Señor embajador Pascual: A otro perro con ese hueso
Ronda sobre las aspiraciones
de Peña Nieto un extraño karma
ABRAHAM GARCÍA IBARRA
(Exclusivo para Voces del Periodista)
* Historias no aptas para cardiacos
Que descansada vida
La del que huye del mundanal ruido.
Fray Luis de León
Por supuesto, esta entrega no puede titularse Contestando la correspondencia, pues los hechos que abordaremos son del dominio público, en cuyo caso preferimos el título de Refrescando la memoria. ¿De quién?: Del embajador de los Estados Unidos en México, Carlos Pascual, y del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. La motivación es la misma, pero diferente.
Como obsequio a la visita del procurador general de Justicia adjunto de Washington, Lanny A. Breuer, y souvenir de Felipe Calderón a Barack Obama -previo encuentro en territorio imperial-, el gobierno mexicano decidió extraditar a Nueva York al ex gobernador priista de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, imputado de lavado de unos 100 millones de dólares. Villanueva Madrid, cayó al abismo y al bote, entre otras causas, por sus desavenencias con el ex propietario de Banamex, Roberto Hernández Ramírez, y la inclinación de la balanza en su contra por el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, ahora en el directorio de Citigroup, al que Hernández Ramírez vendió su franquicia bancaria, con exención fiscal por parte del secretario de Hacienda de Vicente Fox, Francisco Gil Díaz, ahora en el directorio de HSBC.
Carlos Pascual, reputado de experto en Estados fallidos, fue enviado a México por Obama, cuando la derrota en la guerra contra el crimen organizado del Elliot Ness mexicano -Calderon Hinojosa-, proclamado por la Casa Blanca como guardián de la frontera sur, era ya ostensible. Si vale recordar, Ness era agente del Tesoro (no del FBI). Aguanta el dato, para señalar que el éxito de Ness contra Al Capone se relacionó con el lavado de dinero y la evasión de impuestos, asuntos que no aparecen en la agenda de la guerra narca, no obstante que, desde 2006, se entregó al presidente designado un expediente con las denominaciones de más de tres mil empresas vinculadas al blanqueo, resultado de una investigación a escala internacional.
¿Quién sembró las semillas
de la violencia en México?
Pues bien: Al festinar la entrega de Villanueva Madrid, el procónsul Pascual declaró que “las semillas del torbellino violento en México fueron sembradas por primera vez hace diez años”, por gente como el ex gobernador de Quintana Roo. Falso, las semillas del mal (hablamos de la adormidera o amapola) ya estaban sembradas en México cuando la presidencia de Franklin Delano Roosevelt solicitó la anuencia del gobierno mexicano para desarrollar ese cultivo, generador de morfina y heroína, en el noroeste de México, cuando la invasión japonesa a Indochina bloqueó el suministro de opio a los laboratorios occidentales que lo requerían para atender urgencias de las víctimas de la guerra. Hasta entonces, el cultivo de amapola y el procesado de opio y su consumo en el después llamado Triangulo dorado mexicano fue casi de alcance doméstico
El comisionado para fecundar ese reclamo gringo, fue el judío-polaco, Mair Suchowjansky -Meyer Lansky-, naturalizado estadunidense y “ministro de finanzas y droga” del gabinete de Lucky Luciano, constituido en el hotel Waldorf Astoria, de Nueva York, al decretarse el fin de la prohibición en los Estados Unidos. A Luciano se le elevaría después al rango de patriota norteamericano por su colaboración, en Sicilia, en la invasión de Europa por los aliados. Lansky se erigió en el genio financiero de la mafia, y su trayectoria de casi medio siglo en libertad se debió a los oficios de abogado de Richard Milthow Nixon, en compensación a lo cual el mafioso participó en 1968 en el financiamiento de su segunda campaña presidencial (después de haber sido derrotado en 1962 por John F. Kennedy y frustrado en su intento de gobernar California) , a cuyo éxito el capo anuncio su retiro.
Cuando, después de su fallido peregrinaje internacional en busca de asilo, el gangster murió en Florida, en 1983, dejó una fortuna de tal monto que hoy sería nominado por Forbes entre los más ricos del mundo. Parte de su legado, de secreto destino, quedó en México, especialmente en la industria hotelera.
Lansky, pues, señor procónsul, que operó siempre desde los Estados Unidos hasta que Nixon se convirtió en el primer presidente dimitente por el escándalo del Watergate, fue uno de los que fertilizó las semillas del torbellino violento que hoy incendia a México. Después de terminada la II Guerra Mundial, Sinaloa -eje del Triangulo dorado- ya no volvió a ser el mismo: los viejos gomeros rurales empezaron a ser administrados y después sustituidos por los capos de cuello blanco que ahora dominan la industria del lavado de dinero, algunos de los cuales, al correr del tiempo, abandonaron su “pulcritud” apartidista o un priismo de conveniencia, para terminar atrincherados en el Partido Acción Nacional.
