EL PARLAMENTO DE ITALIA APOYA LAS MISIONES NEOCOLONIALES
Manlio Dinucci
Italia se ha convertido en “contratista” del Pentágono en el Mediterráneo y en África. El AfriCom todavía está en suelo alemán y Estados Unidos ha transferido parte de las misiones marítimas y todas las operaciones terrestres a Alemania, Bélgica, Dinamarca, Estonia, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia y la República Checa, con Francia a la cabeza. Por supuesto, el Pentágono conserva el control de las operaciones, supervisándolas esencialmente desde el cielo.
EL MINISTRO de Defensa de Italia, Lorenzo Guerini, expresó gran satisfacción por el voto «unido» del parlamento sobre las misiones [militares] internacionales. Exceptuando alguna divergencia sobre el respaldo a la Guardia Nacional de Trípoli, la mayoría y la oposición aprobaron juntas, sin ningún voto en contra y con muy contadas abstenciones, 40 misiones militares italianas en Europa, África, Medio Oriente y Asia.
Fueron prorrogadas las principales «misiones de paz» que fueron iniciadas desde hace décadas, tras los pasos de las guerras de Estados Unidos y la OTAN –en las que Italia participó activamente– en los Balcanes, Afganistán y Libia, y en la guerra de Israel contra Líbano, que es parte de la misma estrategia.
A esas guerras se han agregado otras nuevas: la operación militar de la Unión Europea en el Mediterráneo, que supuestamente debe «prevenir el tráfico de armas en Libia»; la misión de «apoyo al aparato de seguridad en Irak», así como la de la Unión Europea y la misión de la OTAN para reforzar el apoyo a los países situados en el flanco sur de la alianza atlántica.
La implicación militar de Italia en el África subsahariana está en constante aumento. Fuerzas especiales italianas participan en la Takuba Task Force, desplegada en Mali bajo el mando de Francia. Esa fuerza opera también en Níger, Chad y Burkina Faso, en el marco de la Operación Barkhane en la que están implicados 4 500 militares franceses con blindados y bombarderos, oficialmente para luchar sólo contra los grupos armados yihadistas.
En Mali, Italia también está participando en la misión EUTM de la Unión Europea, que imparte entrenamiento militar y «consejo» a las fuerzas armadas malienses y de otros países limítrofes.
En Níger, Italia conduce su propia misión bilateral de apoyo a las fuerzas armadas locales a la vez que participa en la misión EUCAP Sahel Niger de la Unión Europea en un área geográfica que también incluye Nigeria, Mali, Mauritania, Chad, Burkina Faso y Benín.
El parlamento italiano aprobó igualmente el uso de un «dispositivo aeronaval nacional en actividades de presencia, vigilancia y seguridad en el Golfo de Guinea». El objetivo declarado sería «vigilar en esa área los intereses estratégicos nacionales [léase los intereses de la compañía petrolera italiana ENI] en apoyo a la flota comercial nacional que transita por allí».
No es casual que las áreas africanas donde se concentran las «misiones de paz» sean precisamente las más ricas en materias primas de importancia estratégica, como el petróleo, gas natural, uranio, coltán, oro, diamantes, manganeso, fosfato, a cuya explotación se dedican transnacionales estadounidenses y europeas.
Pero el predominio de esas transnacionales se ve ahora en peligro ante la creciente presencia económica de China en el continente africano. Al ser económicamente incapaces de contrarrestar la presencia china y viendo como disminuye su propia influencia sobre los países africanos, Estados Unidos y las potencias europeas están recurriendo a la vieja, pero aún eficaz, estrategia colonial: garantizar sus intereses económicos mediante medios militares, incluyendo el apoyo a las élites locales, cuyo poder se basa en el control de las fuerzas armadas.
La lucha contra los grupos armados yihadistas, justificación oficial de operaciones como la de la Takuba Task Force, es la cortina de humo tras la cual se esconden los verdaderos objetivos estratégicos. El gobierno italiano afirma que las misiones militares internacionales sirven para «garantizar la paz y la seguridad de esas zonas, para la protección y la tutela de las poblaciones». En realidad, las intervenciones militares exponen las poblaciones a peligros ulteriores y, al reforzar los mecanismos de explotación, agravan su empobrecimiento, lo cual se traduce a su vez en el aumento de los flujos migratorios hacia Europa.
Para mantener miles de soldados y vehículos en las misiones militares, Italia gasta directamente más de 1 000 millones de euros al año, dinero del contribuyente italiano comprometido en esas operaciones no sólo por el ministerio de Defensa sino también por los ministerios del Interior, de Economía y Finanzas y por la cabeza del gobierno de Italia.
Pero esos 1 000 millones de euros anuales sólo son la punta del iceberg del creciente gasto militar italiano (más de 25 000 millones de euros anuales) destinados a la tarea de adaptar las fuerzas armadas de Italia a esa estrategia, que el parlamento acaba de aprobar con una bella unanimidad.
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