Las Voces del Silencio
HARTAZGO DE PERIODISTAS
EXIGE UN “¡YA BASTA!”
Alberto ESPINOSA RUIZ
- Reivindican los periodistas viejas y nuevas exigencias al Gobierno.
- “¡Ni uno más; porque los queremos vivos!”, las consignas principales.
“¡El verdadero periodista futuro será el maestro del pueblo, el crítico, el divulgador, el iluminador!” (“Águila ó sol”) HERIBERTO FRÍAS
Cansados de sufrir vejaciones, amenazas, injusticias y agresiones a lo largo y ancho del país, el pasado sábado 7 de agosto, un gran contingente de periodistas, reporteros gráficos y comunicadores, decidieron organizarse (tarea harto complicada dentro de este gremio) y salir a las calles de la capital mexicana, desde el Ángel de la Independencia al Palacio de Covián, para hacer patente y público su hartazgo, su más enérgica protesta ante las autoridades gubernamentales, con destacadas réplicas en localidades de Baja California, Nuevo León, Coahuila, Chiapas y Michoacán; todo sucedió con orden y civilidad, como corresponde a profesionales que exigen respeto, manifestando respeto.
Las notas en los medios no se dejaron esperar, los tonos variaban en visión, concepción e intensidad, pero tenían varios denominadores comunes: la solidaridad, la crítica y la ira desencadenada, la decepción y la paciencia rebasada. Y aunque no faltaron los actos de provocadores cobardes ocultos en el anonimato, se impuso la masa, el gran grupo, la hermandad periodística que en estos casos rara vez se logra, pero que cuando lo hace, se convierte en la voz de una sociedad oprimida, violentada y engañada por los grupos de poder. Ese día se sumaron todas las voces y todos los silencios.
La lectura de esta marcha-protesta de periodistas y comunicadores es simple y complicada a la vez; simple porque refleja el malestar de un gremio que ha sido golpeado, más que nunca, en esta administración calderonista, ante una pasividad perversa, un “no los veo ni los oigo” mal aprendido y peor aplicado; las cifras hablan por sí solas, sin embargo parecen ser simples números de personas incómodas cuyo accionar provoca, exhibe, critica y exige a un Estado mediocre que simple y llanamente mantiene una guerra fallida como errónea contra el narcotráfico y el crimen organizado, en donde las víctimas inocentes, los caídos en el cumplimiento de su deber son llamados “víctimas colaterales de daños colaterales”.Es complicada la lectura de dicha manifestación, porque se están manifestando muchos sentimientos (ira, dolor, frustración, impotencia), muchas exigencias (respeto, libertad de ejercicio, protección, justicia, apertura, diálogo permanente).
LA RESPUESTA: DEMAGOGIA Y SILENCIO
Y frente a esta manifestación de un gremio cuyo compromiso es con la sociedad en su conjunto, las autoridades, los responsables, los exigidos, simplemente han permanecido expectantes, enmudecidos y evadiéndose por una tangente que recorren a cada demanda popular y nacional. El flamante titular de Gobernación se concretó a cerrar las puertas de su edificio a los manifestantes, al tiempo que “daba respuestas puntuales y convincentes” a relatores internacionales que estaban con él en reunión a puertas cerradas; el Senado de la República aprovecho la coyuntura para “manifestar su adhesión a las justas exigencias de los periodistas”, en una verborrea típica como estéril y que sólo sirve para los intereses políticos (léase, atraer las cámaras y micrófonos).
LA VOZ DE LAS CONSIGNAS Y LAS PANCARTAS
Durante la manifestación, ordenada y en uso de un derecho constitucional, fueron las pancartas las que transmitieron las voces y los pensamientos, las exigencias y los reclamos del gremio, un gremio que se está uniendo, tal vez, para poder luchar más y mejor contra el autoritarismo de una democracia fallida, contra la intolerancia de un demagogo y su grupo de amigos. Ojalá y este sea el inicio de una unidad real en donde se demuestre a la sociedad, a la opinión pública, a la nación y el mundo, que los periodistas son guías y ejemplo de cómo exigir los derechos y de cómo defender las garantías que tutelan la vida, la dignidad, el libre tránsito y la integridad física de los mexicanos:
“¡No queremos más compañeros asesinados, secuestrados ni desparecidos, porque no queremos zonas de silencio en el país!”
“¡Porque los queremos vivos!”
“Rechazamos cualquier acto de intimidación contra la libertad de expresión, porque defendemos el derecho de los ciudadanos a saber”.
“Por tu derecho a saber y mi derechos a informar, alto a la impunidad, no más agresiones contra periodistas”.
“Porque hay silencios que aniquilan, el de la prensa es mortal”.
“Porque los queremos vivos…los buscamos: 12 periodistas siguen desaparecidos y 64 no han sido resueltos”.
“¡Ni uno más…ni uno más…ni uno más!”
UN PLIEGO CON CINCO PETICIONES
Como corolario a este movimiento gremial y social de los periodistas, del cual algunos dijeron no esperar mucho, pero que sin embargo es un buen paso para una lucha sostenida, se emitió un texto con cinco peticiones o exigencias al Gobierno Federal que se pueden resumir así:
1.- Alto a la impunidad en asesinatos, secuestros, desapariciones y amenazas contra periodistas;
2.- El cumplimiento real por parte de las autoridades e instituciones del Estado Mexicano para salvaguardar y garantizar el derecho a la libertad de expresión y acceso a la información;
3.- El compromiso del gobierno y sus niveles a no negociar, suspender, acotar las garantías constitucionales de la sociedad.
4.- Desarrollar y poner en operación, a corto plazo, las medidas de seguridad que garanticen la protección y respeto a la labor periodística y de los periodistas, y,
5.- Corresponsabilidad y compromiso de las partes involucradas para salvaguardar el derecho de los mexicanos al libre acceso a la información y la expresión de ideas.
Este acto no podrá quedar en mero intento, en simple exigencia fugaz. Esta manifestación deberá ser el arranque de lo que puede y debe hacer el gremio periodístico y de los medios de comunicación: unirse en un solo cuerpo social a favor de sus derechos, de su labor, de su papel en la sociedad; mostrar el verdadero músculo que puede desarrollar un gremio hoy desperdigado y desunido por los más disímbolos y absurdos intereses. De no hacerlo así, de no integrarse periodistas, comunicadores y empresas editoriales, radiofónicas y televisivas, la lucha será muy limitada, en seguro declive y en desaparición definitiva tras un muy ominoso silencio.
La lucha, pacífica y legal deberá crecer y continuar a nombre propio de los periodistas y de la sociedad para la que se deben y trabajan, pues frente y tras de sí están los compañeros muertos, los desaparecidos, los intimidados, están sus familias desamparadas y dolidas, está la sociedad lastimada, agredida y burlada. Urge retomar el compromiso de seguir haciendo de la prensa, además del vehículo de comunicación de la sociedad, en la voz ciudadana que exige justicia, dignidad, respeto y protección a quienes están y se han obligado a otorgar y preservar esto derechos.
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