El 19 de Octubre de 1901, Alberto Santos Dumont, uno de los pioneros de la aviación, a bordo de su dirigible Nº6, fue uno de los competidores en la recientemente creada carrera Premio Deutsch de la Merthe.
Esta competición era una de las más afamadas de la época ya que tenía un premio de 100.000 francos (una auténtica millonada de la época) para el primero que despegase de Parc Saint Cloud, llegase a la Torre Eiffel y regresase en un tiempo inferior a 30 minutos. Todos los que osaban intentarlo sabían que la empresa era difícil, ya que o bien a la ida o bien a la vuelta encontrarían un viento desfavorable de cara, que haría retrasarse mucho a sus dirigibles, en una distancia nada desdeñable para los trayectos habituales de la época.
Poniendo todo lo que podía de su parte y exprimiendo al máximo a su Nº6, Dumont realizó todo el recorrido y aterrizó de vuelta en Saint Cloud. Al bajarse del dirigible y preguntar por el resultado, los jueces lo emplazaron a la cena de gala que iba a celebrarse con tal motivo esa misma noche en el afamado restaurante Maxim’s. La entrada de Dumont en el restaurante no pudo ser más sorprendente para él, ya que en cuanto estuvo dentro del gran salón donde debía celebrarse la cena, todo el público que acudió, se puso en pie y comenzó a vitorearle y a felicitarlo efusivamente por su victoria.
Dumont se dirigió a la mesa de su gran amigo Louis Cartier el mejor joyero de la época en París, con quién inició una conversación que se materializaría meses más tarde en la invención del primer reloj de pulsera de la historia: Santos le comentó a Cartier que estaba sorprendido del triunfo porque no había podido registrar el tiempo del vuelo. Cartier le preguntó si no llevaba reloj y Santos respondió que sí, pero al tener ocupadas ambas manos no pudo consultar su reloj de bolsillo. Cartier le prometió que le resolvería el problema. Y así fue, pocos meses después Louis Cartier, dio como obsequio a Dumont, un reloj de reducidas dimensiones, de forma cuadrada y plana y fabricado en oro. Para sujetarlo a la muñeca había elegido una elegante correa de cuero agujereada y anillada. El círculo de amistades de Dumont, rápidamente alabó el ingenioso regalo de su amigo, y comenzaron a pedir a Cartier más relojes de pulsera. Tal fue la demanda, que Cartier elaboró lo que ha sido la primera línea de relojes de pulsera de la historia: “Cartier Santos”, nombre tanto suyo como de su amigo aviador.
Años más tarde, en noviembre de 1907, Santos Dumont, usaría el regalo de su amigo para cronometrar su intento de record del mundo de aviación, volar 220 metros. Usando el reloj de pulsera tomó un registro de 21 segundos, exactamente el mismo que certificaron los jueces del evento. La linea de relojes Cartier santos dejó de fabricarse a mediados de los años cuarenta, hasta 1979 en que la firma volvió a lanzarlos al mercado. En la fabricación de estos, se siguieron los mismos procesos que 80 años atrás había llevado a cabo Louis Cartier. El primer ejemplar de la serie, fue regalado al Musée del’Air de París, y actualmente está expuesto al lado del avión pilotado, construido y diseñado por Santos Dumont, el Demoiselle 1908.
La linea de relojes Cartier santos dejó de fabricarse a mediados de los años cuarenta, hasta 1979 en que la firma volvió a lanzarlos al mercado.
En la fabricación de estos, se siguieron los mismos procesos que 80 años atrás había llevado a cabo Louis Cartier. El primer ejemplar de la serie, fue regalado al Musée del’Air de París, y actualmente está expuesto al lado del avión pilotado, construido y diseñado por Santos Dumont, el Demoiselle 1908.
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