El racismo antichichimeca de Lorenzo Córdova y su galáctico reaccionarismo referente al genocidio contra jóvenes normalistas en Ayotzinapa que pretende cronicar en remake a lo astronauta… no mengua su esencia discriminatoria pese a lo privado de un palique telefónico.
Aquí primero fue el verbo y luego el caos
Lo ilegal en la difusión de lo conversado, en efecto, en nada disminuye las re-babas sin torno en torno de lo dicho; así ocurrió con el gober precioso y la hermosura de su entonación misógina, represiva, fascista; o la charla de los Borgia carnalitos Salinas de Gortari: Doña Ariadnita y don Raulito cuando éste se hallaba de gira en Almoloya, pa’ luego quedar absuelto de todo, hasta del estómago quedó absuelto; o a Luisito Téllez en balconeo oral al dos de bastos a su expatrón Carlangas Corleone, en difusión de la seño Purificación que del PAN dio una zancadita de harina y curul al PRD, pa’ser difundida y fundida a su vez en purificado parloteo de bisnes bien jugosos en el enjuague bucal y vocal de las telecomunicaciones; o…
Don Lorencito pretendió reducir su palabrear en el vacilón de lo “jocoso”, imposible, por más que se refugie en su ascendencia sin elevador que lo catapulte, y haga pucheritos a lo Enrique Guzmán cuando éste destrozo en un churroscope “La Mucurita” con todo canéfora y jarrón; lo captado de tal verbo discriminatorio redundó en análisis de papel, café y marchas, respecto a la “democracia” electoral aplicad por exIFEños e INEsinos desde el lloviznado arsenal de las comillas.
Papás grandotes que no son abuelitos
Ya don Pero Grullo hasta la saciedad ha reiterado que el espectro electoral, sin fantasmas ni Merlines… es el idóneo sitial de la territorialidad democrática; el votar y ser votado sin BES labiales ni puntiagudos puntapiés; el “Sufragio efectivo, no reelección” es más que un apotegma maderista; sabido y consabido es lo de Obregón, los eufemismos del Maximato y las pecaminosas tocadas del dedazo.
La usurpación del señor Salinas con todo y la cantinflesca “caderacaida” del “Se nos cayó el sistema… pero no nos cayó ni nos calló el chahuistle”; el traslado de Bucareli dizque a la “sociedá” civil de los menesteres electivos; el IFE con sus titulares remunerados a lo marajá, una especie de papás grandotes de las arcas públicas: “La democracia es cara”, argüían tales consejeros sin Mileto pero con muletillas.
Uno de los “razonamientos” más manidos por aquéllos, consistía en la necesidad de que pomadosos de la Cosa Nostra local no influyeran en comicios; y -como nunca- roedores de altísimo pedigrí están involucrados, con frecuencia designan y deciden; una nostalgia de tramoya exhala sendos suspirotes por el IFE de José Woldenberg, ni una mácula de ajonjolí espolvorean en contra los que incluso de “mítico” definen aquel Instituto, en parangón de laica canonización con sus respetivos etéreos y presupuestíveros pedestales.
¿Y los gringuísimos cuais de Fox y el cuñao cibernético, y…?
En ese IFE participaba Lorenzo Córdova; los “nostálgicos” no integran a sus críticas de almíbar que el entonces candidato Vicente Fox recibió millonarias aportaciones foráneas de magnates y miembros del Partido Republicano de EU, lo más extremoso a la diestra del imperialismo, entre ellos, los del “Tea Party”; además, en esa “mítica” gestión, nombres, direcciones, oficios y semblantes de millones de empadronados fueron comercializados en la Unión Americana, seguramente a la CIA y otras imperiales compañías; negociazo que a los compradores les significó información pormenorizada al mayoreo; para tal transa-transacción se requería el Vo.bo nada bobo de burocráticas atalayas, pero el pagano en chamusquina y perífrasis de barbacoa fue un empleado menor, el clásico chivo expiatorio que nada expió con los espías; quien oficialmente divulgó el triunfo del señor de las botas y los botines que ya no son zapatos, no fue el IFE, sino don Ernestito ya listo y empacado para irse en tranvía de “executive” con la gringada férrea de ferrocarriles que el señor Zedillo les puso en privatizada charola de plata y riel.
Luis Carlos Ugalde, tan solo por cronicar a otro de los IFEños” titulares, contrató para contabilizar cibernéticamente los sufragios ¡al cuñao de uno de los contendientes!, a Hildebrando Zavala, hermano de doña Margarita, cónyuge de don Jelipe, pese a las protestas por tal contratación, no sólo por dicho parentesco, sino por una trayectoria más percudida que cráneo estatuario con sombrero de copa y caca ofrendado por hartazgos de palomar.
