LA ESPINGARDA
Alberto ESPINOSA RUIZ
- Ya nomás nos falta taparles sus piececitos a los gringos.
- La calle, la mejor escuela del humor y el pueblo, el mejor humorista.
“Ninguna madre pone en el mundo militares, todas dan
a luz civiles”. JOSÉ SARAMAGO IN MEMORIAM
EL SÍNDROME DE LA MALICHE
El entreguismo proyanqui del gobierno y la mayor parte del sector empresarial mantiene una continuidad que ha llevado al país a convertirse en una especie de “Estado Libre Asociado Virtual” de la Unión Americana, en donde la tónica, la estrategia es que aquí hagan como que somos soberanos, libres e independientes, y que del otro lado del Bravo (Río Grande), hagan como que nos lo permiten, nos dan chance. Ya sólo nos falta descararnos y ponernos, de plano, en posición de “chivito mirando al precipicio”.
Hay una vieja anécdota que retrata como han sido y son las cosas entre los buenos vecinos y que va en el mismo tenor de lo que apuntamos sobre el entreguismo nacional a los gringos: José López Portillo, el popular JOLOPO, cuando era presidente de México, fue en una ocasión a la Casa Blanca en Washington para entrevistarse con su homólogo gabacho. En aquella ocasión, llovía tanto en la ciudad que el “preciso” que “defendió como perro nuestro peso” y lloró como mujer por quienes no supo defender como presidente, bajó de la lujosa limousine y dobló sus finísimos pantalones hasta las rodillas para no mojarlos y ensuciarlos. Ya dentro del sobrio recinto oficial del mero mero chipocludo estadounidense, un tieso ujier, oficial o guardia de punto, le dijo en claro inglés texano a López Portillo que se bajara los pantalones; sorprendido por el amable pedimento, el ejecutivo mexicano sólo alcanzó a decir en buen español: “¿Ya es así la cosa, desde aquí?…” A los que no captaron la idea o no entendieron el mensaje, se les queda de tarea.
LA FRASE CHIPOCLUDA
“En el campo de la comunicación en masa, como en casi todo otro campo de actividad, el progreso tecnológico ha perjudicado al hombre modesto y ha favorecido al hombre poderoso…” JAMES R. FORTSON
ESTAMOS PARTIDOS CON LOS PARTIDOS
Por más que le damos vueltas y vueltas al asunto de “la oferta política y democrática” mexicana, respecto de los distintos partidos que compiten en cada proceso electoral a nivel legislativo y ejecutivo en sus tres niveles, siempre llegamos al mismo punto de partida: todos están cortados por la misma tijera, independientemente de la tendencia o línea política que dicen representar (izquierda, derecha, centro, tutti frutti, etc.) Nuestra larga y costosísima, como inútil experiencia democrática, nos ha dejado patitiesos, turulatos, decepcionados y a punto de estallar. Sean cuales fueren los políticos y los partidos que ganen altos cargos gubernamentales, vía el voto libre y secreto (mejor una de vaqueros), el resultado final es el mismo: sólo llegan a detentar el poder, llenarse los bolsillos y dejar a la nación peor que su antecesor.
Basta escucharlos o leerlos en sus entrevistas y peroratas públicas para que el hígado se nos haga cisco; prometen tantas cosas: acabar la corrupción, sanear a la burocracia y a la policía, construir escuelas, caminos, crear fuentes de trabajo, atraer negocios, industrias y turismo, ayudar a los más necesitados o “más vulnerables del tejido social”, etc., y se autodefinen como unos verdaderos apóstoles de lo que no tienen ni saben: oficio político, vocación de servicio, justicia, cultura general, credibilidad, honestidad, carisma, etc. Todo sea por vivir espléndidamente de la ubre gubernamental alimentada por el pueblo; todo sea por asegurarse un gran hueso que significa poder, negocios y pingües ganancias que les den lo suficiente para que hasta sus tataranietos no tengan que preocuparse en trabajar.
EL ESPINGRAMA
A LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Incansables realizan agotadoras campañas,
Partidos y políticos lucen sus perfiles y colores.
Haciendo uso de todas su malas artes y mañas,
Hacen mil promesas de todos los sabores.
Sean de derecha, del centro o la izquierda,
recorren todo el país tras el ansiado hueso.
