Borola Burrón o hacer más cruces que un devoto en su cotidianos persignares; abstenerse para que las urnas sientan cómo la virginidad enfría.

Por Lavara solo votará el alburero

   En aquella tríada opcional no hay homogeneidad incluso en la similitud de las preferencias pues, por ejemplo, entre quienes resolvieron escoger nomenclaturas en la boleta hay distanciamientos que pesan una frontera. Circunstancia idéntica se halla en los “anulistas” que deambulan por todos los vericuetos de la geometría. Para los pro-abstención tampoco existe el peregrinar conjunto rumbo a los designios de la brújula
 
   Las argumentaciones de los que se manifiestan por “no desperdiciar el voto” suenan más débiles que una charamusca ante el manotazo de un tragón. Anular, o peor aún abstenerse, para ellos equivale a fortalecer el palomeo corporativo, empero, ¿si se sufraga por los corporativos descorporativízanse éstos en la automática dialéctica del antídoto de las esdrújulas?

   Añaden los mismos razonadores que el quid de la democracia es inclinarse electoralmente por la disyuntiva de lo comprobadamente lamentable a lo comprobadamente más lamentable. En mefistofélica contradicción, ¿eso equivaldría a que la democracia es la dictadura de los canijos hechos consumados?

   La más usual fórmula votadora radica en un ripio: quien no elige no exige. ¿El que anula o se abstiene queda impedido por la punición de las ánimas guajoloteadoras para emitir así sea la protesta de un pucherito?

   Por esta vía (al igual que en las otras dos) está surtidota la propaganda, desde don Andrés Manuel para quien anuladores y abstencioncitas son entenados del innombrable... a don Norberto, cardenal de la sacratísima Grilla, el cual insinúa que no ir a los comicios conducirá al inapagable destino de una llamarada; desde la señito de Fox, la estupenda biógrafa de Rabinita Tagorita, que suplica votar entre coquetos guiños de sacerdotisa... a don Emilio Gamboa quien ya prometio -si se concreta el sufragio- renovar la pureza dialogal con el señor Nacif, el reconocido filósofo de la retaguardia filial que ya inmortalizó el cangrejero aristotelismo de su peripatética sentencia: “¡Dale pa’trás, papá!”...

   Comentaristas ubicados -por lo menos en cuanto al verbo se refiere- en disímiles latitudes políticas, casi amonestan y casi imploran que se vote, por quién sea, pero que no anulen ni se abstengan, que crucen al Partido de Acción “Nacional”, o al Partido “Revolucionario” Institucional, o al Partido de la Revolución “Democrática”. No vayan a partir a los partidos, es el ruego, sufraguen albureramente si quieren por Lavara, por las recomendaciones de la señorita Gloria del Verde “Ecologista” y el eternamente glauco jovencito Jorge Emilio, sabio proxeneta de las arcas públicas que mata y remata propuestas de paredón que le posibiliten recargarse en los adobes del subsidio. Tachen aprobaciones, peroran, aunque se trate de recomendaciones de otro Jorgito, Kawage, Señorón de las Comillas, que “legisló”, fue “boxeador”, ahora “maestro” y “periodista”, quien desde el Panal es el súbdito más enmielado de su abejísima reinota.

   No importa por cuáles siglas se resuelvan, pero decídanse, insisten, hasta prefieren la esférica voluptuosidad de don Pancho Cachondo, ya “socialdemócrata”, a la escualidez que todo anula. Impulsen petistas al señor Muñoz Ledo escudado en su enésima camiseta o al convergente de don Alejandro Gertz, el policía tutifruti que a cualquier gobierno se uniforma y quien junto con el ex canciller Derbez regentea la gruesa e imperialista Universidad de las Américas, aunque en esta campaña se puso a dieta para lucir delgadamente dantesco...

Anular y alunar en anagrama

   Entre los anuladores que según sus críticos alunizan lunáticos sin poesía hay, como ya se parrafeó arribita, impulsores de variada posición. Unos son voceros, sin gran capacidad de camuflaje, de patrones de medios sobre todo electrónicos que les ordenan atacar la “partidocracia”, magnates muy molestos por la reforma electoral que en apariencia les canceló llevarse unos “cuantos” miles de millones de pesos en publicidá electoral. Lo de la subrayada apariencia se debe a que los dinerales llueven todavía en sus cajas registradoras a través de subterfugios mercantiles en que “reportajes” o “entrevistas” le cuestan al tesoro nacional una pelada monumental, así, la “nota” deviene lanota en implacable trasquilar contra el erario, al que ya dejaron más calvario que una calavera.
  
   Analistas convencidos de anular también abundan. “Hartazgo” es el término que más pronuncian, aducen que no es la sociedad la representada, sino los “representantes” que a sí mismos se representan en un re-presentador juego de palabras. Denuncian a grupos de poder y a candidatos que se acercan melosos al gentío, pero una vez electos se alejan atrincherados en el bunker de un escritorio.

