Cerrojo rojo
RAMI SCHWARTZ
2009, EL PEOR QUE SE TENGA MEMORIA EN MÉXICO, cerró con broche de rojo. De rojo sangre, pues a partir del 1 de diciembre la violencia se ha desatado a niveles que no se habían visto en este año. Este sangriento diciembre garantiza que se rompa con creces la marca histórica de cinco mil 200 muertes ligadas al narco, el record anterior implantado en el 2008.
Y dentro de la marca histórica, hay que mencionar otras como por ejemplo, casi 200 decapitados, cifra diez por ciento superior que la del año pasado. Casi 500 torturados, 400 mujeres muertas, 450 policías y 30 soldados. Diciembre es ya el más sanguinario que se tenga memoria, un cierre de año con broche de rojo.
El asesinato de “El barbas” Beltrán Leyva, si bien se puede calificar como un buen golpe a ese cartel, de ninguna manera implica un respiro en esta matazón sin ton ni son. Por el contrario, quienes conocen de este tema aseguran que la violencia se va a recrudecer muchísimo en los meses por venir, no solo por los ajustes de cuentas al interior de ese cartel, sino porque los rivales de Beltrán Leyva van a intentar reconquistar territorios que pertenecieron a este capo tales como Morelos, Guerrero y la Ciudad de México.
La experiencia nos dice que los capos que se van dejan su lugar a otros mucho más violentos y sanguinarios. Beltrán Leyva superó con creces la crueldad de su padrino “El Chapo” Guzmán, quien a su vez superó con creces a su padrino El señor de los cielos. En el Pacífico, los Arellano Félix superaron con creces la violencia que ejercíeron en su momento capos como Caro Quintero y Don Neto. Y del lado contrario, en el Golfo, los Zetas son mucho más violentos que García Abrego y así sucesivamente. Resulta ingenuo pensar que la eliminación de Beltrán Leyva logre disminuir el caudal de los ríos de sangre que corren por el país.
Los narcotraficantes saben que pueden morir en cualquier momento. No hay uno solo que se sepa eterno; por el contrario, de la misma manera que los reyes morían, pero sus reinos sobrevivían, hoy se puede acuñar la frase “¡El Capo ha muerto; viva el Capo!”. La PGR ha señalado, en voz del procurador Arturo Chávez Chávez, que es probable que sobrevenga más violencia entre los aspirantes a suceder a Beltrán Leyva, como suele ocurrir cada vez que desaparece un capo mayor. O bien, violencia entre ese clan y sus adversarios “si (al grupo de Beltrán Leyva) lo ven débil, probablemente intenten fortalecer acciones para avanzar en territorio” o bien el Chapo Guzmán y otros capos estarán celebrando el reajuste interno o de conquista de nuevos mercados.
La pregunta obligada debería ser ¿en cuánto encarece la muerte de Beltrán Leyva el kilo de cocaína?. Aquí ninguna respuesta es buena. Si la encarece mucho, entonces la cuantía de las ganancias potenciales será mayor por lo que habrá muchos más dispuestos a desafiar la ley y el Estado a riesgo de su libertad, su integridad o su vida. Si por el contrario, el precio de la droga baja como consecuencia de la muerte de este importante capo, entonces la estrategia será un fracaso. De nada sirve matar narcotraficantes como Beltrán Leyva cuando no se respaldan estos hechos con mayor educación, nivel de vida o salud. Ya lo dice el ejército: si detrás de los regimientos de infantería no vienen otros de profesores, médicos y trabajadores sociales, de nada servirá acabar con los grandes capos pues siempre habrán nuevos, y más violentos, que tomen su lugar.
Lo que las autoridades siguen sin comprender es que han creado tal crisis en el país, que hoy más que nunca aplica esa máxima de que “más vale vivir cinco años como rey que toda la vida como güey” y golpes como los propinados a Beltrán Leyva, lejos de disipar esas creencias, las acentúan, pues hacen que el riesgo aumente y por lo tanto el premio por dedicarse a narcotraficante así como la violencia ejercida en dicha profesión.
Por otro lado, tampoco parecen entender que si el Presidente tiene puros incondicionales de su confianza trabajando para él, los narcotraficantes con más razón. Ellos deben desconfiar hasta de sus sombras por lo que cada capo como el Barbas, tiene entrenados y preparados a varios que lo sustituyan en caso de ser muerto por sus rivales o las autoridades. Mi4entras usted lee estas palabras, esos subordinados, que en vida tuvieron toda su confianza, ya están operando su organización con todo lo que ello implica. Por todo lo anterior, podemos esperar que este año cierre con broche de rojo.
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