En el IFE Luiscarlino estuvo su exesposa Lya Limón, en esos matrimonios de amorciano estrictamente financiero; doña Lya, panista de antaño, ahora enriquiana subsecretaria en Gobernación, donde se la pasa pidiendo perdón –debido a los acuerdos internacionales signados por el Estado-por asesinatos, desapariciones y torturas de los sísmicos meneadores de “Movamos a México”. El señor Ugalde recibió miles y miles de dólares de la estadounidense “Fundación Nacional para la Democracia”, NED, en siglas de tatachita güera, organismo al que le dio luciferina bendición Ronald Reagan, uno de los pulposos brazos de la CIA, con donaciones a “demócratas” made in USA en Cuba, Venezuela, Haití…; en Lares mexicanos ha soltado su copiosa verdosidad empapelada, entre otros, a Roberto Hernández, “Presunto culpable”; Sergio Aguayo, “Alianza Cívica”; Ernesto López Portillo, “Incide”… en un rosario de etcéteras.
Puestos dispuestos de ebúrneo hueserío
En nombramientos de institutos electorales, o diversos organismos jurídicos, cuentan mucho las cuentas del gran capitán, las cuotas sin cotos que frenen la depredación eraria, los previos compromisos y “arreglitos” sotto voce en susurrar de pasillitos, ¿no acaba de nimbar con aureola osificada don Enriquito a don Lalito Medina Mora, ministro de la Suprema Corte de “Justicia”, pese a los pesares y a los fresquísimos ayeres de calderoniano puesto de procurador, en una PGR atestada de cadáveres e impunidad?; ¿por ventura, y más por desventura, los Luna Ramos, hermanita y hermanito, no fueron hechos magistrados de la “Suprema” y el Tribunal electoral, por gracia y desgracia de Diego Fernández de Cevallos?
El “comentarismo” televisivo ha devenido una especie de resorte que empuja hacia el tuétano del gran hueso; la magistrada del rubro electoral, Carmen Alanís, en pantalla telenovelera se prodigaba en lo insubstancial del “análisis”; luego fue presidenta de tal Tribunal y a punto estuvo de reelegirse, sin embargo, una grabación telefoneada la exhibió en mercantiles cercanías con uno de los candidatos: don Enriquito; y de la telera al suculento migajón también se proyectaron Ciro Murayama y Benito Nacif, ambos estacionados en la superficialidad analítica, don Benito de procedencia salinista, con un apellido que lo “entocaya” con don Kamil, el cosmetólogo del albañal que dejó precioso al exvirrey de los camotes.
De la TV, asimismo, irrumpió Lorenzo Córdova, a quien, lenguas viperinas, ya motejan “El Jocoso”, a quien Ricardo Bucio, director del Consejo Nacional para “Prevenir” la Discriminación (Conapred) “exoneró”, ¡situándolo en plan de víctima!, como si el ilegalizar captaciones telefónicas fuese un acto de racismo, de discriminación; aparte -expresó con verbo esposado- de hallarse “imposibilitado” para ejercer ni un pestañeo investigativo, ni un tic siquiera, por lo impermisible de una llamada en llamarada divulgada.
El señor Bucio, prosiguiendo en temática televisiva, en el programa “Espiral” que conduce su tocayo -pa’proseguir con “tocayeces”- Ricardo Raphael de la Madrid, evocó que durante su actividad bajo el hombro de don Jelipe en Los Pinos, fue testigo del racismo contra uno de los secretarios de Estado de aquella administración: Francisco Blake Mora, al que por su tostadita piel le hacían el feo más que al patito re-contado y re-tostado… ni el bucareliano cargo lo eximía de prejuiciosos irigotes panistas, y es que en Acción “Nacional” sólo de lejitos y con cámara antigás puede haber acercamientos rumbo al umbrío ámbito de la prietez.
“Prietos jodidos”
Al respecto, tampoco hubo ninguna indagación porque otro airado ario del PAN, Pedro Torreblanca, güero y huero… públicamente expresara la repugnancia que le causan los “Prietos jodidos” (así textual y babianamente lo declaró), añadiendo un vítor a lo nazi: “¡Viva la gente blanca!” (así, expresa y ex profesamente, en alboreado salivazo proclamó su pasión por el matiz lechoso, por algo se le bautizó con ajedrez, yogur y aguanieve: Torreblanca).
El prejuicio que más se adentra y daña es el de la “jocosidad” sorprendida, o los dichos que paremiólogos han estudiado más allá de una entonación “involuntaria”: “No tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”; “Cena de negros”; “Indio bajado del cerro a tamborazos”; “Maneja como cafre” (el cafre representa una etnia africana)…; la discriminación, el racismo, se cuela con tal intensidad en más de una conciencia-inconsciente, al grado de anegar a gargajos la soledad de su propio espejo.
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