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La luz vencerá a
las tinieblas
Se cumplieron 40 años del Jueves de Corpus. Aquella tarde nos bajamos de un camión chato, de 30 centavos, en medio de una granizada de balas. Estábamos en San Cosme. Corrían y disparaban los halcones y los muchachos se defendían. La avenida era una locura. Se escuchaban órdenes en los aparatos transmisores. Se le atribuyeron a Alfonso Martínez Domínguez, regente del Distrito Federal.
En esa refriega había que ponerse fuera de peligro. Sobre el techo del edificio del PAN, en la calle de Serapio Rendón, frente al cine Ópera, estaban francotiradores. En ese y en otros edificios. Desde las instalaciones del PAN, donde tiempo antes estalló una bomba, arreció el fuego, tirando a matar.
Nosotros, que tuvimos la oportunidad de escuchar la voz que ordenaba a los halcones, percibimos que no era la de Alfonso Martínez Domínguez, sino la de Luis Echeverría Álvarez, presidente de la República. El mismo Echeverría, quien el 2 de octubre de 1968, como secretario de Gobernación, involucró al Ejército en la matanza de Tlatelolco, en ausencia del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien se encontraba en Ajijic, Jalisco, ajeno a lo que ocurría. Echeverría, finalmente, no fue juzgado por estos hechos lamentables, por su avanzada edad y estado de salud. Se le confinó a su domicilio. “El caudillo” ya está exonerado. La Procuraduría General de la República no pudo acreditar su culpabilidad.
Esos dos acontecimientos marcaron el cambio de vida del país, por el embate de fuerzas negativas. El movimiento del 68 fue producto de un complot. Por un lado, de Cuba y Fidel Castro. Y, por el otro, los Estados Unidos, que peleaban para la ciudad de Detroit, la sede de las Olimpiadas del 68. Hubo gente importante que se dejó sobornar y la casi totalidad del gabinete de Díaz Ordaz lo traicionó. Sin embargo, hubo una brillantísima Olimpiada y el orden se reimpuso.
Este episodio es uno de los miles en que el mal casi ha prevalecido, desde antes de que Dios pusiera al hombre y a la mujer sobre la tierra. ¿Y cuándo empezó la lucha entre las dos fuerzas que se disputan la supremacía en el universo? Comenzó con la rebelión de Luzbella, ahora Luzbel, a servir: “No serviré”. Lo mismo dicen los jueces y funcionarios a los que aludió Felipe Calderón en el Castillo de Chapultepec. Por lo afirmado por el Presidente, estos bichos están en la nómina del crimen organizado, en el México de hoy, que nos heredaron sus antecesores: Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox.
Estamos en el umbral de saber que hará Calderón con esos jueces y altos funcionarios traidores. Pecado de soberbia, el de Luzbel: “No serviré”. Consecuencia: en la vorágine de África, Asia, Europa y América, lo que pasa es que la soberbia campea mucho antes del nacimiento de Cristo Jesús, porque en el antiguo Egipto había ritos de un ocultismo horrible y el nacimiento de un poder trasnacional que adora al becerro de oro de Babilonia, Baal. El oro y el poder aumentan la soberbia. Los hombres, en todos los continentes, sucumben a la ambición y pierden la noción del bien y del mal.
Una profesión que está destinada a servir, y no a servirse de los demás, es el periodismo. En la realidad, por la que atraviesa el país, el periodista es pieza clave, pero el periodista con ética. Es conveniente que el periodista sepa, esté consciente, de que nos encontramos en una guerra metafísica en que el padre de la mentira se enseñorea por la falta de oponentes. Todos se inclinan ante él. Hasta lo adoran en la oscuridad de sus despachos.
Por doquier que posamos la mirada se ve materialismo. En la que fue clase media alta y hoy es media media, bajaron de nivel, no pueden adquirir lo que antes y se entristecen ante el consumismo imperante en las nuevas clases altas. Ponemos un ejemplo de inmoralidad: los robos continuos a los ductos de Pemex, los jueces que dejan libres a los asesinos confesos, los empresarios tipo Jorge Hank Rhon y etcétera.
La espiritualidad se ha ido, se ha volatilizado. El hombre siente cerrarse el cerco: altos impuestos, inflación, desempleo, etcétera, etcétera. El hombre no recapacita en que no puede él solo cambiar las cosas. Nuestra misión es cumplir con nuestro deber y pedir al único que puede hacerlo, al Creador, que cambie este universo de iniquidad. Tengamos la humildad de reconocer que somos poco o nada y recurramos a quien sí puede, desde arriba.
Mexicanos: el sábado 25 de junio hubo una peregrinación a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe. Fue el principio de un acto de fe nacional que se repetirá en cada alma que vuelva a acogerse al amor maternal de la Emperatriz de México y de América. Fue una gran victoria en la guerra en la que la luz vencerá a las tinieblas. Ese es el camino..
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