Edición 384 |
A partir de la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, todos los paÃses miembros de ‎la Unión Europea (incluso paÃses neutrales) han sometido su defensa nacional al dictado ‎de la OTAN, que, a su vez, sigue las órdenes de Estados Unidos.
LA UNIÓN EUROPEA
Condenada a ‎participar como vasallo en las
guerras
‎estadounidenses
Thierry Meyssan
Asà que cuando ‎el Pentágono asigna al Departamento del Tesoro la misión de poner bajo asedio ‎económico a los paÃses que quiere aplastar, todos los miembros de la Unión Europea y ‎de la OTAN se ven obligados a aplicar las sanciones estadounidenses. ‎
Después de haber perdido la mayorÃa en la Cámara de Representantes –como resultado de las ‎elecciones mid term–, el presidente Donald Trump tuvo que ‎aceptar nuevas alianzas para evitar que el fiscal Mueller lo acusara de alta traición. Es por eso que Trump se pliega ahora a los objetivos de ‎sus generales. El imperialismo estadounidense está de regreso.‎
En menos de seis meses, se reactivaron las bases anteriores de las relaciones internacionales de ‎Estados Unidos. La guerra que Hillary Clinton se habÃa comprometido a desatar está ‎finalmente en marcha, pero no sólo mediante la fuerza militar. ‎
Este cambio en las reglas del juego, que no tiene equivalente desde el final de la Segunda ‎Guerra Mundial, obliga a todos los actores a revisar de inmediato su estrategia y, por ende, ‎todos los dispositivos de alianza en los que venÃan apoyándose. Quienes demoren en hacerlo han ‎de pagar las consecuencias. ‎
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Guerra económica declarada
‎Las guerras seguirán siendo mortÃferas y crueles, pero para Donald Trump, hombre de negocios ‎antes de convertirse en polÃtico, es preferible que sean lo menos costosas posible. O sea, ‎es preferible matar con medidas de presión económica que hacerlo utilizando armas... que ‎cuestan mucho más caro. Dado el hecho que Estados Unidos ya no mantenÃa relaciones ‎comerciales con los paÃses a los que agrede, el costo financiero de esas guerras “económicas†(y ‎hay que entender que a pesar de ser “económicas†son realmente “guerras†en todo el sentido ‎de la palabra) cae en realidad sobre los hombros de terceros paÃses, sin que el Pentágono tenga ‎que gastar ni un centavo de su presupuesto. ‎
Es por eso que Estados Unidos acaba de decidir poner bajo asedio económico a Venezuela y Nicaragua y reforzar todavÃa más el bloqueo comercial y financiero implantado contra Cuba ‎desde 1960. Los medios masivos de difusión ‎presentan esas medidas como sanciones –sin explicar nunca qué derecho tendrÃa Washington ‎para sancionar a paÃses enteros–, pero bajo ese término esconden el hecho que esas medidas son ‎verdaderos actos de guerra y que provocan muertes. ‎
Al anunciar sus sanciones contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, Washington invoca ‎explÃcitamente la Doctrina Monroe, de 1823, según la cual ninguna potencia extracontinental ‎tiene derecho a intervenir en las Américas y Estados Unidos se abstendrá de intervenir en ‎Europa Occidental. La única respuesta vino de China, paÃs que señaló que las Américas no son ‎propiedad de Estados Unidos. ‎
Hoy en dÃa, Estados Unidos mantiene bajo sanciones una veintena de paÃses: Bielorrusia, ‎Birmania, Burundi, Corea del Norte, Cuba, la Federación Rusa, Irak, LÃbano, Libia, Nicaragua, la ‎República Ãrabe Siria, la República Bolivariana de Venezuela, la República Centroafricana, la ‎República Democrática del Congo, la República Islámica de Irán, Serbia, Somalia, Sudán, Sudán del ‎Sur, Ucrania, Yemen y Zimbabwe, que conforman por cierto un mapa bien definido de los ‎conflictos que el Pentágono dirige, con ayuda del Departamento del Tesoro. ‎
Como se estipulaba en la Doctrina Monroe, ninguno de los paÃses objeto de las sanciones ‎estadounidenses está en Europa Occidental. Todos están en el Medio Oriente, en el este de ‎Europa, en la Cuenca del Caribe y en Ãfrica. Desde 1991, esas regiones del mundo aparecen ‎mencionadas por el entonces presidente George Bush padre en su Estrategia de Seguridad ‎Nacional como destinadas a ser integradas al Nuevo Orden Mundial. En 2001, al estimar que esos paÃses ‎no pudieron o no quisieron someterse, el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su ‎consejero para la transformación de las fuerzas armadas, el almirante Arthur Cebrowski, ‎decidieron sancionarlos y condenarlos al caos.‎
En este punto, es necesario subrayar nuevamente que la expresión guerra económica ha sido ‎utilizada desde hace décadas de manera totalmente inapropiada para designar una competencia ‎exacerbada. Hoy en dÃa una guerra económica, lejos de ser una simple cuestión de ‎competencia, es una verdadera guerra, con objetivos militares y para matar. ‎
‎Reacciones de los paÃses vÃctimas y las reacciones inapropiadas de los aliados de ‎Estados Unidos
‎LOS SIRIOS, que acaban de ganar una guerra militar de ocho años contra los mercenarios yihadistas de ‎la OTAN, están desconcertados por esta guerra económica que los obliga a imponerse un racionamiento estricto ‎de la electricidad, del gas y del petróleo y que provoca el cierre de fábricas que acababan ‎precisamente de reabrir sus puertas. Su único alivio es pensar que al menos no sufrieron los dos ‎tipos de guerra simultáneamente.
