Dime con quién andas…
CUANDO TODAVÍA los espejismos relumbran, a paso acelerado la medianía de la política
nacional, y la consolidación de la kakistocracia,
alzan su tea.
Es
en ese orden de ideas, como dicen los que saben, que se inscribe la entronización
del señor Mario López, gobernador de Sinaloa, el pasado lunes 18 de febrero, en la ciudad de Chihuahua, como
presidente de la
Conferencia Nacional de gobernadores (Conago), en evento que
fue encabezado por el presidente de México, Enrique Peña Nieto.
López
Valdez sustituyó en el cargo a su homólogo de Chihuahua, César Duarte Jáquez,
para convertirse en el décimo primer presidente de ese organismo que se
constituyó como contrapeso al Ejecutivo federal y que ahora no pasa de comparsa
levemente vestida de opinión alterna.
Como la
realidad a fin de cuentas se impone y la percepción social y política no surge
de la nada, para la llamada “prensa nacional” la figura de López
apareció en segundo plano, en varios casos en la irrelevancia casi.
Con su nuevo presidente, rauda la tal Conago acordó
“fortalecer las estrategias de seguridad, consolidar el mando único policial y
concretar un frente común a favor del desarrollo de México” (el tal pacto)
directrices todas del presidente Peña Nieto.
Simple
cortesanismo
Que asistieran 29 mandatarios estatales, la mayor
cantidad de ellos en los 10 años de la Conago, se explica por la presencia de Peña Nieto y el
cortesanismo que se internaliza en los tiempos que corren.
López
Valdez, según rezó infaltable relatoría, “reiteró el compromiso de los
gobernadores del país de ser aliados del gobierno federal en esta nueva etapa
que vive México” y le dijo a EPN: “colaboraremos para consolidar el gobierno
eficaz que usted nos ha propuesto a los mexicanos y que está en marcha desde el
primer día de su gestión”.
Nada
mal para un gobernador surgido de una alianza (un tanto estrambótica, pero
mancuerna al fin con aderezo tricolor) entre el PAN y el PRD.
Peña
Nieto dijo lo suyo: “para lograr consolidar los grandes acuerdos, es necesaria
la inclusión de todos para trabajar de manera articulada, con objetivos
compartidos, con voluntad política, con recursos y tareas, para hacer frente
común a los grandes desafíos del país”.
Los
tiempos del discurso (que aterrice es otra cosa).
En
los meses que vienen, ya se verá, la actoría de la Conago vendrá a menos y sus
momentos de relumbrón estarán invariablemente ligados a los designios
presidenciales. De eso se trata.
El Concilio Vaticano II
El
Concilio Vaticano II, de
carácter ecuménico, fue convocado por el papa Juan XXIII
y se
realizó en cuatro etapas: la primera, conducida por
el propio convocante, en 1962, y el resto, de 1963 a 1965, presididas por Pablo VI, sucesor
de Juan XXIII.
Ese
Concilio es considerado un parteaguas en la historia cercana del catolicismo.
Tuvo como fines principales promover la fe católica, la renovación moral de la
vida cristiana, adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades del tiempo
que se vive y promover una interrelación con otras religiones, principalmente
las orientales.
Fue visto como una aggiornamento (puesta
al día) de la Iglesia,
impulsando su apertura, revisando y actualizando sus dinámicas.
Esfuerzo grande, se redactaron 16 documentos, divididos en 4
constituciones, 3 declaraciones y 9 decretos.
La
relevancia de los actuales problemas del Vaticano, bancarios, delincuenciales,
dogmáticos, que empezaron a difundirse ampliamente desde Juan Pablo II, hace
volver la mirada al Concilio Vaticano II.
Y
con el arribo de Francisco, el Papa argentino que toma las riendas que soltó
Benedicto, esa mirada se viste de contrastación obligada entre el decir y el
hacer de aquí en adelante.
Iglesias en crisis
Es
un hecho que las grandes iglesias han perdido influencia y las razones son muchas
en este mundo que nos ha tocado navegar: descomposición social, alejamiento de
los referentes tradicionales, invasión de los espacios familiares por las
tecnologías para todo y para nada, deterioro institucional y ausencia de
credibilidad generalizada, entre otras.
