APUNTE
Hace 24 años fue asesinado el candidato del PRI a presidente
Dudas, Incertidumbre y Desconfianza:
Caso Colosio
Jorge Guillermo Cano
- Lomas Taurinas, entonces y después
- Asesino solitario vs. complot
- Perdedores y ganadores
- Zedillo, en medio de supuestos y realidades
- La credibilidad ¿imposible?
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA, marzo de 2018. A fines de marzo de 1994, unos días después del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fuera candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México, estuve en la colonia “Lomas Taurinas” de Tijuana por primera vez.
El escenario aún permanecía intacto, la orden de remozamiento, que impidió reconstrucciones posteriores de los hechos, no había sido girada. Lo que vimos después, y ahora, es otra cosa.
Para llegar al sitio donde se instaló el templete del fatídico mitin, antes del remozamiento, había que cruzar por un improvisado puente (una hoja de madera prensada, de las que se usan en las maquiladoras) y esa era la única vía de acceso y de salida, contrariando elementales reglas de seguridad que, necesariamente, debían conocer los miembros del Estado Mayor Presidencial que protegían a Colosio.
-El mitin ¿por qué aquí? -Pregunté a operadores priistas que habían estado la tarde del 23 de marzo en ese lugar y a un lado de Colosio. “No sabemos, había que hacer el mitin en una colonia popular y teníamos varias opciones. La mañana del 23 nos hablaron para decirnos que sería en Lomas Taurinas”.
-¿Ustedes habían propuesto, entre las opciones, a Lomas Taurinas?
-”No”, categórico.
-¿De dónde hablaron? -La respuesta, con recelo: “suponemos que de la coordinación de campaña, en el Distrito Federal”
-¿De la oficina de Ernesto Zedillo? -”Tuvo que ser de ahí”.
Y Ernesto Zedillo no fue a Lomas Taurinas.
A las cinco de la tarde
El candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, aterrizó en el aeropuerto “Abelardo L. Rodríguez” de Tijuana pasadas las cuatro de la tarde del miércoles 23 de marzo de 1994.
La agenda corregida indicaba que la primera visita y el primer mitin serían en la colonia Lomas Taurinas, cerca de “la línea” con Estados Unidos y lugar habitado por trabajadores de maquiladoras en su gran mayoría.
El único acceso y vía de salida al sitio, sobre la calle de “la punta”, donde se llevaría a cabo el mitin, era un puente de madera.
Se reunieron poco más de tres mil personas, según observadores presentes, y hablaron cuatro oradores locales antes de Colosio.
A las cinco de la tarde, como en el poema de García Lorca, el candidato Colosio bajó del templete y se dirigió a la única vía de salida para trasladarse, siguiendo el programa, al Club Campestre de Tijuana.
No llegó a cruzar el improvisado puente pues recibió dos disparos, uno en el cráneo y otro en el abdomen.
En medio de la confusión, que ya no tendría fin, Colosio fue llevado al Hospital General de Tijuana. A las ocho de la noche fue declarado muerto.
Mario Aburto Martínez, de 23 años de edad, oriundo de Michoacán, fue detenido en flagrancia.
La lógica y la ilógica realidad
La fuerza de la lógica nos inclina a dar por buena la opinión del extinto periodista Jesús Blancornelas, el primer entrevistador de Mario Aburto, quien asegura que éste es el responsable directo, y único, del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Pero las dudas surgen, y las dudas de los demás, y de la gente que entonces estaba y de la que ahí permanece.
Durante varios años he regresado a Lomas Taurinas, que ya no se parece al sitio del crimen, y he conversado de nuevo con gente que estuvo aquel día en el mitin.
La evaluación de expertos nacionales y extranjeros que hicieron un examen minucioso de las grabaciones, fotos y videos, pasando por los interrogatorios iniciales y la reconstrucción de hechos que dirigió el propio asesino confeso; sus declaraciones a Blancornelas y el desmantelamiento de las ocurrencias del ex procurador panista Lozano Gracia, avalan la teoría del “asesino solitario”.
Teoría del complot
La teoría del complot, por otra parte, se nutre inicialmente de la innegable contribución del gobierno de Carlos Salinas a la generación del ambiente en que se materializó el crimen.
Quienes sostienen la explicación del “asesino solitario”, hacen notar que no había en el equipo gobernante la capacidad necesaria para planear un complot de tales dimensiones.
Pero incluso André Bretón se sorprendió del surrealismo mexicano, el país donde cualquier cosa puede suceder y lo ilógico ocupa el lugar de la lógica.
Además ¿qué ganaba Carlos Salinas? Se preguntan muchos -Al contrario, ahí comenzó a perder y luego peor le fue con el sucesor.
Entonces, el ganador fue Zedillo.
El camino del ganador
Jorge Germán Castañeda Gutman, que ha ido de la izquierda declarativa a la derecha militante y luego al saludable centro, relata que, a la muerte de Colosio, el presidente Salinas exploró varias alternativas para sustituirlo.
Una era la de Fernando Gutiérrez Barrios, quien inició su relación con Gustavo Díaz Ordaz (quien fuera presidente de México en el sexenio 1964-1970) a principios de los años cincuenta.
Cuando el ex presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) le dio su opinión a Salinas sobre los probables relevos de Colosio, le dijo: “no podemos dar un salto para atrás” (con Gutiérrez Barrios), escribe Castañeda.
Acelerado Fernando Ortiz Arana, quien era dirigente nacional del PRI en esos momentos, la imagen de Zedillo, en plena semana santa, comenzó a surgir como el relevo apropiado.
Y Gutiérrez Barrios fue de los primeros en alinearse para después colocarse en el primer círculo del poder.
