Discurso de Mario Méndez Acosta
en el XXXIX Certámen Nacional de Periodismo
8 de Diciembre del 2009
Una vez más el Club de Periodistas de México da a ustedes amigos y colegas la más cordial bienvenida a la premiación del XXXIX Certamen de Periodismo en donde los comunicadores e informadores reconocen las más distinguidas y meritorias acciones de sus pares a lo largo del año.
Esta vez la reflexión que se impone hacer es la de los alcances y dificultades la tarea del periodista en un Estado fallido, en donde tenemos que lamentar la incapacidad del gobierno nacional de lograr la seguridad para los comunicadores ante un número creciente de agresiones y presiones antidemocráticas y sobre toda la impunidad que se ha consagrado para los enemigos más enconados de la libertad de expresión tanto desde la autoridad como desde una criminalidad organizada que se confunde en muchos casos con esa misma autoridad.
Pero también ocurre que, aún cuando la libertad de expresión se respeta y el periodista logra publicar revelaciones importantes sobre la ilegalidad imperante y el desacato pertinaz y descarado a nuestras leyes, los efectos normales que dicha publicación o la movilización consecuente de la opinión pública causarían en un Estado de derecho, en México estas reacciones no conducen a ninguna medida correctiva por parte del los niveles del gobierno responsables de hacer cumplir la ley.
Esto lleva a la necesidad de que la prensa libre intervenga cada vez más en la organización de la sociedad civil en entidades capaces de obligar al gobierno a actuar con justicia o a cambiarlo y obligarlo a modificar políticas desastrosas para el desarrollo del país.
Instituciones públicas concientes de este hecho, como la UNAM y muchas otras, han dado la voz de alarma: el gobierno mexicano después de 27 años de neoliberalismo ha perdido la capacidad de emprender acciones que hagan salir al país de la crisis económica y de seguridad pública. Quienes lo gobiernan han perdido la capacidad de entender hasta los fenómenos más sencillos que se miden en el análisis económico.
El Presidente cree así que un supuesto, y dudoso, crecimiento trimestral anualizado del PIB de un 2% en México, implica un crecimiento anual de la economía del 12%, una tasa a la que nunca ha crecido el país y que desde luego representaría una recuperación más que milagrosa de una proceso económico que en este año decreció en realidad en un 7 por ciento. La falsedad va más allá de la mentira propagandística y se interna en el ámbito del analfabetismo numérico.
Lo problemático es que nadie en los medios fue capaz de corregirlo.
Pero la prensa libre debe ahora reflexionar en los caminos no seguidos por el país, decisiones tomadas desde lo alto en contra de nuestros intereses y que ahora han mostrado ser desastrosas, y contra las que no hubo una decisión lógica de hacer frente cuando fue oportuno.
La salida a este laberinto está en el retorno al sentido común en nuestros gobernantes y a la recuperación de la capacidad de posponer la gratificación del abuso del poder a favor del funcionario o de sus asociados. No está de más rescatar una visión ética de la administración pública y desechar ya la visión del poder como botín...¿Peras al olmo?
Un Estado fallido no beneficia a nadie, ni siquiera a corto plazo. La autoridad debe cesar su intento de acallar a quienes disienten en su conducción y de clamar por lo que llama reformas y que no son más que el recrudecimiento de los desastrosos dogmas que nos han traído al actual pantano económico y político.
Estas convicciones solo pueden promoverse a través de un ejercicio periodístico que debe ir más allá de la repetición facilona de la verdad oficial u oficiosa, y que considere que el disenso ha tenido las más de las veces la razón. Este es el criterio con el que esta vez hemos examinado la labor de los participantes en este certamen.
Mario Méndez Acosta
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