EXAMEN MÉXICO
ÁLVARO ARAGÓN AYALA
Gobernar entre tumbas
Pueblo de esperanzas muertas
Enrique Peña Nieto se sentó en la silla presidencial manchada de sangre. El Presidente recibió a México desvertebrado y destripado La Silla Presidencial quedó manchada de sangre. De los buenos y los malos. De los inocentes y culpables. De los ángeles y demonios. Del pueblo de las esperanzas muertas.
En la estampida de los canallas y el renovado anhelo sexenal las dudas son si subsistirá o no la tradicional impunidad de los ex presidentes de la República y si arropará o no a Felipe Calderón Hinojosa. Si aquellos que ofrecieron justicia y seguridad permitirán la “fuga” de Genaro García Luna, aquel titular de la Secretaría de Seguridad Pública, uno de los cerebros de la carnicería humana.
Quizá retorciéndose de risa paranoica, el genocida sexenal bracea en las lagunas de la Constitución y trota en los laberintos de las complicidades transexenales -¿irá o no en plena fuga? No fueron gratuitos, costaron millones de pesos con cargo al erario nacional los postremos días de exterminador dedicados a su esterilización y santificación televisiva, en la construcción de su apócrifa figura de patriota.
En la justificación de la matanza demencial. Su spot preferido fue una alabanza a su cinismo extasiado: “Tomé la decisión de combatir de frente a los criminales, mi preocupación era proteger a las familias y pensar en el país que le dejaríamos a nuestros hijos. Actuamos firmemente, sin titubeos. Hoy tenemos un México que se juega el alma por cuidar a su gente. Por ti, por tu familia y por México esta lucha vale la pena”.
Tomé, publicitó Calderón, en la aceptación tácita de una decisión unipersonal, que no exime a su cuerpo de colaboradores y que lo ajustará al juicio de la historia.
Nunca tuvo remedio: Hasta el último día, hora, minuto de su mandato, Calderón construyó y reconstruyó un “régimen de excepción” o “Estado de emergencia”, conculcó garantías y soslayó el respeto a los derechos humanos y otorgó a las fuerzas armadas una “carta de impunidad” en aras de apuntalar su esquizofrénica estrategia anticrimen, en la que el coparticipe, su brazo derecho en el área de seguridad, Genaro García Luna, se regocijaba con las cifras de los “caídos” en su guerra, contando los muertos.
La mancuerna Clinton-García Luna
Pero ya se fue. Se fue el sexenio de pólvora y sangre dejando interrogantes, amarguras, rencores: La guadaña clavada en el corazón de la República: osarios, luto en miles y miles de hogares y hambre en 55 millones compatriotas, 12 millones en desempleo y subempleo y otros 14 millones sobreviviendo del ambulantaje: más de un millón de personas desplazadas de sus pueblos.
Se fue, heredando un sistema educativo colapsado. Con todos los programas de nivel básico mercantilizados. Con “universidades cemento”, fábrica de profesionistas desempleados. Con 900 mil ninis que viven un insultante presente y un futuro sin expectativas y 9 billones 292 millones de pesos de deuda pública, interna y externa -153 por ciento más de lo que se adeudaba en 2006-, pese a los miles de millones extras de petrodólares que no justifican la generación dos millones de nuevos pobres por año en los últimos seis años.
¿Qué hay para adelante? ¿La última esperanza para la “nación- infierno”? Con la sombra de la CIA sobre Los Pinos y Palacio Nacional, desvertebrados y destripados los aparatos de seguridad nacional, violencia, exterminio, desocupación que mata o lanza a la desesperación criminal, las voces de los mexicanos son de llanto y desilusión. De reclamo de justicia.
En la transición, la República se resiste a renovar contratos con la muerte y la miseria. Ceñida la banda presidencial en su pecho, Enrique Peña Nieto se instaló en el Poder Ejecutivo, a la mitad del foro, en el México en el que se sembraron balas y cosechan cadáveres, donde gobernar será caminar entre tumbas, abrazar el proyecto de rearmado del rompecabezas nacional, sin pies ni cabeza. Con piezas desechas, unas, otras teñidas de sangre. Otras más rebeldes al federalismo, propiedad de señores feudales estatales.
