RETOBOS EMPLUMADOS Pino Páez (Exclusivo para Voces del Periodista)
En una vida caben muchas vidas
LATÍ VITAL, ES UNA LIBRERÍA de viejo que oferta todos los
rubros de la escritura, pero con énfasis marcado y remarcado, en
autobiografías. Se ubica en la céntrica y defeña Victoria 42, altos ídem, en
una azotea donde de verdad sin Pedro
Infante ni Marga López, se le pueden hacer cosquillas a los querubines tan
nuestros del Quinto Cielo.
Memoria desde un diván
Unos cuantos días atrás, en Latí Vital, se suscitó una charla que creció en debate, entre un
cliente, septuagenario quizá, de espalda en exceso curva y cuello, asimismo
excesivo en su largura: daba la impresión de un rostro surgido de alguna
catapulta, quien charlaba con la altísima encargada del negocio, no sólo por
estar en un inmenso y hermoso “penthouse” proletario, sino por su estatura: tal
vez 1.90, sin alzarse ni realzarse en tacones de condominio. El Barrabás
El viejecito, escaso de pelo y copeteado de arrugas…
por el lomo empuñaba un librote que aparentaba la gordura de un medio millar de
páginas, en que con letras muy rojas se leía: Anthony Quinn, el pecado original; el señor, con pulmones que
cualquier sonidero envidiaría… comentaba haber leído ya la autobiografía del
afamado actor, añadiendo su punto de vista: “Es una revelación de oropel, una
treta de diván, en plática y adorno de psicoanálisis, sin miga, migajón, ni
médula que posibilite ver algo más que un mero ardid sin ardor que pretende
-más que deslumbrar- apantallar miradas con un Quinn adulto que charla con las
visiones visionudas de un Quinn niño, sin que nada emerja del inconsciente
sedimentado…”
La mujer, posiblemente con la mitad de años de su
interlocutor, lo atajó desde una dulzura vocal, como si de mandarinas fuese su
alfabeto: “Es posible que la figura freudiana que eligió haya sido una
pretensión de enmarcar el recuento, que no el re-cuento, de una porción de su
existencia, ¿no se le hizo, empero, interesante lo que relata de Mae West?, ese
portento de actriz, lengua erótica de doble sentido, sin relación con el albur
ni menos con la señorita Lengüinsky… Anota que la también productora era dueña
de un hotel, donde lo citó, con la intención de firmar un contrato… y
apoderarse de sus carnes, compra
realizada, debido a que antes, a un amigo de la diva, le impidieron la entrada
por ser negro; la gran artista, la personificación del talento, lo adquirió a
fin de que sus puertas a ningún color se le cerraran. Fíjese usted qué de
analogías tiene una vida con otras vidas: en Cuba, en la era batistiana, en el
Habana Hilton, a las personas negras también se les prohibía el ingreso, al
grado que a Josephine Baker, genial e histórica cantante de jazz, pese a ser
conocida y reconocida desde entonces… la administración hotelera le puso el
umbral de muralla. Como usted sabe, tras el triunfo revolucionario, el Habana
Hilton se convirtió en Habana Libre, con talleres de costura, clases de
alfabetización, conferencias, reuniones sindicales y, entre otros muchos usos…
cursos de guion cinematográfico impartidos por José Revuelta, eso muestra y demuestra,
dobla y redobla, la hipótesis de que esta estrella sin falsos foquitos de neón,
hubiese tenido un acolchonado vínculo -de colcha y colchón-con el gran púgil
guanajuatense “Chango” Casanova. No se trata de ilustrar estampitas, el autor
le señala a la par un cobro indebido, pero la luz es la luz, aunque pretendan
cortarla los recibos que mienten una luminaria”.
El interrumpido asumió el desquite apoyado en su
vozarrón, y vocerrón, de alud que alude cada pronunciar: “Sí, pero eso no quita
que quiera impresionar, épater le
bourgois, que en folclórica traducción del francés significa apantallagüeyes, dizque muy lectorcito
de Nietzche, Wolfe, Thoreau, Platón… sin que sus de apipizca se posen en
nidales de algún librito mexicano, como si él no…” (la librera escurre de nuevo
su interpelación en su tonalidad de alegría en amaranto): “Lo importante es que
don Anthony ratifica que nació aquí, en Chihuahua, lo mismo que su mamá y papá, el abuelo paterno que nunca
conoció sí era irlandés, de allí le viene el Quinn y el segundo apellido, ¡qué
apellido!, OAXACA, así, mayúsculo en su belleza, como el terruño donde los Dioses tejieron con su aliento los
paisajes. ¿Y no acaso cita que en un desplegado fue de los firmantes contra el
racista enjuiciamiento en perjuicio y prejuicio de jóvenes chicanos?, ¿no
redactó una crítica contra marines racistas que en sus weekends, en sus fines
de semanita con licencia y con coca, la líquida y la nevosa, se divertían
golpeando chicanos, en ocasiones hasta la muerte, en acciones de linchamiento a
domicilio…?”.
De un existir brotan otras existencias
Ya tenía su público la platiquita, los demás
circunstantes de Latí Vital,
anhelaban llevarse ese librote, esperaban el finiquito de la tertulia a dúo, y
que el senecto no se agenciara el ejemplar que él mismo confesó haber ya leído,
que diera oportunidad a otras pupilas de afincarse en el memorial, mas El pecado original seguía condenado en
aquella empuñadura.