Los venezolanos están aprendiendo con espanto el verdadero significado de la expresión guerra ‎económica y dándose cuenta de que, tanto con el aventurero Juan Guaidó como con el ‎presidente constitucional Nicolás Maduro, van a tener que luchar duramente por conservar un ‎Estado, aunque sea un Leviatán, pero que sea capaz de protegerlos.‎
Las estrategias de los Estados que son blanco de la guerra económica acaban viéndose afectadas. ‎Por ejemplo, al no lograr encontrar quien le venda los medicamentos que necesita, Venezuela ‎acaba de concluir un acuerdo con Siria, paÃs que antes de la agresión armada externa fue un ‎importante productor y exportador de medicinas. En la importante ciudad siria de ‎Alepo han sido reconstruidas fábricas de productos farmacéuticos que habÃan ‎sido destruidas por TurquÃa y por los yihadistas. Esas fábricas acababan de reabrir sus puertas, pero van a tener que cerrar de nuevo por falta de la ‎electricidad necesaria para su funcionamiento. ‎
La multiplicación de los escenarios de guerra –y por consiguiente de las llamadas sanciones– ‎empieza a plantear graves problemas a los aliados de Estados Unidos, como la Unión Europea. ‎Este bloque regional ve con gran desagrado las amenazas que Estados Unidos hace pesar sobre las empresas europeas que han invertido en Cuba y, recordando las acciones estadounidenses ‎tendientes a impedir que los paÃses de Europa estén presentes en el mercado iranÃ, ha reaccionado ‎amenazando con recurrir al arbitraje de la Organización Mundial del Comercio (OMC). ‎No obstante, como veremos de inmediato, este acto de rebelión de la Unión Europea está ‎condenado al fracaso porque Washington lo previó hace 25 años. ‎
‎La Unión Europea atrapada en una trampa
‎PREVIENDO QUE, ANTE EL HECHO de no poder comerciar con quien le parezca, la Unión Europea ‎llegara reaccionar algún dÃa como hoy lo hace, la administración de George Bush padre elaboró ‎la ‎Doctrina Wolfowitz‎, â€que ‎ha consistido en garantizar â€que los paÃses del centro y del este de ‎Europa carezcan de una defensa propia independiente haciendo que la defensa de esos paÃses sea ‎únicamente autónoma. Es por eso que ‎Washington castró a la Unión Europea desde el nacimiento mismo de ese bloque regional ‎imponiéndole una cláusula primordial en el Tratado de Maastricht: la sumisión a la OTAN, y no me ‎refiero al Mercado Común sino especÃficamente a la Unión Europea. ‎
Basta con recordar el respaldo constante de la Unión Europea a todas y cada una de las aventuras ‎del Pentágono –Bosnia Herzegovina, Kosovo, Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen. En todos los ‎casos, sin excepción, la Unión Europea se alineó detrás de su superior inmediato; la OTAN. ‎
El interés de imponer a los europeos esta relación de vasallaje fue lo único que justificó la ‎disolución de la Unión Europea Occidental (UEO) y lo único que llevó a Trump a renunciar a su ‎proyecto de disolver la organización militar permanente de la alianza atlántica. Sin la OTAN, la ‎Unión Europea serÃa independiente de Estados Unidos.‎
Es cierto que los tratados en vigor estipulan que todo tiene que hacerse de conformidad con la ‎Carta de las Naciones Unidas.