Gutiérrez Barrios, el que había estado a cargo de la vigilancia política y la inteligencia oficial durante muchos años.
Dinero a destajo
Carlos Cabal Peniche, uno de los banqueros fraudulentos de este país, según reveló él mismo había entregado 15 millones de dólares para la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio y entregó cinco millones más para la de Ernesto Zedillo.
Otro tanto le dio a Roberto Madrazo Pintado, cuando éste era candidato al gobierno de Tabasco, aseguró Cabal.
Colosio, en obvio, no pudo aclarar; Zedillo recurrió a su investidura y no lo hizo; Madrazo admitió que Cabal Peniche aportó 15 millones de pesos al fideicomiso del PRI en Tabasco en 1994.
Había más, mucho más, dinero en la campaña presidencial y en varios estados. Los apoyos, ya se sabe, no son gratuitos y Colosio estaba causando preocupaciones con su discurso agresivo y crítico.
Probablemente, como casi siempre, nada serio pasaría con el futuro presidente, pero inquietud había.
“El dinero es el que manda, a fin de cuentas”, nos dice un político de San Lázaro, “y lo demás son accidentes”.
Accidentes
A principios de 1992, en la Ciudad de México, visité la SEP en busca de material estadístico para un libro. Me reuní con algunos académicos y una tarde surgió el tema: ¿Podría ser presidente Zedillo?
-Ojalá, dijo alguien, “pero sólo un accidente. No vemos cómo de otra manera”.
Difícil, sin duda, pero Zedillo fue presidente.
El sexenio de Colosio
En el 2000, cuando se cumplieron seis años desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta en la colonia “Lomas Taurinas” de Tijuana, se anunció que ese año serían destinados 47 millones de pesos a la investigación considerada inconclusa.
De esa cantidad, 13 millones serían para el pago de salarios del personal bajo el mando del entonces fiscal especial del “caso Colosio”, Luis Raúl González Pérez.
Los otros fiscales especiales previos habían sido: Miguel Montes, Olga Islas de González Mariscal y el inefable Pablo Chapa Bezanilla. Según este último, todos sus antecesores “incurrieron en algunos errores, pero sin dolo alguno”.
Hasta el 2000, en el seguimiento del Caso Colosio habían declarado 150 actores políticos (ex-presidentes, secretarios de Estado y gobernadores); el expediente constaba de 170 tomos, más de 65 mil fojas y 290 anexos; se habían efectuado 323 dictámenes y 940 investigaciones por parte de la Policía Judicial federal; 538 informes de autoridades; dos mil declaraciones y 528 ampliaciones.
¿Resultados? Oficialmente nada más allá de lo conocido y publicado; el descrédito inevitable de la procuración de justicia; la desconfianza en las instituciones y un contexto kafkiano en donde todo y nada cabe.
...Y se pasan
Según Daniel Aguilar Treviño, homicida confeso de José Francisco Ruiz Massieu, la orden para ejecutar al ex-secretario general del PRI fue dada por Carlos Salinas de Gortari.
En carta enviada a un noticiero de la cadena Multivisión, luego de su aprehensión, Aguilar Treviño aseguró que Ruiz Massieu “sabía que la orden de asesinar a Luis Donaldo Colosio fue fraguada en Los Pinos”.
En cualquier país del mundo, una acusación de ese tamaño obliga a un seguimiento exhaustivo. No se hizo. Cosas así no se pasan en un país civilizado, pero sí en México.
El primer aniversario
El 23 de marzo de 1995, en el primer aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el ya presidente Ernesto Zedillo Ponce de León montó guardia de honor y depositó una ofrenda floral ante el busto erigido en memoria del político sonorense, en el jardín ubicado en Paseo de la Reforma y Anatole France, en la ciudad de México.
Zedillo inició su discurso diciendo: “con irreparable tristeza recordamos hoy a un hombre excepcional. Nos reunimos para evocar y rendir homenaje a Luis Donaldo Colosio Murrieta; nos reunimos comprometidos a preservar su ejemplo de patriotismo y amor a México; nos reunimos para ratificar la fuerza de su legado y la vigencia del rumbo que trazamos con él”.
Y dijo más: “recordamos el temple y la gallardía con que supo realizar su campaña ante la hostilidad y la incomprensión de algunos”.
Y prometió lo que no cumplió: “no descansaremos hasta tener la certeza de que la sociedad entera conoce la verdad”.
Casi nueve años después de haber compartido ese ambiente solemne y ritualista, el padre de Luis Donaldo, siendo entonces Senador de la República, Luis Colosio Fernández, pediría la comparecencia de Zedillo en el seguimiento de las investigaciones. Aquella vez nada dijo.
La culebra
Ese mismo día, 23 de marzo del 95, por la tarde, hubo música en Lomas Taurinas y los asistentes bailaron de nuevo la pieza musical que se escuchaba cuando Aburto le disparó a Colosio: “La culebra”, ahora cantada en vivo por sus intérpretes: la banda “Machos”.
Y un año antes la gente siguió bailando “la culebra” cuando Colosio caía, abatido por las balas.
“La culebra”, sonríe uno de los viejos integrantes del grupo “Tucán” (que no los “Tucanes de Tijuana”).
Cuatro Procuradores Generales de la República y cuatro Subprocuradores Especiales se han encargado de la investigación del caso Colosio.
Dentro de unos días se cumplirán 24 años y más pasarán. A los reclamos que surgen de la incertidumbre, por la ausencia de credibilidad en el aparato de justicia, hay que sumar el uso político coyuntural y cíclico, aunque cada vez más mermado. Pero todavía hay.
Luis Donaldo Colosio: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia, un México agraviado por las distorsiones que imponen a la ley, quienes deberían de servirla…”.
Su correspondencia:
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