Con Reagan en la Casa Blanca,
la mafia le cobró la factura
Por si se requiriera un dato más, citemos de paso a Sam Momo Giancana -Salvatore Guingano para sus padres-, del que Carlos Pascual debe saber más que nosotros, que apenas tenemos algunos elementos sobre su papel de conspirador contra los presidentes demócratas y su condición de padrino de Frank Sinatra. Y algo más: De su presencia en México (en la ex bucólica Cuernavaca, Morelos), entre los años 1967-1974, hasta que el gobierno mexicano lo deportó. En ese periodo, sin embargo, sus negocios en los Estados Unidos marcharon viento en popa. Obviamente, en México, con sus inversiones en “oro verde”, también sembró semillas del torbellino violento.
Como actores de reparto, podemos nombrar a Frank Costello, Dutch Chultz, Albert Andone, Joe Adams, Tony Acardo, y un etcétera hasta la vuelta de la esquina. ¿Cómo pudieron existir y medrar, no obstante las maravillosas leyes penales de los Estados Unidos? No hay modo de preguntárselo ya al poderoso gay John Edgar Hoover (de quien Lansky atesoró una fotografía haciendo sexo oral con uno de sus asistentes en un baño público. Otros, lo retratarían dando show nocturno vestido de peluda dama), quien en su larga dirección en el FBI fue implacable contra los liberales y manso con los criminales de a de veras. Por lo menos hasta 24 llegó a contarse el número de mafias activas en los Estados Unidos en el periodo de Hoover. Hoy se asegura que sólo los cárteles mexicanos controlan más de 20 mil pandillas al servicio del narco en los Estados Unidos.
Señor procónsul de los Estados Unidos en México, experto en Estados fallidos, Carlos Pascual: “¿A quién le sirve ese potencial de violencia que se viene acumulando? A México no. Aun como expresión puramente verbalista, esa violencia sirve desde ahora a los fines de los Estados Unidos. ¿Vale la pena? Don Maldea está logrando un éxito con su libro Oscura Victoria: Ronald Reagan, MCA y la mafia. Ahí, el autor recuerda que, en 1967, Ralph Sakerno, un policía neoyorkino, predijo: ‘El crimen organizado pondrá algún día a uno de sus hombre en la Casa Blanca, y no lo sabremos hasta que la mafia le pase la factura’. Moldea cree que la profecía se cumplió con (el arribo de) Reagan. Si Washington tiene a México a tiro de misil ¿a qué ponérselo en bandeja de plata”. Eso está escrito por el autor de estas líneas en Los Bárbaros del Norte/ La contra mexicana, en 1988. ¿Semillas del torbellino de violencia sembradas en México hace 10 años? A otro perro con ese hueso.
Si se requirieran otros datos, no precisamente accesorios, agregaríamos que, desde los años setenta, actuaban en México agentes de la Agencia Antinarcóticos (DEA) de los Estados Unidos, encubiertos en la embajada y las oficinas consulares, sobre todo en el Pacífico. Verbigracia: Desde su estación en Mazatlán, Sinaloa, aun antes de que se hiciera pública la operación Irán-Contra, se sabía que algunos de esos agentes, coordinados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), operaban -como “contratistas”- barcos pesqueros amparados con bandera mexicana, en los que se trasegaban armas hacia Centroamérica y droga (ya con la cocaína como principal producto) hacia California, con la base militar de San Diego y su hinterland como terminal.
En la entrevista que, en Mexicali, Baja California, sostuvieron los presidentes Ronald Reagan y Miguel de la Madrid, hace 25 años, este reportero tuvo oportunidad de conversar con dos que tres agentes de la DEA. Cuando se les preguntó ¿por qué resultaba tan difícil acabar con el tráfico transfronterizo de drogas?, uno de ellos contestó paladinamente: “Porque entonces se nos acabaría también la chamba”.
El gobernador Peña Nieto
hace alarde de ignorancia
Toca el turno al dandy gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. El seráfico mandatario cree que acaba de hacer un descubrimiento monumental. Con motivo de la operación de la Armada de México en dos exclusivos fraccionamientos residenciales al norte del municipio de Atizapán, el domingo 9 de mayo, en busca del matón Edgar La Barbie Valdez Villarreal y secuaces, del cuerpo de sicarios del sinaloense Arturo Beltrán Leyva (+), Peña Nieto declaró a los medios:
“Yo creo que (los mafiosos) no han dejado de estar (ahí). Creo que han estado ahí de tiempo atrás”. Y la salida por peteneras: “Por eso urge redefinir estrategias para ver esto en un marco integral, donde se inhiba realmente el consumo de drogas… (sic).