Ya en el Congreso de la Unión, diputados y senadores, sentados en sus curules con olor a omisión y camposanto, histriones todos de los grupúsculos que han arruinado el país, obedecen pasando sobre el silencioso grito opositor, las primeras consignas, manufacturando la supersecretaría del sexenio, la de Gobernación, dando simultáneamente sus primeros zarpazos al presupuesto: automóviles de lujo, viáticos, compensaciones. Es el comienzo del habitual y vil rapiñaje en el Congreso de la Unión.
Remendones de la Constitución y de sus leyes, los legisladores es seguro que velarán por sus intereses, por proteger sus cotos de poder, ocultando su estatus de camarillas mafiosas: En el entramado de sus compromisos entraron en la primera fase del exhibicionismo del pasado que tanto callaron, como si se tratara del descubrimiento del hilo negro, para intentar hacer creer a la sociedad que ahora si desde el parlamento se construirá el México del siglo XXI, el del “nuevo” PRI de los dinosaurios; del “renovado” PAN, ya sin el estandarte hitleriano-calderonista.
O de la nación desde la perspectiva “republicana”, jajaja, de la izquierda que se desgarra las vestiduras y se auto-descuartiza. De ese PRD del que parten bifurcados dos futuros partidos: MORENA y Concertación Mexicana. O del país de los estériles espermatozoides de los dueños de los partidos “átomos”, PVEM, Movimiento Ciudadano, PT y Panal, rémoras coyunturales, negocios de familias.
El debate legislativo se da entonces entre representantes de los cárteles políticos. En el estercolero. Pero más allá del discurso tribuno, México es la cueva del lobo. Habitarlo es un martirio. Una pesadilla. Simbiosis demoniaca ¿Cómo revertir entonces la realidad sociopolítica? ¿Cómo frenar la delincuencia, cuyo principal caldo de cultivo es la marginación y el hambre? ¿Cómo rescatar y regresar la confianza a los mexicanos en sus instituciones? ¿Cómo reintegrar a México su esencia, unidad y orgullo?.
El país quedó hecho una porquería: secretarías de Estado con plagas de burócratas, reprobadas por el saqueo y uso electorero. Epidemia de agencias de espionaje estadounidenses. Políticos megaenriquecidos. En concreto: El país del fracasado sueño azul se convirtió en una factoría de nuevos ricos y de más pobres y de muertos posmodernistas. Incluso la guerra narca, que sirvió de distractor para ocultar negocios palaciegos de la pandilla del PAN, atrajo también la maldición a los Pinos y Palacio Nacional.
De los colaboradores que ocuparon las 19 secretarías de Estado dos murieron en “accidentes” cuando se desempeñaban como secretarios de Gobernación: Juan Camilo Mouriño Terrazo y Juan Francisco Blake Mora; y uno por enfermedad: Alonso Lujambio Irazábal. De los 19 secretarios de Estado, sólo siete terminaron en el cargo: la canciller Patricia Espinosa Cantellano; el de Sedena Guillermo Galván Galván; el de Marina Mariano Francisco Saynez Mendoza; el de Seguridad Pública Genaro García Luna; el de Semarnat Juan Rafael Elvira Quesada; el de Salud que luego pasó a la SEP José Ángel Villalobos; y el de Reforma Agraria Abelardo Escobar Prieto.
Bruno Francisco Ferrari García de Alba nombrado el 14 de julio de 2010 secretario de Economía, víctima de una trombosis cerebral, terminó en un hospital privado.
A la vista del exterior, México es una zona de guerra. El semanario inglés The Economist publicó un mapa interactivo con el índice de violencia que se vive en los estados, en comparación con otras naciones. La lista del semanario británico comparó el número de homicidios anuales en nuestro país con el mundo: Aguascalientes-Nueva Zelanda. Baja California-Cuba. Baja California Sur-Barbados. Campeche-Croacia. Chiapas-Cuba. Chihuahua-Ucrania. Coahuila-Lesotho. Colima-Mongolia Distrito Federal-Nepal. Durango-Chile. Estado de México-Kazajistán. Guanajuato-Lesoto. Guerrero-Guinea. Hidalgo-Letonia. Jalisco-Congo. Michoacán-Nicaragua. Morelos-Nepal. Nayarit-Guinea Bissau. Nuevo León-Ruanda. Oaxaca-Italia. Puebla-Haití. Querétaro-Bahamas. Quintana Roo-Laos. San Luis Potosí-España. Sinaloa-Madagascar. Sonora-Mauritania. Tabasco-Bulgaria. Tamaulipas-Puerto Rico. Tlaxcala-Austria. Veracruz-Chile. Yucatán-Armenia. Zacatecas-Israel.
