La atención de Sillicon Valley sobre México no es nueva como se supone. El gobierno mexicano impulsa un instituto que administra programas de apoyo a empresas.
Es verdad que se trata de un amplio mercado en español del orbe, y uno muy vital para los Estados Unidos, donde 32 millones de sus más de 317 millones de habitantes son de origen mexicano. Claudio Cossio, cofundador de interesante.com apuntó que “existen excelentes creativos, también finos diseñadores, pero montar una empresa es harina de otro costal”, Para iniciar una start up el paso más importante es tener una idea o dejar aflorar los talentos que tiene uno. De la idea uno se encamina a la tecnología e inmediatamente después a la inversión. La fórmula parece sencilla y convirtió célebre a Sillicon Valley, un hermoso valle al sur de la bella ciudad de San Francisco que se convirtió en sinónimo del concepto.
Y resumo lo siguiente: el que emprende una start up (sí, el que une una idea, tecnología, inversión y la lleva a cabo) es un emprendedor. Muchos emprendedores mexicanos no sólo se han ido a los Estados Unidos, sino también a otros países (principalmente, Europa). Y por supuesto, nuestro país se convirtió en terreno fértil para el concepto. ¿Por qué?: movió 730 millones de dólares el año pasado. Todos se refieren a que la fórmula del Talento es cumplida en la República Mexicana. Cossio confiesa que este mercado continuará creciendo los próximos 20 años.
Doblando la hoja, este interés se tradujo en la inversión de ejecutivos de Google, Facebook y Amazon en start ups mexicanas. Por su parte, David Weekley, ex colaborador de Google y Facebook, supo emprender junto con César Salazar Mexican VC y Santiago Zavala, el primer fondo de capital de riesgo que presta dinero a emprendedores para convertir sus ideas en herramientas tangibles e útiles. Mire bien, una start up puede ir desde una aplicación que sirva para ubicar la farmacia más cercana hasta otra que permita hacer cargos a la tarjeta de crédito. Para mí, el objetivo es sencillo: hacer que la tecnología sirva. Y que los que cuenten con ideas cuenten con la capacidad económica para realizarlo. Y hasta la próxima, ¡abur!
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