¿Qué
nos dejó el 2013?
EDUARDO
LÓPEZ BETANCOURT
Es momento de hacer
un recuento de lo que nos dejó el 2013, para algunos simplemente un año más; empero,
para muchos otros, la fecha donde se esfumaron las perspectivas de un México
mejor. Ello, después de haber pasado por varios sexenios de auténtica anarquía,
administraciones plagadas de venalidad, delincuencia y un alto grado de
ineficacia, amén de un burocratismo atroz.
En cualquier nación
del mundo, principalmente los dos últimos ex primeros mandatarios estuvieran
penando largas condenas en prisiones de alta seguridad; no obstante, gozan de
múltiples canonjías, impunidad plena, sueldos de por vida y un cúmulo de personal
a su servicio; todo lo anterior como muestra tangible de la corrupción desmesurada
que impera en nuestra Patria.
Sinnúmero de
mexicanos abrigaron esperanzas, ante la llegada de un nuevo gobierno federal en
2012. Empero, lamentablemente la violencia y la pobreza se desbordaron aún más.
Desde que el Presidente
nombró su gabinete, en el que, salvo dignas excepciones, el signo genérico fue
la medianía, empezaron las grandes fallas en diversas dependencias. Pero, lejos
de reflexionar o corregir el rumbo, se continuó con los mismos altos funcionarios;
se afirma que habrá cambios, pero sólo serán enroques. Esto es, simplemente se
les moverá de puesto; todo, como es costumbre, para desgracia de México.
Por lo que hace a los
planes del actual gobierno federal, se anunciaron de manera espectacular varias
reformas: La primera en el ámbito educativo, la cual era esperada con ansiedad;
sin embargo, sólo fue pura alharaca. De inicio, los maestros fueron señalados como
únicos autores de la pésima educación nacional, cuando, en realidad, los
mentores son tan víctimas como los alumnos; los verdaderos responsables de la deplorable
instrucción en el país, son los malos dirigentes que México y su pueblo han
padecido.
La tan traída y
llevada reforma educativa, lejos de analizar las causas del fracaso, se enfocó
en hallar culpables; se pretendió, de modo superficial e incorrecto, evaluar a
los docentes, cuando lo apropiado era buscar su capacitación.
Respecto a la reforma
financiera, se suponía que con ella habría múltiples mejoras económicas, pero sucedió
lo contrario; se aumentaron impuestos a diestra y siniestra, demostrando una total
y absoluta falta de talento, esencialmente para acrecentar la base de
contribuyentes.
Existen varios
motivos por los cuales en México nadie desea pagar gabelas, entre otros, la
seguridad que se tiene del dispendio del dinero público y conductas inmorales de
los servidores públicos, de cualquier nivel, quienes de la noche a la mañana se
enriquecen inmensamente. Lo innegable, es que el incremento de los impuestos impactó
directamente en los bolsillos de la clase media, y claro, en los de quien menos
tienen.
Otra reforma, que se
dijo era de gran beneficio para nuestra República, fue la energética; no
obstante, bien sabemos, en ese rubro la finalidad era entregar el petróleo a
manos extranjeras, lo cual así ocurrió. Resulta obvio: hay un interés malsano por
parte del hombre más avieso que ha existido en México, quien en mala hora
usurpó la Presidencia
allá por los años 80’s, un sujeto mondo, integrante de una familia peor que la de
los Borgia.
Así, con pena se pueden
apuntar muchas cosas malas y ninguna buena han pasado en suelo azteca desde
1988 al 2013, por lo que se vislumbra un gris panorama para el 2014.
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