{vozmestart}La crisis 08 y el Tea Party se lo llevaron entre las espuelas
Obama
¿El principio del fin?
JORGE GUILLERMO CANO
(Exclusivo para Voces del Periodista)
Lo dijimos en su momento y eso provocó el enojo de amigos, en México y en Estados Unidos, que nos reclamaron nuestra poca fe en Barack Obama y sus promesas de cambio.
No es el caso, explicamos, de animadversión alguna. Obama incluso cae bien y es una figura carismática que ciertamente presenta diferencias apreciables con los ejecutivos republicanos.
La cuestión es que, con demócratas o republicanos (algo así como priistas y panistas) el sistema se impone al fin y al cabo. No puede ser de otro modo en tanto las estructuras básicas sigan inamovibles.
No es agradable, así sea porque la esperanza debe morir al último, pero, a nuestro parecer, lo que tenía que pasar pasó: Obama no ha podido cumplir, la insatisfacción popular se tradujo en rechazo, los republicanos capitalizaron la inconformidad y ganaron las elecciones intermedias en Estados Unidos, el pasado 2 de noviembre, el Día de Muertos en la tradición mexicana.
La reacción electoral que ha favorecido al Partido Republicano puede parecer un tanto contradictoria, pero se entiende en un contexto de esquemas cerrados, como el que configura al bipartidismo estadounidense.
Malas cuentas y lo que viene
El balance para la administración Obama es de suyo preocupante. Líderes del Tea Party, una fuerza ni tan emergente por el origen de sus epígonos, han mostrado su intención real: Impedir que Obama se reelija.
Reformas pendientes que pudieran favorecer a los más jodidos (dicho sea sin eufemismos), la migratoria entre ellas, que prometió Obama, difícilmente saldrán adelante con una mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
No se requiere ser augur para prever que los republicanos buscarán imponer el sello conservador que relativizará de suyo los alcances favorables, por ejemplo, para la gran masa de inmigrantes “ilegales”.
Siendo realistas, y a la luz de lo que está sucediendo en Estados Unidos, es de esperarse una escalada discriminatoria peor a la que ya se da en aquel país contra los mexicanos, particularmente.
Signo ilustrativo: en Arizona logra permanecer en la gubernatura la señora Janice Brewer, del Partido Republicano, promotora de la controvertida ley SB 1070, mientras el cherife Joe Arpaio, hijo de inmigrantes napolitanos, sigue violando derechos civiles con total impunidad.
Buscando el hilo negro
La mayoría de los analistas en Estados Unidos señala el “desencanto” de los votantes que habían apoyado a Obama, y a los candidatos de su partido, como la causa del rechazo, y su traducción en apoyo a los republicanos que, ciertamente, barrieron en la Cámara de Representantes y redujeron notablemente la ventaja demócrata en el Senado.
El país, dicen, a dos años del triunfo de Obama, tiene mayores dificultades económicas; las relativas reformas impulsadas no se han traducido en mejoría sustantiva, el desempleo no se ha abatido y aumenta. En suma, el gobierno de Obama no ha respondido a las expectativas que generó, repiten a diestra y siniestra.
El “peligro” Obama
Y el golpe ha sido duro: los republicanos toman el control de la Cámara de Representantes y avanzan seis escaños en el Senado; su ventaja en la Cámara es superior a sesenta.
Obama ha dicho que el resultado de esas elecciones demuestra que "la gente está profundamente frustrada" y expresó: "como Presidente, acepto la responsabilidad".
Sin descargo de esas consideraciones está también la feroz campaña mediática de los republicanos, y sus promotores del gran capital, para hacer responsable, casi único, a Obama de una crisis que, en obvio, estaba antes de él, y presentarlo como un “peligro” para la nación del norte (en el extremo del despropósito hasta “comunista” le han llamado.)
Se acentúa el declive
La cuestión es que Obama, quien llegó a la Casa Blanca, el 20 de enero de 2009, con una popularidad del 70 por ciento y su slogan "Yes We Can" ("Sí Podemos") no ha encontrado la manera de responder a quienes ahora reclaman que cumpla sus promesas.
Los republicanos no se cansan de evidenciar que las expectativas creadas por Obama son, en su mayoría, inconsistentes con la naturaleza del sistema estadounidense, desmesuradas y fuera de proporción.
Es decir, Barack Obama no consideró en su correcta dimensión el peso de las estructuras que el capital, como lo hace en prácticamente todo el mundo, mantiene a costa de lo que sea.
Lo que no dicen los republicanos es que son corresponsables de lo que critican y que, si por ellos fuera, la cosa estaría peor.
Como sea, la “frustración” y el “desencanto” se han traducido en una notable disminución de la confianza en el gobierno de los demócratas y la desaprobación al presidente rebasa el 50 por ciento, según las últimas encuestas.
Las culpas ¿ajenas?
En efecto, la derecha estadounidense, los conservadores (la tipificación no parece tener mayores referentes de peso: “en el fondo republicanos y demócratas son la misma gata”, dicen los críticos) pasó factura al Presidente por medidas como la reforma del sistema sanitario.
Desde luego, también le hacen responsable del crecimiento del déficit presupuestario.
La crisis del 2008, cuyo impacto continúa, no es responsabilidad exclusiva de la actual administración, admiten incluso los republicanos. Se trata más bien de una herencia ominosa del régimen Bush, pero la reacción republicana aprovechó muy bien la desmesura de los compromisos (incumplidos, a la postre) establecidos por Obama, manipulando a la opinión pública al grado de que ahora aparece como el gran responsable.
Y que no se reelija
La declarada prioridad de Obama, sanear la economía y regresar los estándares de bienestar, se confronta con el aumento del desempleo, la proliferación de los homeless en las ciudades y la pérdida no sólo de aquellos niveles, sino hasta de las propiedades familiares.
Encuestas previas a la votación intermedia, mostraron que cuatro de cada 10 votantes potenciales aseguran estar peor que antes de que tomara posesión Obama.
Los dueños del dinero (y en ese costal hay republicanos y prominentes demócratas) lograron relativizar, si no evadir, su propia responsabilidad en lo que fueron partícipes centrales.
Pero ahora el objetivo que se refleja en la sonrisa plástica de Sarah Palin, no requiere de subterfugios: se trata de impedir que Obama se reelija.
El Tea Party, la pantalla del capital
El Tea Party, que más que un partido es un movimiento (justamente calificado de ultraconservador y que esgrime banderas populistas) surgió casi inmediatamente después del triunfo de Obama en 2008.
Sarah Palin, quien fuera candidata republicana a la vicepresidencia, es una de sus principales figuras.
Al principio no se le concedían mayores probabilidades de consolidarse como la fuerza política que ahora es. Pero ya ganaron en Florida, Indiana, Kentucky, Carolina del Sur y Minnesota.
Aunque el Partido Republicano es su principal bastión, el Tea Party cuenta ya con presencia propia y sus posiciones más radicales, con el control de la Cámara, serán constante obstáculo a las propuestas de Obama.
Saben que si las condiciones económicas y sociales se complican aún más en Estados Unidos, la ganancia electoral será para los republicanos, el Tea Party, los “ultras” y demás epígonos del gran capital.
Ya lo constataron y, como no requieren de mayor imaginación para diseñar sus “estrategias”, ese será su objetivo ni tan debajo de la manga. Se verá. {vozmeend}(
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