A O’Bama, el nuevo gerente de la sucursal americana del imperio anglosajón, lo pusieron ahí los que-de-veras-mandan precisamente porque se ve un tipo limpio, de buen corazón y enorme carisma, es sumamente inteligente, buen orador y polemista, pero sobre todo porque pasó toda su etapa formativa de infancia y adolescencia en ambientes islámicos. Todo lo contrario que el equipo gerencial anterior, una tripleta de bestias peludas wasp (Bush, Cheney y Rumsfeld) a cargo de imponer en el mundo, a bombazos, la Pax Americana versión troglodita.
   La jugada salió mal y en vez de reafirmar el dominio gringo, la tripleta infernal logró lo impensable en tan sólo ocho años: perdió la guerra en Irak, trae un descontrol marca caguama en Afganistán; soltó las riendas en Paquistán; perdió el sitio #1 en la economía mundial (se lo ganó la Unión Europea); se dejó superar y aun humillar, ¡hasta en deportes!, por el BRIC (China, Rusia, India, Brasil); permitió que le saque la lengua medio patio trasero (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay); no sólo no sometió a Norcorea, sino que ahora hasta Irán le pinta violines; hizo más dependiente que nunca su país del petróleo importado; la gravedad asiática está sacando de su órbita al supuestamente dominado Japón; hasta el truco históricamente más ensayado (los autogolpes) le salió mal en el WTC (dejó más huellas que un asesino novato); pero sobre todo, al grito de “¡Los déficit no importan!”, la tripleta infernal abatió con infinita irresponsabilidad fiscal El Poder de Su Firma, su moneda antaño omnipotente (que ya no la acepta ni la misérrima Cuba), y quebró al imperio (en sus dos matrices Washington y Londres), sus protectorados (Ottawa y Canberra) y sus colonias (Panamá, México, Bogotá, Santiago et al), al grado de que la dizque derrotada Alemania le falta al respeto de una manera parecida a como le hizo Francia 40 años atrás y le exige que le devuelva el oro depositado allá. Como dijera en 2003 el Chimpancé Mayor, con un sentido ligeramente diferente: Mission accomplished!

 

   A los que-de-veras-mandan no les preocupa demasiado vivir donde sea (Nueva York, Londres, Estambul, Delhi, Hong Kong, Buenos Aires, Turicato o Interlomas), ues saben que seguirán dominando al planeta desde cualquier lugar (sus empleados en Washington son de apegos más tozudos, pero también ellos tendrán que ntender eventualmente que los ejes del Nuevo Orden Mundial ya emigraron). Ellos, que tienen visión de siglos y que son cualquier cosa menos tontos, ya tenían listos todos los posibles relevos adecuados para cada eventual escenario que pudiera presentarse en 2008 (si el modelo troglodita hubiera triunfado, tal vez habrían puesto en la Casa Blanca a otro wasp neandertal, digamos Jeb Bush, en vez del sparring Mc Caín). Uno de esos relevos en lista de espera era Mr. O’Bama, carta perfecta para la situación. Tras el desastre global causado por la pandilla wasp de chivos en cristalería,los-que-de-veras-mandan dan un golpe de timón y giran 180 grados: en vez de Globocop, el terror del mundo (porque ya no tiene con qué: ni dinero ni fábricas ni siquiera soldados), hora EU jugará a ser el mediador afable de un mundo convulso.
   Fiel a ese nuevo guión, OBama fue a Egipto, centro del mundo islámico, a pedir muy cortésmente chichi geopolítica (como fue Geithner a China, en el flanco geofinanciero). A eso lo mandaron las fuerzas del Imperio: a comenzar a apaciguar el avispero que sus gerencias anteriores sacudieron durante medio siglo, de modo especialmente salvaje a partir de la Tormenta en el Desierto en 1991. Su sorprendente discurso en El Cairo es prueba de esas nuevas instrucciones. Ya lo ice el refrán: “Pa´que la cuña a-priete (no pun intended), ha de ser del mismo palo”. Ironía histórica: fracasadas las madrizas, ahora prueban las madrazas (escuelas islámicas como las que educaron al niño O’Bama). Demos gracias a Dios: aunque sea a regañadientes, EU ya comenzó a entender que más le vale comenzar a portarse mejor… como si el resto del mundo existiera para algo más que regalarle bienes y dinero, y recibir sus bombas.

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