“¿De dónde ≠≤∞#ǿ salieron tantos ≠≤∞#ǿ indios?
Tte. Col. George Armstrong Custer 7th Cavarly Regiment, Little Big Horn.
Hasta la fecha los estudiosos se debaten en la duda acerca de la personalidad del Teniente Coronel George Armstrong Custer (New Rumley, Ohio, 5 de diciembre de 1839 – Little Big Horn —pequeño gran cuerno—, Montana, 25 de junio de 1876), quien fuera un oficial de caballería del Ejército de los EE.UU. que participó en la Guerra de Secesión y en las llamadas Guerras Indias, mismas en las que obtuvo su fama póstuma.
Aunque durante toda su vida tuvo varios motes puestos por amigos y adversarios, era conocido por los Cheyenne como Tsêhe'êsta'éhe o Háa'êsta'éhe, “el de los cabellos largos”, a causa de su melena de color pajizo. Fue un militar orgulloso y considerado por sus detractores como un oportunista busca glorias. Sin embargo, los soldados que lo tuvieron como comandante lo consideraban un gran líder, llegando a ser para ellos un héroe. También se caracterizó por ser un militar a quien le gustaba muy poco obedecer órdenes.
Su fama le fue impuesta porque el 25 de junio de 1876 murió junto a 210 de sus hombres del famoso Séptimo Regimiento de Caballería en la batalla del pequeño gran cuerno, que lo enfrentó a las tribus comandadas por el jefe indio siux Caballo Loco.
Custer fue hijo de Emanuel Henry Custer (1806-1892), herrero y granjero, y su mujer Marie Ward Kirkpatrick (1807-1882). La familia Custer había emigrado a América a finales del siglo XVII desde Westfalia. Su apellido original era “Küster”. El historiador Faust refiere una historia ligeramente diferente: Su antepasado habría sido un soldado de Hesse —como “el jinete sin cabeza” de Washington Irving—, liberado en 1778 tras la rendición de Burgoyne. Este investigador también afirmó que los Custer cambiaron su apellido no sólo para evitar complicaciones con su ascendencia alemana, sino para librarse del estigma de su procedencia hessiana, que resultaba ofensiva para la sensibilidad estadounidense. Custer ha sido considerado un héroe estadunidense en libros y filmes como el famoso “Murieron con las botas puestas” pero también duramente criticado en otros como “Pequeño Gran Hombre” y la más reciente “El último samurái”… se ha cuestionado que su avance hacia el campamento de Caballo Loco fue muy imprudente, amén de haber dividido a sus tropas y no llevar la artillería que tenía asignada (ametralladoras Gatling de cañones múltiples), no haber considerado la enorme cantidad de guerreros que enfrentaba. Imprudencia, jactancia o exceso de confianza la caballería conoció la derrota y los “piel roja” su más grande victoria, jamás repetirían algo así; pues ese día Custer y sus 210 jinetes cabalgaron hacia la muerte y una cuestionable gloria, quizá escuchando en sus mentes los sones de la canción del “séptimo” Garry Owen, y sin saberlo a cumplir con la arenga de Caballo Loco a sus bravos: ¡Síganme los valientes! Este es un buen día para morir…
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