La imagen de la derrota
A diez días del término del sexenio trágico, el Departamento de Estado de Estados Unidos recomendó a los hijos del Tío Sam no visitar 19 entidades de México por la presencia de cárteles de la droga que mantienen “una lucha violenta para controlar las rutas de tráfico de drogas y otras actividades criminales”. El documento titulado Advertencia de Viaje, indicó que la violencia desatada por el negocio relacionado con la droga generó 60 mil 418 homicidios, de 2006 a 2012, de acuerdo con reportes de instituciones mexicanas. Aunque la mayoría de las muertes están vinculadas con el narcotráfico, también se asesina a inocentes. Ciento cuarenta y cinco de ellos son estadounidenses, rezó el comunicado.
Sin embargo la cifra de muertos es mayor: Con base en los certificados de defunción emitidos por médicos legistas inscritos en cuatro mil 732 oficinas del Registro Civil, así como en los reportes mensuales de mil 96 agencias del Ministerio Público, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía -Inegi- indicó que de 2007 a 2011 se perpetraron en México 95 mil 632 homicidios documentados. (Teología de la Muerte. Voces del Periodista edición 290.)
La senadora de la República, Diva Hadamira Gastélum Bajo, parafraseó lo que ya se sabía, que cuando menos 1.2 millones de personas fueron obligadas a abandonar sus lugares de origen como consecuencia del combate militar a las bandas del narcotráfico, que provocó 47 mil 500 muertos según cifras oficiales, pero la cifra trepa hasta los 90 mil de acuerdo con recuentos independientes.
La legisladora reeditó que la violencia ha generado que centenares de miles de mexicanos se hayan visto en la necesidad de llevarse a sus familias a otros lugares. "Por desgracia, nuestro país se encuentra, junto con Nicaragua, Colombia y El Salvador, entre los cuatro países de América Latina con mayor número de desplazamientos", dijo.
La presencia militar en los poblados rurales y serranos que por la falta de apoyo gubernamental subsisten de la siembra y cultivo de mariguana y amapola no garantizó seguridad. Ni alimentos a los hambreados y marginados. Ni empleos. Ni escuelas. Ni servicios de salud. En los pueblos y ciudades los frutos del programa anticrimen de Calderón yacen en los cementerios legales y en tumbas clandestinas. Las cruces de los “éxitos” de la guerra sobresalen en carreteras, caminos y veredas.
Lo asqueroso es que quienes estuvieron al frente a la estrategia de combate al crimen y la seguridad de la nación, al cierre del capítulo sexenal exhiban sus miserias, pleitos y odios. Sus flancos corruptos y sospechosos: el verdadero rostro malnacido del que parecía honorable y compacto equipo calderonistas. Las pugnas que libraron Marisela Morales de la PGR y Genaro García Luna, de la SSP, ante un omiso y cómplice Alejandro Poiré Romero que convirtió la Secretaría de Gobernación en una institución enana, compatible a su tamaño.
Lo repulsivo es la insultante fortuna amasada en México y en el extranjero por quien fuera el titular de la SSP, Genaro García, que por largos seis años “administró” una Policía que “tragó” 400 mil millones de pesos del presupuesto, cantidad mayor a la que recibieron la Sedena, que operó con más de 220 mil millones de pesos durante el sexenio, y la Semar que ejerció 84 mil millones de pesos.
Caramba ¿Qué llevó a Calderón y a sus encubridores sexenales, diputados y senadores, comparsas y avaladores de los partidos políticos, a otorgar a la SSP un presupuesto de tal envergadura si al final de la jornada el que fuera presidente de la República, Genaro García Luna - especie de Duque de Otranto en Los Pinos-en perenne coito político con Alejandro Poiré, desmantelaron todas las estructuras de inteligencia y contrainteligencia del país para facilitar el trabajo en México de las agencias de espionaje estadounidense?
El dinero al final de cuentas no se sabe en que se gastó. En que bolsa fue a parar: el experimento de la Policía Federal Preventiva, Agencia Federal de Investigaciones y Policía Federal quedó en eso, en experimento. En la práctica, en los 32 estados del país se recargó el trabajo a la Sedena y la Semar. Las corporaciones y las agencias del Ministerio Público Federal actuaron en la mayoría de los casos como receptora de detenidos y cadáveres para la fotografía y la emisión del boletín.
