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Edición 304
Escrito por Pino Páez   
Miércoles, 29 de Mayo de 2013 10:03

RETOBOS EMPLUMADOS

Pino Páez 

(Exclusivo para Voces del Periodista)

 

En una vida caben muchas vidas 

    LATÍ VITAL, ES UNA LIBRERÍA de viejo que oferta todos los rubros de la escritura, pero con énfasis marcado y remarcado, en autobiografías. Se ubica en la céntrica y defeña Victoria 42, altos ídem, en una azotea donde de verdad sin  Pedro Infante ni Marga López, se le pueden hacer cosquillas a los querubines tan nuestros del Quinto Cielo.

Memoria desde un diván 

Unos cuantos días atrás, en Latí Vital, se suscitó una charla que creció en debate, entre un cliente, septuagenario quizá, de espalda en exceso curva y cuello, asimismo excesivo en su largura: daba la impresión de un rostro surgido de alguna catapulta, quien charlaba con la altísima encargada del negocio, no sólo por estar en un inmenso y hermoso “penthouse” proletario, sino por su estatura: tal vez 1.90, sin alzarse ni realzarse en tacones de condominio.


El Barrabás

El viejecito, escaso de pelo y copeteado de arrugas… por el lomo empuñaba un librote que aparentaba la gordura de un medio millar de páginas, en que con letras muy rojas se leía: Anthony Quinn, el pecado original; el señor, con pulmones que cualquier sonidero envidiaría… comentaba haber leído ya la autobiografía del afamado actor, añadiendo su punto de vista: “Es una revelación de oropel, una treta de diván, en plática y adorno de psicoanálisis, sin miga, migajón, ni médula que posibilite ver algo más que un mero ardid sin ardor que pretende -más que deslumbrar- apantallar miradas con un Quinn adulto que charla con las visiones visionudas de un Quinn niño, sin que nada emerja del inconsciente sedimentado…”

La mujer, posiblemente con la mitad de años de su interlocutor, lo atajó desde una dulzura vocal, como si de mandarinas fuese su alfabeto: “Es posible que la figura freudiana que eligió haya sido una pretensión de enmarcar el recuento, que no el re-cuento, de una porción de su existencia, ¿no se le hizo, empero, interesante lo que relata de Mae West?, ese portento de actriz, lengua erótica de doble sentido, sin relación con el albur ni menos con la señorita Lengüinsky… Anota que la también productora era dueña de un hotel, donde lo citó, con la intención de firmar un contrato… y apoderarse de sus carnes,  compra realizada, debido a que antes, a un amigo de la diva, le impidieron la entrada por ser negro; la gran artista, la personificación del talento, lo adquirió a fin de que sus puertas a ningún color se le cerraran. Fíjese usted qué de analogías tiene una vida con otras vidas: en Cuba, en la era batistiana, en el Habana Hilton, a las personas negras también se les prohibía el ingreso, al grado que a Josephine Baker, genial e histórica cantante de jazz, pese a ser conocida y reconocida desde entonces… la administración hotelera le puso el umbral de muralla. Como usted sabe, tras el triunfo revolucionario, el Habana Hilton se convirtió en Habana Libre, con talleres de costura, clases de alfabetización, conferencias, reuniones sindicales y, entre otros muchos usos… cursos de guion cinematográfico impartidos por José Revuelta, eso muestra y demuestra, dobla y redobla, la hipótesis de que esta estrella sin falsos foquitos de neón, hubiese tenido un acolchonado vínculo -de colcha y colchón-con el gran púgil guanajuatense “Chango” Casanova. No se trata de ilustrar estampitas, el autor le señala a la par un cobro indebido, pero la luz es la luz, aunque pretendan cortarla los recibos que mienten una luminaria”.

El interrumpido asumió el desquite apoyado en su vozarrón, y vocerrón, de alud que alude cada pronunciar: “Sí, pero eso no quita que quiera impresionar, épater le bourgois, que en folclórica traducción del francés significa apantallagüeyes, dizque muy lectorcito de Nietzche, Wolfe, Thoreau, Platón… sin que sus de apipizca se posen en nidales de algún librito mexicano, como si él no…” (la librera escurre de nuevo su interpelación en su tonalidad de alegría en amaranto): “Lo importante es que don Anthony ratifica que nació aquí, en Chihuahua, lo mismo que su  mamá y papá, el abuelo paterno que nunca conoció sí era irlandés, de allí le viene el Quinn y el segundo apellido, ¡qué apellido!, OAXACA, así, mayúsculo en su belleza, como el terruño donde los Dioses tejieron con su aliento los paisajes. ¿Y no acaso cita que en un desplegado fue de los firmantes contra el racista enjuiciamiento en perjuicio y prejuicio de jóvenes chicanos?, ¿no redactó una crítica contra marines racistas que en sus weekends, en sus fines de semanita con licencia y con coca, la líquida y la nevosa, se divertían golpeando chicanos, en ocasiones hasta la muerte, en acciones de linchamiento a domicilio…?”.