El chiste es que ninguno en lo oscurito pierda
aunque el país se quede sin un solo peso.
|
LA BORREGADA JUVENIL
Sin temor a sonar a viejos cascarrabias y criticones, mucho me molesta atestiguar como han crecido los antros, tugurios y discos para la gente joven, verdadero templos del enviciamiento y la idiotización consumista de las nuevas generaciones por medio del gancho de la supuesta diversión “sana y juvenil” de estos lugares de moda. Recorriendo diversos puntos del Detritus Fecal, perdón del Distrito Federal y de los municipios dormitorio como Ecatepec, Coacalco, Naucalpan, Tlalnepantla, Neza y Cuautitlanes, es muy evidente el número creciente de estos tugurios, primos hermanos de los malogrados “Lobohombo” y el “News Divine”; hasta ahí arriban en grandes cantidades, jovencitos y jovencitas (muchos de los cuales se nota que ni siquiera llegan a los diecisiete años) todos los fines de semana, ante la apatía de los adultos y el hacerse de la vista gorda de las autoridades, las que previamente han negociado todos los permisos para dar su bendición y el visto bueno para que operen estos lugares de diversión.
Es ya cosa normal ver como se agolpan en las puertas de estos antros, en su mayoría de mala muerte, en donde un grupo de tipejos fornidos que hacen las labores de porteros, cadeneros, guaruras de los dueños, guardias especiales y golpeadores sacaborrachos, filtran, seleccionan y dan el pase al interior a quienes ellos mismos deciden. En estos sitios que se multiplican más rápido que las escuelas, los templos religiosos, las bibliotecas, los campos deportivos o los centros culturales, los jóvenes asisten a reventarse, a sentirse adultos liberales, emancipados y a la moda, bebiendo alcohol barato, bailando frenéticamente y entrándole a las drogas para pasar momentos de éxtasis. Y aras de una modernidad plena de libertades, crecen estos negocios en donde los futuros adultos mexicanos se olvidan por horas de sus presiones, responsabilidades y de la realidad. Así seguirán las cosas a pesar de los siniestros, las agresiones, la violencia, el tráfico de estupefacientes y otras chuladas que son, querámoslo o no, parte del show.
YA DE SALIDA
Si algo nos admiran a los mexicanos, chilangos y no chilangos, es el sentido del humor y el ingenio con que utilizamos nuestro idioma, instrumento afilado para la sátira, la crítica, la burla, el desquite, la venganza. No por nada muchos autores, lexicólogos y lingüistas han dedicado páginas y páginas a las formas de hablar del mexicano de barrio, el provinciano, los jóvenes urbanos, los indígenas, los clasemedieros, los del hampa, etc. Ejemplo de ello es el humor con que continuamente se rebautizan lugares de contraste con otros: Atzcapotzalco se convierte en Atzcapolanco, Nezahualcóyotl en Nezahualodo o Nezayork, Cuautitlán en Cuautihollywood, la conflictiva Delegación de Iztapalapa es apodada “Iztapalacra”, la antigua colonia capitalina de Santa Maria la Ribera se convierte en Santa María La Ratera, Tepito se vuelve Tepisur y Oaxaca se transforma en Oaxacalifornia, a Michoacán se le apoda Michigan y la colonia Bondojito se vuelve Bondoegipto
Otro ejemplo de cómo usa el lenguaje y los nombres propios el mexicano para apodar, motejar a sitios que reflejan sus diferencias sociales y status económico menos privilegiado está en los baratillos, tianguis y puestos ambulantes en donde se expende ropa de paca que viene de los Estados Unidos y está catalogada como de segunda o tercera clase. A estos sitios para la plebe, el peladaje, la naquiza, es decir, la clase jodida (aunque ahora ya es muy común ver por ahí a muchos clasemedieros ahorrando pesos y a uno que otro jetsetiano o jijelife comprando de incógnito) se les apoda con humor Chafis Liendres o Garris Londres por París-Londres, Chafurbia por Suburbia, El Puerco de Tianguispool por El Puerto de Liverpool. Es más, hasta la comida recibe motes curiosos o chuscos como los que actualmente los jóvenes han puesto a los hot-dogs: “hochos” o a las populares quesadillas: “quecas”. Si no fuera por nuestro alto sentido del humor, los mexicanos seríamos suicidas sin remedio, con el país y los políticos que nos han tocado.
Y DE PILÓN…
Un mandilón de nombre Agapito, un día estaba en la cantina con sus compañeros de la chamba (cosa poco común entre los mexicanos). Cada uno de los machines contaba la manera en que dominaban a sus respectivas domadoras, vulgo esposas. Cuando tocó el turno al Agapo, éste simplemente dijo: hace unos días tuve a mi mujer por más de diez minutos de rodillas…¡Pero con una escoba tratando de sacarme a palos de debajo de la cama!
Related Articles:
LA ESPINGARDALA ESPINGARDA
ALBERTO ESPINOSA RUIZ
“Deja pensar al pueblo que gobierna y... More articles by this author
La Espingarda“Quien con la verdad se irrita, para rato tiene pena”....
|