Viernes, 27 de Mayo de 2011 14:01 | 
Author: RAMI SCHWARTZ | 
| Edición 259 |
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Carstens al fondo...
pero del mar
RAMI SCHWARTZ
Vaya. hasta que Cordero dijo algo coherente. Ante el escándalo protagonizado por el ex director del Fondo monetario Internacional, que al parecer violó a una camarera de su hotel, nuestro secretario de Hacienda candidateó al gordis Carstens a la presidencia de ese desprestigiado instituto protector de las peores causas.
Sería fabuloso que el ñoño se fuse a dirigir al FMI. Una cosa es segura: Con él no habrían escándalos sexuales... Pero, además, el FMI tiene cuentas pendientes con México. Sus políticas erróneas nos han costado miles de millones de dólares, la creación de millones de familias de pobres, otras tantas de miserables, y mandarles al ñoño sería una venganza muy dulce.
Desde que Felipe Calderón lo designó secretario de Hacienda las cosas pintaban mal. Los gorditos siempre son acomplejados; en las escuelas son el blanco de burlas y mofa por parte de sus compañeros. El famoso bullying es un término creado para proteger a estos perdedores de la crueldad de sus compañeros y el ñoño no pudo haber sido la excepción. Y así nos fue con un hombre de su talla al frente de las finanzas del país, con su catarrito que se convirtió en la peor crisis económica en la historia del país, de un panzaso destruyó en tan solo un año el 10 por ciento de la riqueza de todos los mexicanos y sumió a la economía mexicana aún más en la depresion económica que se prolonga ya casi treinta años.
Luego, de premio por su ineficiencia e incompetencia, su cuate Calderón lo puso al frente del Banco de México donde nos ha seguido costando una fortuna. Apenas hace un par de meses el ñoño se dio cuenta que los dólares no valen nada, que es una tontería mantener tantas reservas en papel de baño color verde y con años de retrazo, decidió comprar de un jalón casi 100 toneladas de oro a precios entre 30 y 40 por ciento superiores que cuando tomó posesión de su cargo.
Luego, se ha seguido rehusando a adoptar la plata como moneda de cambio, a acuñar pesos de plata contantes y sonantes y darle a los mexicanos la oportunidad de ahorrar en ese metal que ha incrementado su precio tres veces desde que entró a dirigir nuestro banco central, otro error que nos ha costado una fortuna. Y esto no lo ha hecho porque en el fondo, él sigue al pie de la letra las órdenes del presunto violador del FMI y como este prohibía que países como México tengan su propia política monetaria y den un mejor nivel de vida a su población, pues fiel a su jefe Dominique Strauss-Kahn, ha bloqueado los intentos de buenos mexicanos por introducir una moneda de plata al sistema.
Y si en cuatro años, el ñoño nos ha costado tanto, en los que le quedan al frente del Banco de México, nos puede costar mucho más. Por ello es que hay que tomarle la palabra al secretario de Hacienda y apoyar la candidatura de este funesto y nefasto personaje para que de una vez por todas se vaya de México a vivir a Nueva York, donde hay todo tipo de facilidades para los obesos como él, y dirija esa desprestigiada institución. Que le pague Obama y ya no los mexicanos y que deje de casuar daños irreparables a la economía de 120 millones de mexicanos.
Allá ellos si quieren a un traumadito dirigiendo a esa institución. Nosotros ya tenemos muy malas experiencias con sus desplantes, sus catarritos, sus frases desafortunadas. Nos cuesta una fortuna mantenerlo, darle de comer. Seguramente necesita dos asientos de avión cuando vuela porque en uno no cabe, debe tragar como troglodita pues de otra forma no tendría esa panza ni esos cachetotes.
¡Ah!, y por si fuera poco, con esa obesidad y esa inconsciencia, en cualquier momento le puede dar un infarto. Sus seguros nos deben costar una fortuna pues cae redondito en el perfil de más riesgo, y, finalmente, es un pésimo ejemplo para nuestros jóvenes. Qué paradoja: Por un lado hay toda una campaña gubernamental en contra de la obesidad y por el otro se encumbra a lo más alto de las finanzas públicas del país a un gordo como él. Por todo ello, el ñoño se debe ir al fondo… pero del océano… y dejarnos a los mexicanos en paz.
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