{vozmestart}
Petróleo
El asesinado Muammar el Gaddafi. En Estados Unidos los republicanos nos llaman a los mexicanos “insurgentes” y “terroristas”. ¿Qué pretenden?
Octubre ha sido un mes agitado. Libia queda dividida en un caos, gobernada por tribus antagónicas. Gaddafi logró unirlas, él mismo pertenecía a los tuaregs. Su muerte fue un linchamiento. Cuarenta y dos años estuvo al frente de Libia y acumuló miles de millones de dólares en barras de oro.
Su fallecimiento, en la ciudad de Sirte, donde nació, abre condiciones para que la tercera potencia mundial en petróleo quede al alcance de los Estados Unidos.
Pasando a nuestro país, subyace tras el montaje de un escenario prefabricado por la nación norteamericana, una intención de conquista motivada por el racismo y el petróleo.
Es falso que el oro negro se haya agotado, como se afirma: oficialmente tenemos hidrocarburos para 19 años, empero, ingenieros del Instituto Mexicano del Petróleo afirman que las reservas son cuantiosas en el sureste y en el Golfo de México.
El ex presidente fundamentalista, George Walker Bush, inventó que Irak y su dictador, Saddam Hussein, tenían armas letales. Bush destrozó a Irak, torturó y ahorcó a Saddam Hussein, pero ¡no encontró nada de lo que buscaba, porque no lo había! Las armas letales nunca existieron. Los soldados yanquis cometieron en Irak y Afganistán atrocidades con los prisioneros y el pobre pueblo inerme.
Ahora nos toca a nosotros parar al Tío Sam. Nos corresponde, a los mexicanos, afrontar el intervencionismo de los imperialistas norteamericanos. Este día, el secretario de Marina, almirante Francisco Saynez, declaró que de cesar ahora la ofensiva contra los cárteles de la droga, éstos se apoderarían de la patria.
El ex zar antidrogas estadounidense, Jeffrey McCaffrey, dictaminó que estos entes, a los que les tiene tanto miedo el gobernador texano, ¡no son insurgentes!, ¡no son terroristas!
Falso complot
No estamos sorprendidos, pero sí enfadados, por el cuento que se originó en la Unión Americana, porque un funcionario se sacó de la manga algo insólito. Resulta que un iraní llamado Mansoor Arbabsiar, contactó a un “zeta” en nuestro territorio, y lo contrató para que por un millón de dólares –muy poco- asesinara en Washington, D.C., al embajador de Arabia Saudita, y colocara una bomba en la representación diplomática saudí y en la embajada de Israel; tenía a un cómplice que fue denunciado por el pretendido “zeta”, que no era otro que un agente encubierto de la DEA.
Gobernación verificó que el iraní tenía la nacionalidad de los Estados Unidos y lo deportó a Nueva York, donde se reunió con su amigo, quien habría sido detenido por Migración.
La noticia es dolosa. Barack Obama agradeció por teléfono a su homólogo de México, que descubriera el complot.
Irán se negó a aceptar lo que declaró Obama y se dijo listo para responder. Hubo dimes y diretes. Se supo que Irán pretende tener una bomba atómica y eso dejó en suspenso al mundo. No sería raro que aparte de la riqueza petrolera, móvil de la mentira, hubiera una bomba. Eso que lo resuelvan los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.
Irán es dueño de un mar interno, o submarino, de petróleo; por eso la provocación yanqui. Por eso al Tío Sam le esperan Yemen y Siria. La OTAN decidió que la retirada de sus tropas de Libia fuera el 31 de octubre. A ver qué pasa…
Obama anunció que retirará el total de las tropas que quedan en Irak para diciembre.
Mister Perry
El Congreso de Estados Unidos, por unanimidad, aprobó un mandato para detener el contrabando de armas a México; falta que los norteamericanos lo cumplan. Los yanquis no parecen darse cuenta de que en su afán “de ayudar” a la república mexicana se dañan ellos mismos. El dinero sucio para sostener al narcotráfico también viene de allá, igual que las armas. Ellos lo saben. ¿A qué le tiran?
El gobernador de Texas, Rick Perry, denunció –según él- que los criminales ya se pasaron del otro lado de la frontera y a los niños gringos los reclutan para vender la droga. A cada uno le estarían pagando 50 dólares por entregar la mercancía.
En el vecino país, la drogadicción es usual y este es el resultado de no combatirlo. La culpa es suya. Perry nos acusa de exportar nuestra corrupción. En realidad esa corrupción viene de los texanos y demás habitantes de las 52 estrellas que tiene su bandera. Ha sido al revés. La droga, las malas costumbres, la vida licenciosa, las hermandades o logias, las introdujeron ellos a nuestra nación. Hace 50 años México era diferente. La sociedad no estaba tan corrompida.
Conservamos lo suficiente para no hundirnos, sino para resurgir. México ha despertado con la sedicia de sus detractores y hará honor a los inocentes muertos y se organizará para ser un bastión fuerte y nuevo. De hecho, México cuenta con numerosas organizaciones civiles y un pueblo que sabe de dónde viene el mal y cómo combatirlo.
{vozmeend}
More articles by this author
VOZ CRÍTICAVOZ CRÍTICAMA. GUADALUPE SANTA CRUZ DE LA MORA(Exclusivo para Voces...
|