DEFINICIONES
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS (Exclusivo para Voces del Periodistas)
El Poder Legislativo a punto de convertirse
en crisol de una nueva lucha de clases
EL PODER LEGISLATIVO, o sea, las cámaras de diputados y de senadores, deben actuar con prudencia tratándose de cambios a la Ley Federal del Trabajo, propuestos por el presidente Felipe Calderón, para atender los deseos de las grandes empresas trasnacionales que pretenden instalar sus negocios en México, a condición de que se legalice el pago de bajos salarios y los derechos de los trabajadores sufran mengua.
Si por acatar las consignas del “alto mando” se despachan con la “cuchara grande”a favor de la voraz clase patronal globalizada, se corre el riesgo de crear condiciones que polaricen a los factores de la producción e induzca a una lucha de clases, lo que sería ruinoso para el país, porque en estos momentos, después de 42 años de cambios que lesionan el futuro de los mexicanos, lo que requerimos con urgencia es restaurar la auténtica planta productiva mexicana, para crear fuentes de trabajo tanto en el campo como en la ciudad.
Para que entendamos mejor lo que está sucediendo con motivo de dichos cambios a la Ley Federal del Trabajo, es necesario expresar que constituye una perversa falacia decir que para que los mexicanos progresemos a base de la creación de nuevas fuentes de trabajo, necesitamos capital extranjero.
Esto es falso, porque lo que da origen a la creación y disponibilidad de capitales es precisamente el ahorro y la previsión, en torno a programas de trabajo productivo en bienes y servicios.
Y sin pedir préstamos
Si en México se establecen condiciones para el trabajo productivo, no necesitaremos que venga capital del extranjero. Con los capitales que genere nuestra fuerza de trabajo, tendremos para reinvertir las utilidades en el surgimiento de nuevas fuentes de trabajo. En el pasado, eso fue lo que hicimos y nos fue muy bien. Me refiero a la administración del Presidente Manuel Ávila Camacho -1940-1946-, que bajo el lema: Produce lo que el país consume; consume lo que el país produce”, estimuló metas de progreso sin igual que no tienen paralelo en toda la historia del México independiente.
Su potencia fue de tal naturaleza que impulsó la etapa del “desarrollo estabilizador”, para iniciar los 30 años de progreso nacional en todos los órdenes, y restauración paulatina de los rezagos en materia de justicia social. Dicho proceso que engrandeció a México lamentablemente terminó en la década de los 70, cuando se empezaron a dar los pasos atrás, neoliberales y macroeconómicos, que han empobrecido a los mexicanos.
En el sexenio del presidente Ávila Camacho, el progreso se realizó sin préstamos, porque entonces, hasta donde lo recordamos y si la memoria no nos falla, no estaba permitido hipotecar al país ni autorizar que fuerza extranjera alguna violara nuestra soberanía nacional con el establecimiento de bases militares o la presencia de “asesores”, como ocurre ahora esto último con la “guerra” contra el narcotráfico que no es nuestra, ciertamente, sino de los E.U. para intervenir en los asuntos internos de las naciones sobre todo en América Latina.
Ahora el país está hipotecado
Es muy posible que la llamada reforma laboral sea uno de los compromisos adquiridos por Felipe Calderón en sus tratos con el extranjero, en materia de préstamos condicionados. Siendo así, las cámaras de senadores como y de diputados deben actuar con la debida prudencia y tino, así como con patriotismo y el sentido nacionalista, para no conceder tantas facilidades, como la mano de obra barata y sin garantía de los mexicanos a los inversionistas extranjeros, que vienen a llevarse las utilidades a costa de matar de hambre a los mexicanos, con bajos salarios.
Recientemente, el senador Benjamín Robles Montoya hizo declaraciones referentes a que Calderón hereda a México una deuda de varios billones de pesos, lo que no tiene precedente en los anales de nuestro acontecer nacional. Esta enorme deuda, producto de préstamos condicionados, es el origen de la llamada reforma laboral.
El legislador dice que el gobierno panista de Felipe Calderón “nos hereda una deuda de 9 billones 292 mil 324 millones de pesos”, de acuerdo a la nota publicada por el Diario Puntual, el pasado 2 de octubre.
Lo anterior representa un aumento del 153 por ciento del monto que se adeudaba en 2006, que era superior a los 3 billones de pesos, enfatizó el senador Robles Montoya. De acuerdo con la información que cita el senador oaxaqueño, con base en datos de Hacienda, “el saldo de la deuda del gobierno federal tanto interna como externa, al primero de diciembre de 2006, ascendía a un billón 791 mil 543 millones de pesos; pero al 30 de junio de 2012 había crecido a cuatro billones 174 mil millones de pesos”.
Se añade que la deuda del sector público al primer día de Calderón, fue de un billón 875 mil 154 pesos y al cierre del segundo trimestre de 2012, superó los cinco billones de pesos, lo que totaliza un adeudo de 9 billones 292 mil 343 millones de pesos. Cada día el gobierno creció la deuda en 3 mil 420 millones de pesos.
En otras palabras, Calderón deja hipotecado a México y con el proyecto de reforma laboral, para que en nuestro propio suelo les trabajemos a los extranjeros con sueldos de miseria.
Pasos atrás con la reforma
El pretexto para acometer dicha reforma, como ya hemos dicho, es la traída de capitales extranjeros para que creen fuentes de trabajo, pero no hay necesidad de esto, porque nosotros, tal como lo hemos dicho también, con nuestro trabajo, la previsión y el ahorro, podemos crear nuestros propios capitales. En la historia de la humanidad está asentado que primero existió el trabajo y luego el capital que, manejado por especuladores mundiales como el FMI el BM, etcétera se convierten en fuentes de esclavitud con los préstamos condicionados.
Aunque él piense lo contrario, Manlio Fabio Beltrones -Don Beltrone le suelen llamar - no debe sentirse orgulloso con su papel de peón de los bancos mundiales que imponen condiciones a México con sus préstamos. Don Beltrone se muestra satisfecho de ser el concertador de arreglos que disminuyen los derechos del mexicano.
En el caso de la reforma laboral, los legisladores deben andar con pies de plomo, o sea, pensar bien, antes de proceder a votar los cambios porque está de por medio el futuro de la clase laboral.
Los ánimos no deben polarizarse con la disminución de los derechos laborales y de lo cual se queja el Partido de los Trabajadores. Necesitamos conciliación, no querellas, si se trata de crear fuentes de trabajo.
El sector de trabajadores adheridos al PT, dice que, con los cambios en esa legislación se elimina la antigüedad como factor de ascenso laboral, a la vez que se facilita el despido de los trabajadores, permitiéndose que puedan hacerse aun sin notificación, o notificando por internet; legaliza la subcobntratación -que evade los derechos laborales -, es decir, los llamados outsourcing.
El contenido de las reformas laborales resulta controversial. Los legisladores deben tener mucho cuidado con que esos cambios sean factor de polarización que pueda desembocar en lucha de clases. Esto nunca debe ocurrir. Los legisladores harían mucho bien si lo evitaran. La sabiduría popular dice que hay ocasiones en que lo mejor de los dados es no jugarlos”. Como ninguna ley reglamentaria, por muy federal que sea está por encima de la Constitución, en el tema de la reforma laboral aún queda un largo trecho qué recorrer.
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