
- México, el botín de políticos, extranjeros y empresarios ambiciosos.
- Los restos de los héroes como pretexto para falsa patriotería.
“Los elegidos serán siempre los que mejor sepan engañar a la masa”. ERRICO MALATESTA
GOBIERNO DE LADRONES, PAÍS DE LIMOSNEROS
Tal parece que esa es la consigna y el destino del México lindo y querido; basta con enterarnos de lo que sucede en varias áreas de la economía y la empresa nacionales, para darnos cuenta de cómo se las gastan los políticos metidos a funcionarios públicos, sea por “elección democrática”, sea por nombramiento. Allí están, como ejemplo y vergüenza nacionales, los casos de PEMEX, convertido en la cueva de Alí Babá y los chorrocientos ladrones, el de Mexicana, empresa que venden, nacionalizan, privatizan y vuelven a enajenar, y que decir de los desaparecidos Ferrocarrilles Nacionales de México, que tanto ayudaron a levantar esta nación y ahora están en manos estadounidenses. A esto debemos agregar la banca privatizada en manos extranjeras, la minería, la publicidad, la farmacoquímica y muchos etcéteras más…¡Vámonos a Mérida!


NECROFILIA BICENTENARIA
En verdad que es una extraña como criticable manía la de algunos historiadores, funcionarios públicos, mandatarios y políticos mexicanos, a los que la historia les provoca una forma de culto a la “necrofilia patriótica”, creyendo o pensando que no hay mejor manera de homenajear a los próceres que rindiendo honores a sus despojos mortales, como son los casos de la pierna postiza del controvertido Santa Anna, el brazo de Obregón perdido por obra y gracia de la metralla villista, la cabeza del “Centauro del Norte”, la que ha viajado más que un capitalino en el metro, y ahora, de manera reciente, el traslado de los restos de los héroes de nuestra independencia, por obra y gracia del Presidente Calderón Hinojosa y sus geniales asesores históricos.
Pero no están solos, el inefable mandatario venezolano, Hugo Chávez ha mandado exhumar los restos del libertador Simón Bolívar, “para que se practiquen las investigaciones forenses que conduzcan a las causas de su muerte” y saber, por fin, si fueron de tipo natural o por asesinato achacado a don Francisco de Paula Santander, primer presidente de ese querido país hermano de Sudamérica. Independientemente de las cuestiones patrioteras o políticas, estos mandatarios deberían ser tratados por psicólogos expertos en manías y fobias, “para determinar si lo hacen de manera consciente o víctimas del subconsciente”.

¡VOLTÉENME ESA GORDITA QUE SE ME QUEMA!
La obesidad de los actuales mexicanos y mexicanas, es un asunto que sigue en aumento muy a pesar de las campañas oficiales, de organizaciones privadas y de instituciones médicas. Un servidor, que disfruta de las delicias de viajar a diario en el transporte público para recetarse los ilustrativos, obligados y aleccionadores baños de pueblo, constata con gran pesar, y dicho con todo respeto para ellos, que los gorditos y gorditas aumentan en número y tonelaje por todas partes, ocupando con sus volúmenes mayores espacios en los cada día más reducidos lugares en combis, metro, autobuses, micros, antros, fiestas, reuniones, etc.
Ya sabemos que esto es producto de la vida moderna y sedentaria, el alto consumo de calorías y carbohidratos entre fast & chatarra food (pizzas, pollo frito, pastelillos, helados, postres y golosinas), la popular y nacionalista vitamina “T” (tacos, tortas, tlacoyos, tamales, totopos, tostadas), la falta de ejercicio, las miles de horas frente a la nefasta televisión, el factor hereditario (el que nace gordo, aunque lo fajen), el stress, etc. Sin embargo, el millonario ejército de pesos completos aumenta sus huestes entre niños y adolescentes, sustituyendo la vieja estampa del mexicano flacucho, correoso y entelerido por la del robusto tipo redondo o la carnosita jamona, quienes al caminar menean su “puerquecito” con el mayor desparpajo y echan botana a todas horas. Es por ello que los productos chatarra y placebos milagrosos, de los que anuncia por kilos la tele dizque para adelgazar y alcanzar una línea de anoréxico son un negociazo para vendedores y fabricantes, pues no adelgazan a nadie y si engordan las billeteras de “laboratorios y empresas del ramo”.

Y gracias al clásico humor ácido del mexicano, hemos recolectado algunos apodos tragicómicos en contra de los obesos, sobrenombres escuchados en barrios y lugares públicos de la gran ciudad, tales como: “Agente cebo-cebo siete”, “El Puercorriqueño”, “La Marrana parada”, “La Keiko”, “El Tutanjamón”, “Porky”, “Petunia”, “Miss Piggy”, “Gordito Porno” (por no defecar), “Puerquenstein” y “El Cerdotado”. Ya en serio, urge tomar por los cuernos el problema y atacarlo de inmediato, por el bien de todos esos compatriotas que enfrentan graves problemas de salud y sociales.
FOX PROMOTOR CULTURAL (EL MEJOR CHISTE)
Ahora resulta que el cultiparlante del ex presidente Chente Fox de Sahagún es todo un “promotor cultural”, pues va a traer próximamente al cantautor escocés Elton John a su “Centro Fox” (¿quién pompó?), complejo cultural construido en lo que fuera un establo en el ranchito San Cristóbal (Km. 13 de la carretera León –Cuerámaro), perteneciente a San Francisco del Rincón, Guanajuato; posteriormente anuncia que se presentará al gran cantante italiano Andrea Boccelli. “Cosas veredes”, decía el inmortal Quijote de Cervantes; quien se iba a imaginar que el palurdo de don Vicente ahora le ha dado por “promover el arte y la cultura”. ¿Por qué no lo hizo cuando estuvo en la grande, en lugar de llenarse de billetes?
A propósito del dichoso Centro Fox, ¿adivinen quienes participan en las actividades culturales, académicas y de conferencistas?: José Woldenberg, Paco Gil, Rubencito Aguilar, Jorge Castañeda, Carlos Castañeda, Marco Antonio Karam, Rafa Tovar y de Teresa, entre otros. ¡Puros cuates, compinches, secuaces, beneficiarios y lambiches!
Las ilustraciones de esta columna son obras del pintor, ilustrador y fotógrafo norteamericano Norman Rockwell (Nueva York, 1894-Stockbridge, 1978), quien se caracterizó por recrear estampas de una época nostálgica de su país.
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