El de los posibles setenta y pico, le dio más
volumen, no más hojas al ejemplar, sino decibeles y gongs mayor sonoridad a la
campanilla, al sentirse enfocado en aquel fortuito debatir. Se puso socrático,
trató de imponerse en la refriega por medio de la dialéctica original,
preguntando con anzuelos de interrogación: ¿En su referencia a eso de una vida
que desprende varias vidas… o algo así, es factible que de un cuerpo salga otro cuerpo que no sea rejuego
de maniquí?”.
La elevada ofertante de biografías bajo propia
rúbrica y resuello… socrática igualmente se comportó en su respuesta, contestando
con otros anzuelos y otras redes sin Internet: ¿Por qué Rabindranath Tagore, el
polígrafo a quien la seño Martita de Fox, revistió y re-vistió con falda y
pantimedias, volviéndolo lindísima piernudota: Rabinita Tagorita, exenta de
veracruzana cirugía… escribió Tú no eres
lo que ves, sino su sombra? ,
¿lo diría porque la sombra es el próximo, el prójimo, el congénere que nunca
vemos más allá de nuestra propia oscuridad?, ¿y debido a qué Dostoyesvki
publicó El Doble, y Juan Ignacio
Luca ¿Quién soy yo?, y Miguel Sawa
planteándose ese inquirir en otro texto y contexto, y la epístola del Che a su
progenitora, Celia de la Serna Llosa, donde le cartea el enigma de sus Dos yo: el -literalmente- socialudo… y
el viajero, y El otro de Miguel de
Unamuno, y el Yo ya no soy ni mi casa es
mi casa de Lorca que ahorca sin ripio ni soga pero con una dualidad, y el
shakesperiano Ser o no ser con que
uno escudriña entre tendones el inquilinato de uno mismo en distinta
geometría?, ¿y…
El contertulio-debatiente pareció temer que le
dieran un trago de cicuta sin gloria e inmortalidá,
abandonó la táctica del filósofo y le atoró a las evacuaciones en molde
rescatadas, en la obra misma de Quinn, en el obrar mismito de don Anthony, en
que aparecen y reaparecen los términos “pedo” y “mierda”, como si buscara en
auxilio la salvación de una bacinica, con la evidentísima estratagema de
confundir a la “oponente”, de sacarla de quicio, sin embargo, a quien sí
extrajo de quicio y rendija fue a una señora de unos 50 abriles, quien de plano
y de frente le censuró la “vulgaridad”… y aprovechando el ínterin de su
indignación preguntó por el precio de tal autobiografía, el hombre apretó más
el lomo (el del librote), la librera sin tumbar ni una pizquita de miel a su
tesitura, explicó que no había razón para el enojo que, en efecto, tales
palabras estaban en el volumen… “como están en diccionarios y bacines”… Todos
reímos, dispuestos a escuchar lo que denotaba ser el corolario de la
“confrontación”, del duelo circunstancial acerca de una vida, de cerca muchas
vidas, de la vida de aquél y de éste, en donde todos cabemos, aunque se quiera
desocupar al próximo, al prójimo, al congénere: “El autor expresa que entre las
causas que lo condujeron a estar sin devaneo en el diván, fue su interpretación
-con todo y Oscar conseguido- de Eufemio Zapata, en un film de Kazan, a lo
mejor por libreto y tratamiento de lumpen-campirano, al hermano del gran
Miliano, libreto ajeno a la veracidad, script antípoda del real-revolucionario
existir…
“El bucanero
está también compaginado, no sólo la cinta en que actuó en papel modesto,
dirigido por quien sería su suegro: el
magnate de la industria cinematográfica, Cecil B. de Mille, sino que décadas
después, don Anthony dirigiría El
bucanero con las actuaciones de estelares de Yul Brynner y Charlton Heston,
el primero en el rol del corsario Jean Lafitte, a quien Byron le destinara un
verso, el pirata que traficara con esclavos, lo que ya no se apuntó en la
biografía, es que a ese Lafitte le atribuyen quehaceres de espionaje contra la
lucha independentista mexicana, ni que haya asesinado a muchos autóctonos
karankawa, hermanos indios que combatieron pro México en la guerra en que Texas
significó en fauces imperialistas una descomunal tarascada; etnia de la que no
hay un solo monumento, ni un testimonio en placa aunque de maqueta fuese, a
pesar de que Stephen Austin, uno de los “colonos” texanos, robara la tierra
karankawa tras cometer otro genocidio. Eso no está en El pecado original, pero se encuentra en otras líneas, en otros
trazos, en otras existencias, aunque a borrones se quiera diluirlos en
neblina”.
El debatiente compró el enlomado librote, y con la
voz pulcra de ruido y lapidación, se lo obsequió a la señora que le increpó los
sustantivos excrementales. Todos bajamos victoriosos de Victoria 42, de Latí
Vital, llenos de vida, de muchas vidas, de aspiraciones y expiraciones que
a todos corresponden, y a todos colman de barlovento y de mistral en los
torbellinos de cada resollada.
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