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Edicion 225
Domingo, 24 de Enero de 2010 14:33

Apunte

Calidad y liderazgo en lo global

DE UN TIEMPO ACÁ, con la preeminencia de los esquemas relacionales emergentes de la globalización, términos (vocablos que designan) como productividad, rentabilidad, competitividad, eficiencia, utilidad y eficacia, han adquirido carta de naturalización mucho más allá de los espacios que, se supone en principio, le son propios a la gestión empresarial y administrativa.

PERO TODOS ESOS TÉRMINOS se presentan mediados por dos que resultan centrales en la lógica de la modernidad globalizante: liderazgo y calidad.

En el contexto de la globalización se vuelven necesarios nuevos procedimientos y nuevas formas de relación (el común denominador es su pertinencia para el mantenimiento del estatus propio de ese contexto) y el liderazgo pasa a integrar, junto con términos como los arriba señalados, los nuevos parámetros de la relación productiva y, por extensión, en el conjunto de las actividades sociales.

La calidad, que es distintivo o característica, se asume como buena calidad (la llamada “excelencia académica” sería la calidad buena, al extremo, en los procesos educativos) y se refiere más bien a las ventajas adquiridas en la competencia y en la dotación de competencias. Tiene, esa calidad, una evidente connotación utilitaria y pragmática.

En todo caso, y en esa perspectiva, la elevación de la calidad en la educación superior tiene correspondencia directa con la eficacia y la eficiencia, con la rentabilidad de la inversión y con la adecuación de sus funciones a los reclamos del sector productivo.

De cualquier forma, la calidad, aceptando su uso común como la buena calidad, no es fácilmente definible al aplicarla a los procesos educativos.

La difícil calidad

Salazar (1998) la relaciona "con conceptos de excepcionalidad, excelencia, transformación de la persona a través del proceso educativo" o, retomando la definición de Frigenbaum, "lo mejor para el usuario dentro de ciertas condiciones que implican satisfacer sus expectativas con la más alta relación costo-beneficio".

Esta connotación es justificada por Salazar ya que "al asegurar la calidad del proceso docente, las IES (instituciones de educación superior) cumplen con las funciones para las que fueron creadas y que hoy la sociedad exige en su carácter de sufragadora de su sostenimiento".

Visto así, no parecer haber mayor problema: es justo que la sociedad reclame a las instituciones educativas que cumplan plenamente su elevada misión.

Interés privado vs. Interés público

Caben aquí, sin embargo, algunas consideraciones a partir del hecho de que lo que aparece como “exigencias de la sociedad” se traduce en requerimientos del sector productivo y, más aún, en exigencias del sector empresarial privado.

Cano.jpgEntre otras: a) que las funciones para las que fueron creadas las IES van mucho más allá de la satisfacción de los requerimientos de un sector de la sociedad, de donde se sigue b) que el compromiso esencial de las IES es con la sociedad en su conjunto, no sólo con el sector empleador o productor de bienes y servicios; c) que el costo de las IES es, en efecto, social y colectivo, pero la atención prioritaria, en la perspectiva de "la más alta relación costo-beneficio", a las demandas del sector empresarial, puede parcelar, y parcela, de hecho, el aprovechamiento de la capacidad formativa de las IES, además que d) esa correspondencia-adecuación tiende a prefigurar incluso contenidos curriculares que respondan a necesidades coyunturales. 

Salazar ubica lo que denomina “referentes de desempeño para la calidad en la docencia”: eficiencia terminal, tasa de deserción, tiempo medio de egreso, eficiencia de titulación, índice de titulación, tasa de reprobación, tasa de retención, seguimiento de egresados, hábitos de estudio y el costo de la docencia.

De cómo se expresen esos indicadores depende la calidad académica y el liderazgo, su “correcto ejercicio”, es el factor que permite crear “el clima ideal para el aseguramiento de nuestros propósitos” (elevar la calidad). (Salazar 1998).

Liderazgos a modo

El liderazgo, entonces, aparece como factor para la movilización de los grupos (de académicos, de discentes, de cuadros medios, etcétera) en la dirección correcta, es decir, la que ha sido decidida previamente por los cuadros directivos, sin descargo de su recuperabilidad en determinados aspectos no menores.

Tales liderazgos, en consecuencia, no pasan de operar como facilitadores para la puesta en práctica de líneas de política, estrategias y directrices exógenas a la institución educativa.

Y no porque la institución tenga que resistirse a todo tipo de influencias extramuros (lo que pondría en cuestión buena parte de su sentido social, en extenso) sino porque al exportarse a la educación los parámetros de la productividad industrial, que son traducidos como calidad y liderazgo, en realidad se remite a los procesos educativos a operar como refuerzos de los esquemas relacionales imperantes.

Así, la iniciativa, la creatividad, el empuje y la capacidad de dirección, tan encomiados en el líder, se convierten en recursos para la conservación de un estatus que en modo alguno representa los intereses más generales.

Dirigentes y dirigidos

Ahora bien, en general, el liderazgo se relaciona con autoridad; el líder es tenido como influyente en una comunidad social dada y para la explicación de su ejercicio existen diversas perspectivas.

En todo caso, se trata de una relación directa entre dirigentes y dirigidos, líderes y seguidores, representantes y representados. Entre ellos debe darse una interacción que hace posible la existencia de cada par.

Los términos de la interacción, y en ella el peso específico de cada elemento, determinan en buena medida sus formas de actuación, propósitos, alcances y probables resultados.

Hay tipos de liderazgo correspondientes a situaciones diversas y no cualquier tipo puede ser extrapolado, sin más, a espacios cuya especificidad es distinta.

El caso es que los requerimientos emergentes del entorno global pasan a operar como líneas básicas para la operación de nuestras instituciones educativas y, todavía más, esos requerimientos tienden a prefigurar contenido y misión del quehacer educativo en general.

En ese orden de ideas, calidad y liderazgo en educación adquieren características un tanto alejadas de lo específicamente educativo, al extrapolarse parámetros propios de la productividad industrial (es decir, los requerimientos emergentes del entorno global) a los espacios de formación humana. (Citas: Salazar Silva, Carlos, 1998, Aseguramiento de la calidad en la Educación Superior. El caso de la Universidad de Colima, Libros en Línea, ANUIES, http://www.anuies.mx/anuies/libros98/lib15/0.htm).

Tamborazos

-En abierta campaña, incluso antes de las previas que la ley establece, andan los priístas pretensos al gobierno de Sinaloa. El estatal consejo electoral no ve ni oye. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ).


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