La “creencia” de Peña Nieto no tiene desperdicio: Tiene ya más de un lustro medrando en el Congreso del Estado y en la gobernación, desde donde galopa ansioso hacia Los Pinos, y en todo ese tiempo no se le ocurrió que una “creencia” amerita al menos curiosidad escrutadora para darle sustento explicativo, sobre todo si se pretende gobernar a la entidad económica y demográfica primera del país después del Distrito Federal.
Se lo proponemos en dos apartados. El primero, histórico: Hacia los años cuarenta del siglo pasado (coincidiendo con los movimientos de Meyer Lansky a los que nos referimos antes), era habitual que el gobernador de Arizona invitara a su par de Sinaloa en ciertas fechas recordables. Por ejemplo, el 5 de mayo, que en Tucson se celebraba por lo alto, como en otras ciudades de los Estados Unidos con gran población mexicana. Los sinaloenses formaban caravanas que viajaban a bordo del Ferrocarril del Pacífico y por la Carretera (15) Internacional, que casualmente cruza el Estado de México desde el Distrito Federal. Un segmento considerable de viajeros, en vez de equipaje, llevaba curiosas latitas de hojalata. ¿Llevaban café o chiles o tomates deshidratados para sus parientes? No. Esos “botecitos” iban llenos de “goma negra”, la extraída de la amapola, que se trasladaba a Arizona, donde funcionaban los laboratorios para su procesado, pues en Sinaloa la técnica era muy rudimentaria y afectaba la calidad de los derivados. ¿También la gobernadora Jan Brewer peca de ignorancia sobre la historia de la economía de Arizona?
En Sinaloa, cuando, en ausencia de Ministerio Público Federal, la Oficina de Hacienda, actuando por ministerio de ley, incautaba un embarque de opio y lo turnaba para su análisis como cuerpo de delito a los Servicios Coordinados de Salubridad, generalmente obtenía como resultado un peritaje que reportaba que “aquello” no era opio, sino goma de copalquín. No había, pues, delito que perseguir y todos contentos. ¿De a cómo no? Empezó una era de prosperidad, cuyo emblema fue la colonia Tierra Blanca, “pasando el río” al norte de Culiacán, y nació la figura señera de los varones de la droga: Don Lalo Fernández, hombre apacible que despachaba en el clásico café La Parroquia, al frente de la catedral. El gobierno de la República tomó cartas en el asunto y formó la Policía Federal de Narcóticos, que desplazó a la Policía Judicial del Estado, que actuaba, en suplencia federal, en la persecución de dicha actividad. Parte de estos datos se toman de Una vida en la vida sinaloense. Su autor fue Manuel Lazcano Ochoa, tres veces procurador de Justicia del estado.
“Estos eran dos amigos…”:
Sánchez Celis y Hank González
Las memorias de Lazcano Ochoa se citan, porque una de las veces que fue procurador, lo fue con el gobernador Leopoldo Sánchez Celis. En alguna ocasión, según esos relatos, Polo lo llamó para informarle que regresaba de México con luz verde para irse “sobre las cabezas gordas del narcotráfico”. Pero en alguna página menciona como “anécdota” oída que, al organizarse los primeros grupos de mafiosos y empezaron a combatir entre sí, Sánchez Celis les habría advertido: “Váyanse de Sinaloa. Mátense afuera. Aquí nomás trabajen”. Hasta aquí el autor citado.
Como experiencia periodística propia, nuestro testimonio consiste en informar que el gobernador Leopoldo Sánchez Celis (1963-1968) fue imputado en su momento de ser el verdadero jefe del narco. No es casual, que en su equipo de seguridad personal (en el que sobresalían gatilleros que fueron jefes de guardias blancas en la miniguerra contra agraristas a principios de los cuarenta), estuvo el entonces joven y hoy célebre Miguel Ángel Félix Gallardo (apañado en 1989 junto con Ernesto Don Neto Carrillo Fonseca y Rafael Caro Quintero, por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. Por actividad en el narco, cayó por separado Amado El señor de los cielos Carrillo Fuentes, también sinaloense).
