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Edición 264

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retobos

¡Aguas! Abel que

Caín te cae

 

 

Cuando la hermandad en hermandá es recortada… algo peor que la simbólica consanguinidad de la mafia acaece: el Génesis deja de ser creencia pero permanece su principio literal, los carnales se descarnan, la misma sangre abre vertederos en la piel cercana, el aforístico vislumbre de Homo Faber se cumplimenta: “No hay hermano más grande que un amigo sin comillas… ni mayor dolencia que la fraternal cuchillada de un traidor”.

 

Cada Abelote porta su Caíncito bien indigerido

Durante casi todo el porfiriato, uno de los hermanos Vázquez Gómez -Francisco- se desenvolvió en exitosa placidez recompensado por miembros, miembrotes y membrillos de l’alta  sociedá porfiadamente porfiriana y asaz afrancesada; incluso fue médico personal de don Porfirio, amén de atender a otras cebadísimas criaturotas de la dictadura como Ives Limantour. El otro fraterno -Emilio- le entró a las leyes, escribió artículos periodísticos contra la mareadora circunferencia de la reelección que, pese a ser críticas no muy puntiagudas… le acarrearon fugaces visitas a chirona, tan fugaces que no requirió de fuga alguna.

 

La cacareada Paz Ovoide del régimen, la terminante y granjera Pazahuevo del sistema… no pudo esconder más el descontento, biombos y mamparas se abatieron con toda la paceña escenografía. Los carnalitos Vázquez Gómez -no de inmediato- se aliaron a Madero y, tras los Tratados de Ciudad Juárez, Caín y Abel se hicieron presentes a despecho de la fábula.

 

NovMadero

El inicio de la carnal ruptura se suscitó, porque Francisco Vázquez Gómez fue uno de los signatarios de tal Tratado en que quizá por primera ocasión en el historial de las rúbricas… un triunfante movimiento armado firmó al calce descalzado, un convenio de tintes a tinta derrotado.

 

En una redundancia de Panchos, el interinato presidencial de Francisco León de la Barra acentuó la vazquezgomeziana “descarnalización”. Don Emilio, desde la cartera de Gobernación, intentaba concretar compromisos revolucionarios, sobre todo en materia agraria, en tanto su hermano, don Francisco, en la Secretaría de Educación, nadaba con la clásica mortandad de los muy vivos sobre los caldosos océanos de La Grilla.

 

Y otra vez los Panchos en trío sin requinto retornan a la escena: Francisco interino corre a un Vázquez de Gobernación, con anuencia y hasta regocijo de Francisco I. Madero, mientras otro Vázquez -Francisco- protesta por el hermano removido, desde la griega mascarada de un irigotito. (El relevo -Alberto García Granados- azufrinamente equivale lo que ya se olía en el panorama: el fin del maderismo por ripiosos yerros de Madero mismo, al atribuírsele la oración sin misal, pero con paredones de “La bala que mate a Madero salvará al país”, eso no lo dijo el macabro dicharachero, pero sí fue uno de los que apuntalaron el proyectil y la pared grandota, lo que le redituó un cargo de harta pólvora y harto erario en el huertazo).

 

Don Emilio -igual que una mayoría de revolucionarios- se disgustó por el referido acuerdito juarense. A la par los Vázquez Gómez se disgustarían contra el jefe de la revolución, porque éste al vapor creó el Partido Constitucional Progresista evaporando el Antirreeleccionista, en el cual los dos carnalitos habían tenido descollantes posiciones, sin embargo, las argucias maderistas de descarrilar fraternidades ya habían conseguido la volcadura. Caín y Abel con frecuencia se reciclan en las sucursales de otra entraña.

 

Contrahermanadas tartuferías

La disensión fraternal de los Vázquez Gómez fue tan real, que el médico, cuando el jurista fue propuesto en los Planes de Tacubaya y Texcoco… enmudeció más que un cenzontle disecado. Y es que pese a lo pírrico e inviable de ambos llamamientos… significaban el rechazo más sólido contra la “tardanza” de lo escrito en el Plan de San Luis, se trató de un adelantito, ya sin “pirrismos” o inviabilidades del Plan de Ayala, del gran Zapata, a quien entre el titipuchal de calumnias y pinocheces, le fabricaron un distanciamiento contra su hermano Eufemio, en un re-cuento de Tartufo, que hasta algunos admiradores del Miliano inolvidable se zampan sin analizar la masticada.

 

En la cinta ¡Viva Zapata!, de Elia Kazan, a Eufemio Zapata Salazar (interpretado por Anthony Quinn) lo estereotipan en una especie de lumpen campirano, le escenifican actitudes de briago cuya conciencia y subordinación se hallan destinadas en exclusiva A Su Majestá El Pomo, además de abusivo noqueador de ancianitos y aventurero garañón de la revolufia.

