Discurso: Mario Méndez Acosta en el XLVII Certamen Nacional e Internacional de Periodismo
COMO cada año, la respuesta de los comunicadores a la Convocatoria del Club ha sido muy alentadora y muestra que los jóvenes que siguen la difícil carrera del periodismo y la información al público están alertas ante la forma en que evoluciona nuestro país y el propio mundo. En esta ocasión como ocurre cada año. Surgen nuevos problemas o llegan éstos a tal proporción que amenazan en verdad con una desestabilización a fondo de nuestra sociedad.
El problema de la violencia indetenible en nuestro país y de los escasos resultados que en su combate obtienen nuestras autoridades poco a poco va opacando y dejando en un segundo plano a los demás asuntos que deberían abordar los candidatos en este año electoral.
La lectura de las bajas cotidianas de personas brutalmente asesinadas se ha hecho un ritual enfermizo que tienen que seguir todos los medios informativos y los aspirantes presidenciales parecen no estar al tanto de lo que ocurre ni de su gravedad.
Contrario a lo que afirman autoridades de varios órdenes y jerarquías, es el crimen organizado el culpable de estos actos de violencia y en general parece que así es. Sin embargo, hay un gremio en el cual las víctimas no lo han sido por culpa de esa casta de criminales que se enseñorea en vastas regiones del país, sino que en proporción creciente son autoridades regionales de diversos niveles los que quitan de en medio a periodistas y acallan efectivamente toda crítica y denuncia. El recientemente divulgado informe de la organización de defensa de los periodistas Artículo 19 evalúa muy negativamente el desempeño de las autoridades del país durante el presente sexenio y asevera que en promedio se registra una agresión cada 17.2 horas. También revela que en los últimos cinco años de los cerca de dos mil ataques de lo que va del presente sexenio, sólo 8% fueron llevadas a cabo supuestamente por integrantes del crimen organizado y 48% por funcionarios públicos, coludidos o no con los propios cárteles o grupos de narcomenudistas. El resto no pueden ser asignados a algún sector criminal por falta sobre todo de evidencia y de investigaciones serias.
Si los datos que da a conocer dicho informe son siquiera cercanamente verídicos nuestro país se encuentra ante una de las tragedias de derechos humanos más impresionantes de la historia reciente de todo el planeta.
Los periodistas se han cansado de exigir seguridad en el desempeño de su trabajo. El mecanismo eufemísticamente llamado de Protección para Periodistas y Defensores de Derechos Humanos no ha funcionado de una manera significativa, ya que han sido atacados periodistas supuestamente protegidos por este conjunto de medidas.
Todo ello resalta el mérito de muchos de los informadores que han enviado sus trabajos a este Certamen, quienes han decidido persistir en esta vocación tan provechosa para la evolución política y social del país en el largo plazo. Nadie se desanima, pero es necesario que la autoridad y los aspirantes a los diversos puestos que se decidirán en estos comicios que se aproximan muestren un mínimo de voluntad y conciencia de que proteger la libertad de prensa es proteger el bienestar del país, de sus hogares y de sus descendientes.
More articles by this author
|