Durante el sexenio de Sánchez Celis, surgió en Sinaloa, coincidentemente, otra sensacional especie: En lo alto de la estructura mafiosa, el real Capo di tutti capi sería el entonces director general de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), el ya próspero mexiquense Carlos El profesor Hank González. Antes propietario de pipas contratadas por Petróleos Mexicanos para el transporte de combustibles hacia la frontera norte, ahora sería objeto de sospecha porque en su programa Los silos del pueblo, para almacenar las cosechas compradas por la Conasupo a los campesinos, se descubrieron algunos como depósitos de droga. (Después, algunas fosas construidas por la Secretaría de Agricultura para procesar alimentos para el ganado con base en bagazo de caña mezclado con miel, también fueron usadas como almacén de mariguana.) Como simple dato, podemos consignar que Sánchez Celis promovió una conasupo a escala, que puso en manos de su hermano Pedro Luis. Se decía entonces que se tomaba como modelo el de la República Popular China, para el control estatal del mercado de la droga.
Valdez Montoya, primero en
“balconear” a los empresarios
Concluido el sexenio de Sánchez Celis, lo relevó el economista Alfredo Valdez Montoya, uno de los primeros gobernadores, si no el primero, que denunció en voz alta que en el negocio del narco se observaba ya la presencia de prominentes empresarios. (Propietarios y ejecutivos de bancos entre ellos, acotamos nosotros.) Nadie en “el centro” lo peló. Sánchez Celis abandonó en Sinaloa para instalarse en el selecto barrio de San Jerónimo de la Ciudad de México. Cuando, abanderado del Grupo Atlacomulco, llegó a la gobernación del Estado de México El Profe Hank González, incorporó a su directorio de colaboradores, como coordinador de la Comisión de Desarrollo Agropecuario a Leopoldo Sánchez Celis. Al ordenar el presidente Luis Echeverría la Operación Cóndor, en 1975, en Sinaloa, Durango y Chihuahua, siendo procurador General de la República Pedro Ojeda Paullada, no pocos capos sinaloenses fueron ubicados en Atizapán de Zaragoza (Edomex). Empezó a hablarse ya del corredor San Jerónimo-Atizapán. En esta ciudad, que tuvo un súbito auge residencial, la PGR asestó uno de los golpes más espectaculares en Edomex contra dichos capos. Estamos hablando de mediados de los setenta. Todavía en el sexenio de José López Portillo, designado Hank González regente del Distrito Federal, de nuevo tuvo a su lado a Sánchez Celis, y como subordinado a uno de sus hijos, Polito, en la Delegación Coyoacán.
Fracasó la estrategia
hankista 82 para el 82
Algunos datos de ese expediente de El Profe, fueron puestos en circulación -con sordina-, cuando éste lanzó la fallida campaña 82 para el 82, concebida como iniciativa para la reforma del artículo 82 constitucional (que impedía el acceso a la Presidencia de la República a hijos de extranjero), con vistas a la sucesión presidencial de 1982. Desde entonces, por lo menos otros tres ex gobernadores mexiquenses han pretendido repetir las glorias de Adolfo El Joven López Mateos (1958-1964.)
Pero Atizapán de Zaragoza continuó su apogeo residencial y neoempresarial, como otras zonas del Estado de México, incluyendo la capital, Toluca, cuando empezó a operar el penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez, en donde fueron confinados los capos mayores del narco sinaloense. Familiares y socios de éstos se avecindaron en la zona, una de cuyas viejas brechas rurales del municipio fue habilitada como aeropuerto, con intensa actividad nocturna sin aparente control federal. Como oferta paradisíaca, empezó a promoverse el fraccionamiento Condado de Sayavedra, en el que se decía que uno de los primeros parroquianos fue Raúl Salinas de Gortari.
A principios de la década que termina, cuando el PAN se apoderó del gobierno municipal de Atizapán, una joven regidora panista, autora de una investigación sobre el crimen organizado en dicha demarcación, que trató de poner en manos del ex gobernador Arturo Montiel Rojas, fue asesinada a balazos. Se indició, infructuosamente, al presidente municipal surgido del PAN. Personalmente, Vicente Fox se metió en el proceso, incluso con declaraciones públicas a The New York Times. En el aeropuerto de Atizapan, murió, hace alrededor de dos años, atrapado en su pequeño avión estallado, un ex alcalde-actor del Estado de México, se dijo que víctima de un ajuste de cuentas comunes entre narcos. El aeropuerto ha seguido funcionando como si nada pasara ahí. El gobernador Enrique Peña Nieto “cree” ahora que los mafiosos han estado ahí de tiempo atrás. Se puede ser joven, ¿pero ignorante de un hecho del tamaño del Himalaya? Mameyes a otro tianguis.
¿Peña Nieto no tiene
colaboradores leales?