Pero, por ejemplo, el 26 de marzo de 2019, Estados Unidos “reconoció†una supuesta soberanÃa ‎de Israel sobre el Golán sirio ocupado, desconociendo asà las resoluciones que antes habÃa ‎aprobado en el Consejo de Seguridad de la ONU. O sea, Estados Unidos simplemente cambió de ‎opinión inesperadamente, poniendo asà en tela de juicio el Derecho Internacional.‎
Otro ejemplo: Estados Unidos se pronunció a favor del general Khalifa ‎Haftar –según anunció la Casa Blanca el 19 de abril, el presidente Trump incluso lo llamó por ‎teléfono para expresarle personalmente su respaldo–, contra el gobierno creado en Libia por ‎la ONU. A partir de ese momento, los paÃses miembros de la Unión Europea han ‎venido pronunciándose uno a uno a favor del general. ‎
Los tratados constitutivos de la Unión Europea impiden que ese bloque regional pueda liberarse de ‎la OTAN, lo cual equivale a no poder independizarse de Estados Unidos ni convertirse asà en una verdadera potencia. Las protestas de la Unión Europea ante las sanciones ‎estadounidenses contra Irán y ahora también contra Cuba están por consiguiente condenadas ‎de antemano al fracaso. ‎
Contrariamente a la idea generalizada, las acciones de la OTAN no se deciden en el Consejo del ‎Atlántico Norte, o sea no las deciden los paÃses miembros de la alianza atlántica. Prueba de ello ‎es que, en 2011, el Consejo del Atlántico Norte –que habÃa aprobado una acción tendiente a ‎proteger a la población libia de los crÃmenes que Kadhafi estaba supuestamente a punto de cometer ‎contra ella– se pronunció contra un cambio de régimen, pero la OTAN atacó Libia ‎sin consulta previa. ‎
La globalización ha llegado a su fin
LAS POSIBILIDADES de comercio internacional han comenzado a reducirse. No se trata de una crisis pasajera sino de ‎un fenómeno de fondo. Ha terminado el proceso de globalización que caracterizó el mundo ‎desde la disolución de la URSS hasta las elecciones legislativas estadounidenses de 2018. Se ha hecho imposible exportar libremente a cualquier lugar del mundo.‎
China es el único paÃs que aún tiene esa capacidad, pero el Departamento de Estado está creando ‎los medios para cerrarle el mercado latinoamericano. ‎
En esas condiciones, ya no tienen razón de ser los debates sobre las ventajas que pueden ‎revestir el libre intercambio o el proteccionismo dado el hecho que ya no estamos viviendo una ‎época de paz y que no es posible optar entre el primero o el segundo. ‎
Exactamente de la misma manera, la estructura de la Unión Europea, concebida en una época en ‎que el mundo estaba dividido en dos bloques irreconciliables, ya no se adapta en los ‎más mÃnimo a la situación actual. ‎Si no quieren que Estados Unidos los arrastre a participar en conflictos que ‎no corresponden a sus intereses, los paÃses miembros de la Unión Europea tienen que liberarse de los ‎tratados europeos y salir del Mando Integrado de la OTAN. ‎
Debido a todo eso es totalmente inadecuado abordar las elecciones europeas como una oposición entre progresistas y nacionalistas. ‎La disyuntiva es otra. Los progresistas dicen querer construir un mundo regido por el Derecho ‎Internacional, ese que Estados Unidos quiere erradicar, mientras que algunos nacionalistas, como ‎la Polonia de Andrzej Duda, se preparan para servir a Estados Unidos en contra de los partidarios ‎de la Unión Europea. ‎
Sólo algunos británicos presintieron el cambio actual y trataron de salir de la Unión Europea, ‎sin haber logrado convencer a sus parlamentarios. Dicen que Gobernar es prever. Pero la ‎mayorÃa de los miembros de la Unión Europea no vieron lo que se les venÃa encima. ‎
Los paÃses miembros de la Unión Europea, que durante la guerra frÃa constituÃan un bloque con ‎Estados Unidos, ahora descubren con sorpresa que su cultura no tiene nada que ver con la de su ‎aliado estadounidense. Durante todo aquel paréntesis, se olvidaron tanto de su propia cultura ‎como del excepcionalÃsimo estadounidense y creyeron erróneamente que estaban todos de ‎acuerdo. ‎
Los paÃses europeos, incluso en contra de su voluntad, hoy son corresponsables de las guerras de ‎Washington, incluyendo –por ejemplo– la hambruna que enfrenta Yemen, resultado de las ‎operaciones militares de la coalición conformada alrededor de Arabia Saudita y de las sanciones ‎estadounidenses. Las naciones de Europa tendrán por lo tanto que escoger entre asumir esos ‎crÃmenes y participar en ellos o retirarse de los tratados constitutivos de la Unión Europea. ‎
Red Voltaire
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