   Unos sugieren redactar una leyenda, cualquiera, que deje patente el descontento. Otros proponen escribir el nombre real de una candidatura “independiente”. No faltan los que los que incitan a poner en mayúsculas una dedicatoria a los calcificados seres de Polakia en la que se evoque lo más amargo de los orígenes en la caligrafía del inútil desahogo. ¿Qué tanta “independencia” conllevan tal insaculador convite? ¿”Independientemente” de quién hizo campaña otro Jorgito (Castañeda)? de todos... excepto de tiburones de bombín que sufragaron los caprichos de sufragio del cacareador de las “independencias”, a cambio de que en infatigable logorrea discurseara su anticastrismo y antichavismo con la desgañitadora devoción de un predicador cuyo disco se rayó cual queso para gratinar.

Abstente, Satán, o de un salivazo extingo tus fogatas

   La más radical y, por ende, más atacada postura, es la de no pararse en las urnas, la que sugiere dejarlas más desoladas que bolsillos de un desempleado. Los críticos de esa posición retoman como “análisis” lo que nunca dijo don Tlacuache -César Garizurieta- el de la mística advertencia “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”, que jamás expelió pero se le achaca, lo mismo que una inexistente expresión en su texto Catarsis del mexicano en el que los interpretadores “localizaron”, más allá de la sintaxis, este apotegma reparador: “Los mexicanos somos güevones por convicción revolucionaria”.

   Así, aquélla es la causa de faltar al citatorio de las urnas, tiempecito -arguyen quienes diatriban abstencionistas- que se aprovecha para construir túneles a destajo en las epidemias del bostezo... y para rascarse el alma a lo largo del día en la búsqueda despellejadoramente kantiana del ser en sí.

   Lo cierto es que en la pro-abstención hay dos franjas incompatibles en el pensamiento, una que de forma consciente o inercial está contra el Parlamento, que simpatiza con un estado facho en que los chicharrones truenen en el simbólico dominio de una sola espada.... otra, versus este Parlamento y Polakía prolija en prohijar proxenetas de los bienes públicos, que pugna por una democracia que no se estacione sólo en esta clase de comicios, que combate por descharrificar “liderazgos” útiles, verbigracia, a Díaz Ordaz, Salinas, Fox o don Jelipe, hijos putativos de Fidel Velázquez que solícitos chochean ditirambos al señor Calderón, igual que otrora destinaron a López Mateos o Salinas de Gortari, a quien por cierto sirvió un “obrero” telefonista que sólo replica el monosílabo sí a lo que Carlos Slim disponga y al cual seguirá otorgando asentimientos desde una chuchística curul.

   El no votar razonado en esta segunda vertiente se manifiesta por una legislatura y gobiernos que no tengan por mater espiritualis a doña  Depredación de los Egresos, que haya elecciones libres de acarreo y amenazas en el ámbito vecinal y de cualquiera otra índole, empero, sus detractores, la única abstención que aceptan es la del chamuco, al que mandones aconsejan Abstente, Satán, o de un salivazo extingo tus fogatas.

   El no ir a las urnas, añaden los contraabstencionistas, significa culebrear el huevo de la serpiente, Hitler, sin embargo, rompió el cascarón de un picotazo electoral y el antisufragista Pinochet y su pater pistolorum, Victoriano Huerta, tras sus respectivos golpes de estado, consiguieron la ilegítima legalidá del leguleyo dada por parlamentarios que fueron votados. ¿No está dentro del tema don Jelipe y su prefabricada obstinación de militarizar el país a fin de crear en “automático” la posibilidad de una medida defenestración por el ejército? Yerran quienes argumentan que  se trata de ocultar la economía en debacle. El hambre es imposible de esconder. Y la pérdida masiva del empleo no se puede enrollar en las alfombras de la lengua o en el valladar del tapabocas. Ni las matanzas rutinarias quedarían apartadas del olfato y la pupila... Al señor Calderón, lo que él representa  y a quiénes representa, le urge “legitimarse”, así sea en su propio lenguaje “Por mis pistolas”, por las castrenses armas que humean una estratagema de asonada...

   ¿Votar por gente al estilo Bours que combina su empresariado avícola con “asesorías” suculentamente pagadas en el sexenio fatal del macabro de don Carlos, luego enriquecióse todavía más con un virreinato y carísimos alquileres de bodegones que derivaron en la muerte de bebés, que en otro sitial hubieran provocado el instantáneo desmoronamiento de su administración y la del mismísimo don Jelipe? ¿Votar por personas de la ralea del jalisciense virrey “Valemadres” o del poblano que demostró su feminismo al decretar para la mujer una coronación de coscorrones? ¿Votar por individuos al jaez de don Zeferino y el señor Sabines que de Guerrero a Chiapas reprimen campesinos? ¿Votar por el partidito que alumbró la emperatriz Gordillo o el que nació bajo la paternidad del salinato? ¿Votar por la comedia nada divina de don Dante?¿Votar Verde de coraje? ¿Votar por los de la “socialdemocracia” que no le van a las chivas, mas sí a la Chiva?

Mejor botar, pero razonadamente.

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