En
el caso de la Iglesia
Católica, los casos de pederastia, la cerrazón a cambios que
ya se han impuesto por la vía de los hechos y una suerte de anacronismo que
permea las dinámicas vaticanas, han
agudizado ese deterioro ciertamente generalizado.
La
institución religiosa se ha debilitado sin duda y la feligresía responde más a
la tradición, la costumbre y la impersonal generalización (“todos somos
cristianos”) que a una verdadera “militancia de la fe”.
Ese
fue el panorama que tuvo ante sí Benedicto XVI durante su papado.
Se fue Benedicto
Joseph
Ratzinger fue prefecto de la
Congregación para la Defensa de la Fe (su antecedente es la Santa Inquisición).
Desde ahí, el cardenal pudo conocer, de primera mano, tanto las consideradas
desviaciones de católicos críticos como las propias de los ortodoxos epígonos
del papado. Y se encontró con que la gravedad de lo interno era peor.
Finalmente, Ratzinger, Benedicto XVI, abdicó al
papado. Valentía o lo contrario, como afirman críticos de uno y otro lado, su
acto, a nuestro parecer, fue sencillamente consecuente y honesto.
Y
a fin de no abundar demasiado en este comentario, que se hace desde la duda de la Fe (que tampoco encuentra
claros referentes) digamos en conclusión que la renuncia de Benedicto XVI, en
todo caso, ratifica la terrenalidad del Papado.
Llega
Francisco y a ver qué pasa.
De a mentiritas
Elevar
la calidad y el rendimiento escolar, en todos sus niveles, a querer o no, pasa
por el incremento de los recursos destinados a la educación.
Si
los recursos son limitados a sabiendas (como sucede a lo largo y ancho de
México) la situación se complica, sin pretender que sea la única causa del
deterioro en un contexto determinado.
Malova
El
énfasis en la calidad se ha intensificado por las transformaciones de la
economía mundial en los últimos 25 años. La (buena) calidad de la educación,
particularmente la técnica y superior, así como la investigación en ciencia y
tecnología son ahora factor central del desarrollo nacional.
Las
experiencias de reforma del sistema educativo en América Latina dejan claro que
mientras no se aumente la capacidad de las instituciones educativas para
gestionar mejoras de la calidad, no es posible lograr ese objetivo. Esto quiere
decir que los gobiernos tienen que invertir más en educación.
El huevo de la serpiente
El
problema de los alumnos que provienen de los estratos económicos más bajos
parece insalvable mientras no se corrijan asimetrías sociales y se reduzcan los
índices de pobres y pobreza extrema.
En
perversa derivación, muchos jóvenes que viven en la marginación y en
comunidades donde campea la violencia, como la nuestra, tienden a imitar
conductas delictivas que ven como única salida a su situación y palanca de
movilidad social.
Y
mientras las instituciones sigan padeciendo limitaciones que contrastan con los
evidentes excesos gubernamentales, nada bueno se puede esperar.
Por
ejemplo, la máxima casa de estudios de Sinaloa, la UAS, arrastra un déficit de
mil 257 millones 743 mil pesos y ni siquiera los recursos etiquetados fluyen
como debiera.
Al
parecer, las autoridades no alcanzan a entender la magnitud del problema o
simplemente lo ignoran y marginan de manera irresponsable.
El
apoyo a la educación se trata, desde la oficialidad federal y estatal, como un
discurso de mentiritas y poses. Una farsa, pues.
Tamborazos
-Sin solución a la vista (todos se hacen de la vista gorda) continúa la
violación a la
Constitución por parte del gobierno en los llamados
“retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla
efectivamente.
-Fuertes indicios de la renta de patrullas, uniformes y hasta armas, por
parte de gendarmes de toda etiqueta, como se ha visto ya en varias partes del
país. Y nadie hace nada realmente efectivo.
-Ya está en circulación nuestro libro El Mensaje, de relatos y
aforismos. A ver a dónde llega (
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).