La supuesta ignorancia de Peña Nieto sobre ese fenómeno, no pasa ni como coartada. Al menos desde el sexenio de Alfredo del Mazo González (“el hermano que nunca tuve”, lo llamó Miguel de la Madrid cuando lo colocó en la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal, desde donde, se pensó, pasaría a Los Pinos en 1988) en Toluca empezó a hablarse, hasta con cierto grado de simpatía, del llamado Chilorio’ power, identidad que se dio un grupo de jóvenes turcos sinaloense que iniciaron su ascenso burocrático desde el periodo de López Portillo, sobre todo en las áreas de información y comunicación social del gobierno federal.
Uno de ellos, que desde entonces ha servido en esa misma área del gobierno del Estado de México, se tomó un corto verano para volver a Sinaloa al servicio del gobernador priista Renato Vega Alvarado. Éste, ya en el ejercicio de la gobernación, recibió, desde el sur de los Estados Unidos, donde se refugió, reclamos públicos del empresario Rolando Andrade por no ver cumplidas las promesas que se le hicieron a cambio de contribuir al financiamiento de la campaña electoral. Andrade fue socio del celebérrimo Carlos Cabal Peniche en la empresa Del Monte, pero es secreto a voces que, al parecer, cayó de la gracia del mandatario cuando se le relacionó con el negocio de las drogas. Aquél del que hablamos, ahora maduro funcionario, aparece incesantemente en las pantallas de televisión como poster a espaldas de Peña Nieto en cuanto acto público agenda. “Casualmente”, durante el gobierno de Vega Alvarado, se hicieron públicas las nóminas de beneficiarios del Procampo y la Alianza para el Campo en Sinaloa. En ellas apareció el nombre de otro Chilorio, junto con los de la madre y una hermana de Amado El señor de los cielos Carrillo Fuentes.
Esas referencias nos dan pie a hablar de una especie de karma que persigue al Chilorio’ power. La mayoría de sus integrantes, metropolizados, decidió probar suerte política en Sinaloa, con la intención de ser profetas en su tierra. Hacia mediados de los ochenta, rodearon al aspirante a la gobernación del estado, el senador priista Ernesto Millán Escalante, apadrinado por el poderoso compañero de Cámara, Raúl Salinas Lozano, padre del entonces secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari. Sucedió que, en la primera cena, en Culiacán. para formar el comité de financiamiento de la campaña, la Secretaría de Gobernación fue informada de que, entre los invitados, estuvieron personeros del mafioso Miguel Ángel Félix Gallardo, a quien le lavaban dinero, entre otras coberturas, en el Patronato para la Construcción de la Ciudad Universitaria. El candidato del PRI fue el titular de la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Francisco Labastida Ochoa, a quien suplió en el cargo Del Mazo González.
Los Chilorio se regresaron a la Ciudad de México. Entonces le hicieron acompañamiento al mexiquense Del Mazo González. La primera semana de octubre de 1987, una noche fue convocado a temprana junta dominical el Consejo Político Nacional del PRI. Una temeraria maniobra nocturna, que alcanzó algunas primeras planas de los medios impresos, hizo creer que el candidato presidencial sería Sergio García Ramírez. El afortunado fue Carlos Salinas de Gortari. Algunos militantes de aquel grupo permanecieron proscritos en el sexenio siguiente.
Tres mexiquenses se han
quedado a la vera de la ruta
En su curva consolidada después del maquinado error de diciembre de 1994, el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León montó en Palacio Nacional un gran espectáculo para presentar como secretario de Gobernación al ex gobernador mexiquense Emilio Chuayffet Chemor. Ipso facto fue considerado el primer presidenciable para 2000. Los Chilorio arrimaron su sardina al fogón inmediatamente. El candidato presidencial resultó ser Labastida Ochoa. Escudados en el paisanazgo, los Chilorio cambiaron de carril. Labastida Ochoa perdió la Presidencia de la República en 2000.
Vino el proceso interno del PRI para nominar candidato presidencial al 2006. Los Chilorio se alinearon en la precandidatura del gobernador mexiquense Arturno Montiel Rojas. Éste fue desplazado por el dirigente del PRI, Roberto Madrazo Pintado, quien también fue derrotado en las elecciones generales de ese año. Ahora, los Chilorio están enquistados en el primer círculo del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. De Hank González a Peña Nieto: 30 años de aspiraciones presidenciales mexiquenses frustradas os contemplan. ¿Logrará el candidato de Televisa romper la jettatura? En 2011 lo sabremos. Como sea, al presidente designado Felipe Calderón Hinojosa le quedan sólo 30 meses de subsistencia.
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