En los municipios se mandó al matadero a las policías municipales obligándolas a combatir el crimen organizado.
Exacto. Es momento de comenzar a ajustar cuentas al megarico del sexenio. A Genaro García Luna presuntamente relacionado con el narco, que vivió a cuerpo de rey en su casa de costo millonario en la Colonia Paseos del Pedregal y en una lujosa mansión de más de 20 millones de pesos que se mandó construir en el fraccionamiento Jardines de la Montaña en la delegación Tlalpan, del Distrito Federal.
Es tiempo también de sentar en el banquillo de los acusados al genocida Felipe Calderón. ¿Quien se atreverá? ¿O todo rodará en los discursos en el Congreso de la Unión de quienes se autonombran líderes de las “fuerzas progresistas” o los revolucionarios del país, pero que igual se han enriquecido con el dinero del erario y con el tráfico de influencias?
A los canallas, los criminales de guerra, no los espantan las peroratas. Sus conchas son de armadillo y sus oídos de sordos. El país no se reconstruye con palabras. Con versos tirados al viento. Hay que aplicar la ley. Urge entonces que el presidente Enrique Peña Nieto abra un combate frontal a la corrupción, contra la delincuencia gubernamental. Que rearme el país. Que someta a una total reingeniería las instituciones. Que purgue las secretarías de Estado saqueadas y desarticuladas. Que gire instrucciones para que se atiendan los reportes de desfalcos y peculados multimillonarios de la Auditoría Superior de la Federación.
Que como presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas corrija las vulnerabilidades del país y fortaleza la nación. Que recupere el orgullo y honorabilidad de los militares en aire, mar y tierra, que cumpla compromisos, que impulse un crecimiento vigoroso que genere empleos y desarrollo para atacar la pobreza, la violencia y la delincuencia.
Que fije una política de gobernabilidad, clave en todo sistema democrático, republicano y federalista. No hay reversa. Los tiempos se han cumplido: Enrique Peña Nieto hereda deudas billonarias. Un país hecho trizas. Una “nación-infierno”. Un camposanto. Gobernará entre tumbas. Ya está sentado en la Silla Presidencial manchada por Felipe Calderón con la sangre de los mexicanos. Pero México está de pie. Y exige justicia! El genocida anda suelto….
Calderón, ¿narcopresidente?
A tres días de entregar la Banda Presidencial, Felipe Calderón Hinojosa fue azotado con la misma vara que la PGR-SIEDO usó para encarcelar al General de División Diplomado del Estado Mayor Ángeles Dauahare y al de Brigadier Diplomado del Estado Mayor Roberto Dawe González: Una denuncia adjudicada al narcotraficante Edgar La Barbie Valdez Villarreal, , sobre las presuntas relaciones de los militares con el crimen organizado.
La Barbie
Según una carta, de la autoría de Valdez Villarreal, el presidente Felipe Calderón mantuvo a lo largo de su sexenio, nexos con los líderes del narcotráfico en México. Reveló que por medio del finado secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y del también difunto general Mario Arturo Acosta Chaparro, Calderón buscó negociaciones con los jefes de los cárteles. La Barbie denunció que Calderón sostuvo contacto con los líderes de Los Zetas, Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño; con el Cártel de Sinaloa, dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada; con Vicente El señor de los cielos Carrillo Fuentes, cabeza del Cártel de Juárez; con la Familia Michoacana y con los hermanos Beltrán Leyva, agrupación, liderada en parte, por Valdez Villarreal. Señaló que la plana mayor de la Secretaría de Seguridad Pública, empezando por Genaro García Luna, recibió dinero a manos llenas de todos los grupos del crimen organizado, él incluido. "Yo pude haber hecho lo que haya hecho pero ellos, los funcionarios públicos que menciono, también son parte de la estructura criminal de este país", finalizó el escrito de la La Barbie ¿Por qué no atender lo escrito en la epístola hecha circular por el periódico Reforma y otros medios, entre éstos The Wall Street Journal, si a los dichos atribuidos a Valdez Villarreal contra los militares se les ha otorgado el valor de plena prueba en la PGR-SIEDO y en los juzgados de distrito?
PD) El extinto ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y diputado federal, don Juventino Castro Castro hizo públicas denuncias expresamente contra Genaro García Luna como activo de los cárteles de la droga, pero la procuradora de Calderón, La colorina Maricela Morales Ibáñez se hizo como que la Virgen le hablaba. (Álvaro Aragón Ayala)
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