 

Quinn se llevó el Oscar y Eufemio las patrañas. De pura pantalla separaron a los carnales, sin embargo, en la vida veraz sin neón o histrionismos… el hermano de Miliano fue un revolucionario cabal: dirigente de una sección del Ejército Libertador del Sur y de un ingenio azucarero; participó en la redacción de varios manifiestos zapatistas; era un cosmopolita que antes del levantamiento se dedicó a la compra-venta de una enorme diversidad de objetos, entre éstos, libros y pinturas; recorría varios estados en una carreta atiborrada de antigüedades que, sin contradicción, a fondo conocía y reconocía el joven anticuario.

 

Eufemio no golpeó al padre de Sidronio Camacho, como muchos en re-señas y mímica parlotean, se trató de una invención del vástago para “justificar” su alineamiento carranclán. Martín Luis Guzmán en El águila y la serpiente, hace emitir a Eufemio que la silla presidencial era pa’treparla sobre el lomo de jamelgos; Fernando Benítez, en Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana, le fabrica audibles susurritos de que tal sillísima tiene maleficio, prefabricado monologuito del cual se puede colegir que sentarse en esa sillota, más que poder… acarrea almorranas. Más de un “analista” re-toma de un buche lo anterior como algo verídico, la superstición en un murmullo igual que en ¡Viva Zapata!, no hay mito pero sí mitote en el guión de Steinbeck de un Miliano a lo Marlon Brando, en que por cierto no aparece en la presentación del filme la novela en que se basó el libreto: Zapata the unconquerable, algo así como el invencible o inconquistable Zapata, de Edgcum Pinchon, como tampoco y también por cierto… no aparece la novela Los olvidados, de Jesús Rodríguez Guerrero, en la cinta de igual título de Buñuel. “Olvidos” hermanados en el memorial de los abusos.

 

Hermandades en alkazeltzeriana disolución

En ficción y veracidad algunos carnalismos se desencarnalan, en la ficción Los hermanos Karamazov, de Dostoyesky… o Abel Sánchez, de Unamuno; en la veracidad Juana Castro se aparta de Cuba y de Fidel en busca de compañía, en búsqueda de la CIA… o Adolphe Blanqui escindido de su hermano August, el gran anarquista, a fin de adherirse bien recompensado a los que hicieron de su fratelo residente a plazo fijo en los enrejados de la sombra y la humedad.

 

En anteriores retobadas se apuntó la pública e irreparable ruptura de Jesús Flores Magón contra sus hermanos Ricardo y Enrique, separación carnal a cambio de retribuciones pecuniarias y politiqureras que le proporcionaron a don Chucho una chuchería.

 

Gustavo Madero por poco y se cainiza contra su hermano Francisco, cuando el presidente de la república decretó un impuesto a las petroleras, bajísimo, de hecho cuantitativamente casi inane (20 centavos por tonelada), pero, como los elegantes expresan, gravamen fundamental en términos cualitativos, bajo la denominación impositiva de “timbre”, que por vez primerita timbró en los portones infranqueables de las trasnacionales.

 

Don Gustavo criticó a don Francisco con argumentos a lo don Jelipe, alabando a los magnates del crudo de perpetua sed explotadora. A partir de la decisión presidencial… se inició -en relampagueante itinerario- derrocamiento, magnicidio, y crimen remarcadamente cruel contra Gustavo Madero, a quien el prefascismo autóctono nunca le perdonó el parentesco.

 

Del huertazo, dirigido por la Casa Blanca a través de su mariscal-embajador Henry Lane Wilson… importantes enseñanzas tuvieron Nixon, Kissinger, Pinochet y la ITT. Las “siete hermanas” del crudo, de origen e intereses opuestos, concordaron bien hermanadas en el derrocamiento y el asesinato contra dos hermanos, pese a que uno de ellos les alabara su literal crudeza a la hora de atracar sin barcos pero con Bacos crudísimos y crudelísimos.

JoseYvesLimantour
Otro ilustre.

Álvaro Obregón, uno de los más hábiles seres de Polakia del grilleril archivo de nuestra historia… fue el mefistofélico cerebro que cainizó a una buena porción de la Casa del Obrero Mundial con el espontáneo surgimiento de los Batallones Rojos, erigidos para enfrentar al villismo y campesinos zapatistas; hermanos contra hermanos, Abel y Caín al múltiplo en la intriga carrancista ideada por don Álvaro, representado por Doctor Atl y Zubarán Capmany, quienes negociaron con dirigentes “obreros” que ya despedían precharrísimos efluvios. Máuseres en simbología de quijadas de burro en la terrible desorientación de los Caínes.

 

Ya lo han estipulado filósofos de las dialécticas aceras: El antídoto contra Caín, la hermandad verdadera, radica en compartir el caserón de otra huella.

pinopaez76arrobayahoo.com.mx

 

 

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