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El sexenio que agoniza
Si algo define este sexenio que agoniza, con la derecha en el poder por segunda ocasión y con una continuidad que mucho ha dañado a la nación, es la palabra fracaso, pues ésta plasma de manera general e ilustrativa lo que han hecho y dejado de hacer los integrantes del equipo de Felipe Calderón Hinojosa, cabeza que rodará irremediablemente y por su propio peso, como es costumbre en estos casos o bien, perdiéndose discretamente bajo la capa protectora de la impunidad con que en este país se premia a todos los mandatarios después de dejar el mando.
Ya hasta resulta oficioso tomar y retomar el tema del papel del presidente Calderón, quien si bien pudo tener uno que otro logro en su administración, el peso aplastante de sus errores, actos y omisiones es contundente y le dejan como uno de los peores gobiernos mexicanos de nuestra historia reciente ¡y vaya que si hemos padecido muchos que han sido de lo más nefastos! Las denuncias, los denuestos y las acusaciones llueven a granel sobre una administración que ha sorteado, y muy mal, los cinco años que lleva en el poder; sucesor de otro inepto disfuncional y paciente psiquiátrico (El Vaticano dixit) como Vicente Fox, el abogado Calderón Hinojosa se ha dedicado a mantener su posición terca y dañina de entreguismo a los grandes capitales, a las directrices y exigencias del Tío Sam encabezado por Barak Obama, a la práctica furibunda de un neoliberalismo rampante y charro, y esa guerra al crimen organizado que ha costado y seguirá costando miles de vidas y el atiborramiento de las cárceles, la multiplicación de la violencia y el predominio de la injusticia repleta de corrupción e impunidad.
Y por mucho que quieran hacer sus corifeos defensores oficiosos o por compromiso, dentro de la política y los medios, para justificar su negativo desempeño, las cifras, las denuncias y los hechos mismos están ante la opinión pública nacional e internacional de manera muy obvia, lo cual permite hacer cera y pabilo de una administración que resultó no sólo en perverso continuismo de una derecha inexperta y fanática subordinada a intereses ajenos, sino una debacle en la cual la enajenación de las riquezas y bienes nacionales tuvo, esta sí, grandes avances. Ahora el reto para esa derecha nefasta es mantenerse en el poder y para la nación el sacarlos de ese poder, no por nada se están dando tantas denuncias públicas, críticas en grandes medios (incluso hasta los que eran o son sus aliados) y demandas internacionales por los desatinos, abusos, incongruencias y, sobre todo, los graves daños que se han ocasionado a la sociedad y al país todo por esa febril rapiña para beneficiar más a empresarios, socios y aliados.
Sin embargo, suceda quien le suceda, Felipe Calderón entregará un país con saldos rojos y no solamente en número, sino en vidas humanas; una economía de ficciones demagógicas y realidades preocupantes, un aparato de Estado más desprestigiado que nunca, una victoria casi total del crimen organizado, una desigualdad social mayor y un futuro más que incierto para su heredero y para México. Es lamentable y criticable que tan pocos individuos en el poder hagan tanto daño a millones de seres a quienes debieron gobernar de manera correcta y acertada.
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