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La invasión
MA. GUADALUPE SANTA CRUZ DE LA MORA
(Exclusivo para Voces del Periodista)
Los conocemos, los identificamos, no nos sorprenden sus tácticas hipócritas. Desde hace años lo dijimos y lo publicamos: México es el botín. Pero los piratas ya no tienen paciencia para esperar y, después de crear las condiciones propicias, nos invaden, validos de la ingenuidad de un Presidente que creía salvar a México de las garras del crimen organizado y se equivocó.
No necesitamos revivir la historia para saber que nuestros peores enemigos son los Estados Unidos de Norteamérica y su gente, con excepciones. Por desgracia nos tocó vivir pegados a ellos y no podremos sacudirnos su vecindad. Lo que sí podemos hacer es luchar contra su imperialismo a base de fe en Dios, de inteligencia y de tenacidad.
Nada de miedos. Nos invaden descaradamente. Envían armas de contrabando burlándose de nuestra soberanía, de nuestras leyes. Están muy bien enterados de nuestra legislación. Están al día y enterados del derramamiento de sangre que trajo consigo la persecución del narcotráfico; han recibido las peticiones del presidente Felipe Calderón, hechas al presidente Barack Obama y, ni por eso, detuvieron el trasiego de armamento a nuestro territorio.
Cuestión de la que está perfectamente enterada la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aunque lo niegue. Es lógico que la intención no fue -como afirman los señores de la Agencia para el Control del Alcohol, del Tabaco y de las Armas- llegar a los capos más importantes, rastreando rifles y pistolas. De esta manera, EUA introdujo de contrabando dos mil 500 armas, la mayoría de ellas, de asalto. Para colmo, la jefa de Seguridad Interna de la Unión Americana, Janet Napolitano, negó estar al tanto. Señora: no somos tan tontos… Poco a poco, ustedes, los vecinos del norte, han inoculado su subcultura entre nosotros; de ahí las modas, las costumbres, la persecución a la vida, con el aborto; el divorcio, la demolición de la familia y… ¡las drogas! Pues bien, los yanquis, según ellos, iban a rastrear las armas y pescar a los traficantes mayores, pero como son tan sagaces, perdieron el rastro y… nadie sabe, nadie supo.
¿Tuvieron la atención de avisar al Presidente de la República y al secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora? No, al fin que para ellos somos su patio trasero. Estamos –eso creen- en su poder, porque poseen dólares, poder, maldad e indecencia. Por medio de estas líneas le recordamos a USA que el oro, la plata, las joyas y cuanto de valor salía de la Nueva España, fue saqueado por los piratas de Isabel I de Inglaterra, y esa fortuna –incalculable- fue en parte traída a los Estados Unidos.
En mayo de 1963, dentro del Capitolio, en Washington, el senador por Alabama, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, Berton H. Hickenlooper, injurió a un grupo de periodistas latinoamericanas al decirles que nosotros –los gringos- “estamos cansados de mantener con nuestro oro a los perezosos, sucios mexicanos y a la no menos sucia gente de Latinoamérica”.
Tanta “educación” provocó en las periodistas que asistían a un seminario de prensa internacional en Washington y Nueva York, una reacción de rechazo y eso se publicó en la revista Impacto, antes de que la susodicha revista, de gran prestigio, fuera intervenida por el gobierno del presidente Miguel de la Madrid para acallarla.
Pero deben entender los yanquis que ni somos su patio trasero, ni su laboratorio pronarco, bien provisto por ellos con dinero sucio y armamento mortal. La corrupción que se ha vertido en cataratas de alcohol y toneladas de enervantes lo hace por el poder que ostentan el Consejo de Relaciones Exteriores y la Globalización, tras la que se esconde la oligarquía que empobrece al planeta.
No somos esclavos. Somos -en la inmensa mayoría- mestizos de indio y español, católicos, y poseemos un país rico, el cual, desde siempre, ha despertado la codicia de EE UU, lo que ocasionó el robo de la mitad de nuestro territorio. Pero quieren más…, y no seremos eso que ellos pretenden. Señor embajador Carlos Pascual, porque nuestra soberanía material e intrínsecamente espiritual, depende de una fuerza metafísica, universal -Dios-, somos protagonistas activos de la eterna lucha entre el Bien y el mal.
Aparte, señor Pascual, nos protege un escudo de heroísmo formado por nuestro glorioso Ejército. Nuestra más heroica institución, recia, firme, disciplinada y patriota. Nuestro abnegado Ejército, con quien hemos trabajado hombro a hombro en lo profesional, y al que queremos y admiramos porque salvaguarda con honor a nuestra bandera tricolor, independiente, soberana, legada a nosotros por Iturbide y Guerrero.
Nuestra solidaridad y respeto para con las fuerzas armadas mexicanas y nuestro reconocimiento a la Marina-Armada de México, que siempre debe estar hermanada con los soldados.
Escribe esto una periodista de a pie, que se reincorpora a los colegas que luchan por ser una voz distinta, a nivel de las conciencias. Ilustrísimo señor embajador Pascual: nosotros no vamos a pedir que el gobierno de México lo declare persona non grata. Finalmente usted será retirado por no ser ya útil a Barack Obama, a Hillary Clinton y a Janet Napolitano.
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