CLARA PETACCI, normalmente conocida como Claretta Petacci, fue amante de Benito Mussolini desde 1933 hasta la muerte de ambos en 1945.
CLARA Petacci nació en Roma el 28 de febrero de 1912, en el seno de una familia de clase alta. Muy guapa físicamente, esta romana expresó desde muy joven su admiración hacia Benito Mussolini, de quien tenía retratos en su habitación. Se conocieron personalmente en un encuentro casual en la playa de Ostia el 8 de septiembre de 1933. A partir de ese momento empezaron su relación extramatrimonial. Aunque Rachelle, la mujer de Benito, conocía este affair (y el previo con Ida Dalser, madre de Benito Albino Mussolini) e intentó acabar con él, no lo consiguió nunca.
Clara estaba casada con Riccardo Federici, un oficial de la Regia Aeronautica italiana y lo abandonó en 1936.
Investigaciones biográficas han dado a entender que Clara realmente sintió un amor sincero hacia El Duce y que fue su amante devota e incondicional. El Duce trasladó a Clara a un exclusivo barrio romano llamado Villa Camiluccia, donde la romana habitó una suntuosa propiedad.
Arresto y ejecución
El 25 de abril de 1945, al final de la guerra, el Duce abandonó Milán en dirección a Suiza acompañado por Petacci. El 27 de abril una patrulla de partisanos detuvo un convoy de la Wehrmacht, donde descubrieron y reconocieron a los dos amantes, a los que detuvieron.
Walter Audisio, apodado Coronel Valerio, un comunista que había participado en la Guerra Civil Española integrado en las Brigadas Internacionales, fue el encargado de que el dictador italiano no fuera entregado a las autoridades y fuese fusilado.
Así pues, se trasladó a Mussolini cerca de Bonzanigo, donde dieron la oportunidad a Clara de que se les uniera y abandonara al Duce; pero ella se negó. Al momento de disparar el coronel Valerio al Duce, Clara Petacci se interpuso recibiendo la descarga, a continuación el Duce abrió su pechera e indicó el lugar a dispararle. El Duce fue ametrallado y murió en el acto.
Sus cadáveres fueron trasladados a la Plaza de Loreto de Milán, donde fueron entregados al pueblo, sometidos a toda clase de ultrajes por la muchedumbre y expuestos públicamente colgados por los tobillos.
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