De un existir brotan otras existencias

Ya tenía su público la platiquita, los demás circunstantes de Latí Vital, anhelaban llevarse ese librote, esperaban el finiquito de la tertulia a dúo, y que el senecto no se agenciara el ejemplar que él mismo confesó haber ya leído, que diera oportunidad a otras pupilas de afincarse en el memorial, mas El pecado original seguía condenado en aquella empuñadura.

El de los posibles setenta y pico, le dio más volumen, no más hojas al ejemplar, sino decibeles y gongs mayor sonoridad a la campanilla, al sentirse enfocado en aquel fortuito debatir. Se puso socrático, trató de imponerse en la refriega por medio de la dialéctica original, preguntando con anzuelos de interrogación: ¿En su referencia a eso de una vida que desprende varias vidas… o algo así, es factible que de un  cuerpo salga otro cuerpo que no sea rejuego de maniquí?”.

La elevada ofertante de biografías bajo propia rúbrica y resuello… socrática igualmente se comportó en su respuesta, contestando con otros anzuelos y otras redes sin Internet: ¿Por qué Rabindranath Tagore, el polígrafo a quien la seño Martita de Fox, revistió y re-vistió con falda y pantimedias, volviéndolo lindísima piernudota: Rabinita Tagorita, exenta de veracruzana cirugía… escribió Tú no eres lo que ves, sino su sombra? , ¿lo diría porque la sombra es el próximo, el prójimo, el congénere que nunca vemos más allá de nuestra propia oscuridad?, ¿y debido a qué Dostoyesvki publicó El Doble, y Juan Ignacio Luca ¿Quién soy yo?, y Miguel Sawa planteándose ese inquirir en otro texto y contexto, y la epístola del Che a su progenitora, Celia de la Serna Llosa, donde le cartea el enigma de sus Dos yo: el -literalmente- socialudo… y el viajero, y El otro de Miguel de Unamuno, y el Yo ya no soy ni mi casa es mi casa de Lorca que ahorca sin ripio ni soga pero con una dualidad, y el shakesperiano Ser o no ser con que uno escudriña entre tendones el inquilinato de uno mismo en distinta geometría?, ¿y…

El contertulio-debatiente pareció temer que le dieran un trago de cicuta sin gloria e inmortalidá, abandonó la táctica del filósofo y le atoró a las evacuaciones en molde rescatadas, en la obra misma de Quinn, en el obrar mismito de don Anthony, en que aparecen y reaparecen los términos “pedo” y “mierda”, como si buscara en auxilio la salvación de una bacinica, con la evidentísima estratagema de confundir a la “oponente”, de sacarla de quicio, sin embargo, a quien sí extrajo de quicio y rendija fue a una señora de unos 50 abriles, quien de plano y de frente le censuró la “vulgaridad”… y aprovechando el ínterin de su indignación preguntó por el precio de tal autobiografía, el hombre apretó más el lomo (el del librote), la librera sin tumbar ni una pizquita de miel a su tesitura, explicó que no había razón para el enojo que, en efecto, tales palabras estaban en el volumen… “como están en diccionarios y bacines”… Todos reímos, dispuestos a escuchar lo que denotaba ser el corolario de la “confrontación”, del duelo circunstancial acerca de una vida, de cerca muchas vidas, de la vida de aquél y de éste, en donde todos cabemos, aunque se quiera desocupar al próximo, al prójimo, al congénere: “El autor expresa que entre las causas que lo condujeron a estar sin devaneo en el diván, fue su interpretación -con todo y Oscar conseguido- de Eufemio Zapata, en un film de Kazan, a lo mejor por libreto y tratamiento de lumpen-campirano, al hermano del gran Miliano, libreto ajeno a la veracidad, script antípoda del real-revolucionario existir…

El bucanero está también compaginado, no sólo la cinta en que actuó en papel modesto, dirigido por quien sería su suegro:  el magnate de la industria cinematográfica, Cecil B. de Mille, sino que décadas después, don Anthony dirigiría El bucanero con las actuaciones de estelares de Yul Brynner y Charlton Heston, el primero en el rol del corsario Jean Lafitte, a quien Byron le destinara un verso, el pirata que traficara con esclavos, lo que ya no se apuntó en la biografía, es que a ese Lafitte le atribuyen quehaceres de espionaje contra la lucha independentista mexicana, ni que haya asesinado a muchos autóctonos karankawa, hermanos indios que combatieron pro México en la guerra en que Texas significó en fauces imperialistas una descomunal tarascada; etnia de la que no hay un solo monumento, ni un testimonio en placa aunque de maqueta fuese, a pesar de que Stephen Austin, uno de los “colonos” texanos, robara la tierra karankawa tras cometer otro genocidio. Eso no está en El pecado original, pero se encuentra en otras líneas, en otros trazos, en otras existencias, aunque a borrones se quiera diluirlos en neblina”.

El debatiente compró el enlomado librote, y con la voz pulcra de ruido y lapidación, se lo obsequió a la señora que le increpó los sustantivos excrementales. Todos bajamos victoriosos de Victoria 42,  de Latí Vital, llenos de vida, de muchas vidas, de aspiraciones y expiraciones que a todos corresponden, y a todos colman de barlovento y de mistral en los torbellinos de cada resollada.

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