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Edición 279

DEFINICIONES
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS
(Exclusivo para Voces del Periodista)

La bondad que no practican nuestros
gobernantes la trajo Benedicto XVI

 

HACE TIEMPO, al empezar la imposición del neoliberalismo al compás de préstamos condicionados y tratados internacionales a espaldas del pueblo, a partir de 1970, la prepotencia de gobernantes  y cúpulas de mando ha sido implacable.

 

LA BONDAD, LA GENEROSIDAD, la vocación de servicio y el respeto a la vida del ser humano están ausentes, lo cual nos ha arrastrado a la crisis económica social y moral que  mantiene uncido al pueblo mexicano bajo el peso de intereses extraños a nuestro destino.

Saludos

A sabiendas de que la lucha contra el narcotráfico tiene que darse a partir de las causas que generan este apocalíptico mal, el problema está en  la matanza  de más de 50 mil mexicanos en esa “guerra” -muchos de los cuales eran personas  eran niños, ancianos y mujeres-, ajenos totalmente a dicho problema y por tanto seres inocentes que perdieron la vida en calidad de “daños colaterales”, de acuerdo a la jerga de quienes conducen la lucha contra “la delincuencia organizada”, al margen de la justicia social.

Por falta de bondad en la casi totalidad de las cúpulas de mando,  se ha dado vida a la pobreza entre los mexicanos y por falta de consideración, de carencia de un elemental sentido de justicia social, ha surgido la desigualdad  con perfiles de pobreza y opulencia a nivel insultante.

Bondad, generosidad, vocación de servicio, en vez de odios y venganzas, de violencia y muerte, es lo que se ha impuesto en nuestro país.

Paz basada en la justicia, sí

En este panorama de aguda crisis que agobia al pueblo mexicano, llegó a nuestro país, invitado por más de 85 millones de católicos mexicanos, el Papa Benedicto XVI. Y la invitación se hizo con base en que el creyente también es ciudadano que tiene el derecho de practicar su fe y de escuchar a sus dirigentes espirituales, a sabiendas de que si en lo ciudadano se es nacionalista, en lo católico la Iglesia es universal.

En su breve estancia, su Santidad Benedicto XVI dejó esencialmente un mensaje de bondad que mucha falta nos hace, en la medida que, tal como lo asentamos líneas arriba, la bondad, la generosidad, el respeto a la dignidad del próximo son los grandes principios, las insustituibles normas de toda nación civilizada regida por autoridades que realmente representen sus intereses.

Las multitudes que siguieron en su itinerario a Benedicto XVI son,  propiamente dicho, un plebiscito respecto de los verdaderos anhelos, de las verdaderas convicciones del pueblo de México. México es un pueblo que sufre las injusticias en carne propia, precisamente por falta de bondad  de parte de quienes tienen “el pandero en la mano”. Y bondad es lo que predicó el sumo pontífice. De allí las lágrimas que brotaron en millones de rostros que indirecta o indirectamente -ya en loes escenarios de la jira de su Santidad o en los canales de televisión-, siguieron los pasos del Pescador de Almas.

La bondad, dentro de las circunstancias en que vive el pueblo de México, es un bálsamo que nos ha obsequiado el ilustre visitante. Con la bondad en funciones de bálsamo, muchas heridas pueden dejar de sangrar, pueden suturar y así, paulatinamente, se hace posible la reconciliación que hasta antes de la visita  del Papa, se veía muy lejos. Ahora muchos males pueden sanar porque los males que nos aquejan don de ausencia de moral.

Benedicto XVI, pescador de almas

El lenguaje que utilizó Benedicto XVI es el de un pescador de almas – no el de un político -, por eso dijo que pidió a la Virgen de Guadalupe que nos ayude a los mexicanos a superar la violencia, el narcotráfico, la corrupción, la pobreza y la crisis de valores.

Su breve estancia constituyó una comunión entre el visitante ilustre y el pueblo. Por eso él agradeció el entusiasmo y cariño del pueblo y prometió que “México siempre permanecerá en mi corazón”. Por eso prometió rezar mucho por nuestro país Para el hombre de fe, para quien confía en La Promesa, sus palabras son un canto de esperanza.

Violencia y muerte no

Pidió el sumo pontífice a los católicos mexicanos, promover la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad. En el multitudinario suceso de la misa oficiada al pie de Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, ante más de 650 mil almas, Benedicto XVI  oró para que nuestro país supere  grandes males como narcotráfico, criminalidad, corrupción, pobreza y otros.

El papa,  en su reunión en la Catedral de León, donde se venera la imagen de Nuestra Madre Santísima de la Luz, pidió a los obispos de América Latina, trabajar incansablemente para desterrar venganza y odio a nivel continental.. Hizo votos porque la Virgen ilumine el camino para establecer la paz y la justicia en América Latina. La palabra bondad y las argumentaciones en base a la bondad, hace mucho tiempo que no se escuchaban en México.

Benedicto XVI, quien ha tomado muchas acciones contra la pederastia h a favor de la niñez, les dijo a los menores la tarde del sábado cuando llegó, que “no están solos”  y de la niñez mexicana   precisó que “ocupan un lugar muy importante en mi corazón”.

Para entender el mensaje de bondad que nos trajo Benedicto XVI, hay que considerar que el lenguaje  que está dirigido al interior del ser humano, está muy por encima de todo interés político, porque tal como está dicho, “la Iglesia  fundada por Cristo, por su naturaleza y funciones, está por encima de todo partido político y de toda política de partido”.

Tanto la Iglesia como el Estado tienen sus funciones propias y sin interferirse  en sus derechos y deberes, se complementan para alcanzar el bien común. Lo que ha ocurrido con la visita del Papa Benedicto XVI a México, es que en el marco de la ausencia de bondad  y vocación de servicio de amplios sectores de nuestras cúpulas de mando. Su Santidad ahora ha venido a recordarnos con su lenguaje de esperanza dirigido a las almas,  que practiquemos la bondad la injusticia, el odio y la venganza de los corazones.

¡Bondad, cuánta falta nos hace en México! Un bien inmenso ha hecho a México Benedicto XVI,  al recordarnos con su palabra y su rostro que refleja bondad, que la bondad cebe imperar en nuestros corazones para poner fin a nuestros males.

 

 



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