“Maiceo” y autodestrucción hedonista
En nuestro país deben existir todas las libertades
menos la destruir a México
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS
(Exclusivo para Voces del Periodista)
Aquella frase que fustiga a “los demagogos con ínfulas de miembros del sindicato de conductores del mundo, cuya convicción única es cambiar de convicción tantas veces como sea necesario para mantenerse en las ubres del poder” , viene a la memoria por el señalamiento del cardenal y arzobispo de Guadalajara, monseñor Juan Sandoval Íñiguez, referente a que “Ebrard ‘maiceó’ a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que declararan constitucionales los ‘matrimonios’ entre personas del mismo sexo, con derecho a adoptar menores ”.
El “maiceo” en la política mexicana es más viejo que el general Obregón, cuando en campaña militar contra el Centauro del Norte, Francisco Villa afirmaba que “no hay general que resista un cañonazo de 50 mil pesos”.
Aquí está la prueba contundente de que la corrupción, a la que en tiempos de la colonia la alta burocracia designaba con el lema de “robar bien y servir mal”; como “maiceo” en el siglo pasado; “concertacesiones” en los tiempos crueles de la tecnocracia neoliberal que sufrimos, son mal crónico de la vida pública en México, con la diferencia de que este cáncer se ha agravado en grado extremo, a últimas fechas.
Resulta, pues, lo mismo decir: “Robar bien y servir mal” en tiempos de la colonia; “cañonazos de a 50 mil pesos” durante el período violento de la Revolución Mexicana; “concertacesiones” o “arreglos en lo oscurito”, como se dice hoy o “maiceo” como lo ha dicho muy a la mexicana para regocijo del pueblo -que en cierta forma así se siente vengado por tanta maldad en las cúpulas de mando-, el ilustrísimo señor cardenal y arzobispo de Guadalajara, monseñor Juan Sandoval Íñiguez.
El Cardenal le puso el cascabel a Ebrard
El término ”maiceo” pasará al anecdotario de la política corrupta en México, igual que aquella frase ya célebre, del “Tlacuache” César Garrizuirieta, quien sentenció: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
La conclusión que “transparentará” lo que pueda haber ocurrido “en lo oscurito”, respecto de la acusación de que “Ebrard ‘maiceó’ a los ministros de la Suprema Corte”, les toca dilucidarlo, en el terreno de lo jurídico, a las autoridades judiciales correspondientes. Se aguarda con interés la definición judicial. En el anecdotario de la política a la mexicana, la palabra “maiceo” con su significado tragicómico -el maíz es alimento de los cerdos-, se queda en las páginas de lo imborrable.
Por lo pronto, la gente se pregunta: ¿Cómo está eso de que Ebrard ha sufrido “daño moral” por el señalamiento de que “maiceó” a los ministros de la Suprema Corte, si el propio Ebrard -émulo de Oliverio Cromwell-, ha dicho en varias ocasiones que “la moral nada tiene que ver con las leyes” después de que en diciembre del año pasado la ALDF se inventó los “matrimonios” entre gente del mismo sexo, ante el Registro Civil.
El denunciante cae en lo incongruente. Si las leyes nada tienen que ver con lo moral, entonces ¿qué lógica hay para demandar por daño moral?
Camacho, “maiceó” o “concertacesiones”
Cosas de la vida. Conocí y traté -de reportero de Excélsior a funcionario-, a Manuel Camacho Solís y a Marcelo Ebrard, cuando el primero fue regente (1988-1993) y el segundo llegó a ser su jefe de Gobierno. Entonces, ambos eran del PRI y ultraderechistas salinistas. Camacho, en el sexenio de MMH fue, como titular de Desarrollo Regional, o algo así, el hombre de todas las confianzas de Salinas. El se encargó de “maicear” o de concertacesionar a quienes era necesario, para que se sumaran “voluntariamente” a Salinas como su candidato.
“Maicear”, se aclaraba entonces, no era necesariamente comprar con dinero, sino otorgar algún beneficio de otra índole -contratos, colocar a algún pariente y cuantas y tantas formas de pagar un favor. Salinas era titular de Programación y Presupuesto, la secretaría de mayor importancia, entonces. Camacho es “campeón concertacesionador”, fama que afianzó con sus con sus “alianzas” inter partidarias con los “chuchos” como comodines.
Ebrard, “delfín” y discípulo de Camacho, era entonces un chamaco travieso y por “sus diabluras”, algunos de mis colegas le denominaban El Chucky -el “muñeco diabólico”- y la “novia” del Chuky para continuar con la broma, decían que era Elba Esther Gordillo.
Camacho se consideraba “inminente sucesor de Salinas en la presidencia de la República”. Los reporteros teníamos que estar atentos durante las 24 horas del día de todo lo que hiciera o declarara, porque era “el próximo presidente”. Por citar un ejemplo, durante su gestión la Ruta 100 con su sindicato, se politizó.
En su momento el regente Oscar Espinosa Villarreal (1994 –1997), declaró la quiebra de la Ruta 100 y se descubrió que l estaba politizada y su sindicato en manos del colombiano Ricardo Barco, se había convertido en dolor financiero para el DDF. Igual con el Movimiento Popular Independiente.
La administración de Camacho fue época de “travesuras”. Empezó a funcionar la Asamblea Legislativa, surgieron las “tribus” del PRD, “Superbarrio”, etc., todo con la actuación benevolente con “olor a maiceo” de la pareja Camacho Solís-Ebrard.
Camacho y Ebrard, ¿“de izquierda”?
El mundo ideal de Camacho Solís, respecto a su futuro, se vino abajo cuando en noviembre de 1993, Carlos Salinas hizo candidato presidencial a Luis Donaldo Colosio. Entonces, vino el famoso “berrinche” camachista y Ébrard no tuvo otra alternativa que acompañarlo en su destino político. Manuel Aguilera se hizo cargo del DDF.
Su incorporación a la política se produjo tiempo después, pero ambos reaparecieron ya como “hombres de izquierda”. ¿Hubo “concertacesión” o “maiceo” en esto? Con los ”chuchos” perredistas, mercaderes sin escrúpulos en la política, todo puede suceder. Son demagogos “cuya convicción única es cambiar de convicción cuantas veces sea necesario con tal de mantenerse en las ubres del poder”.
“Caballo de Troya”, vs. México
En su retorno al gobierno del D. F., Ebrard llegó con aspiraciones de ser el sucesor de Calderón, controla la Asamblea Legislativa. En sus primeros tres años, con Víctor Hugo Círigo Vázquez, fueron aprobadas las uniones gay y la legalizaron del aborto. Fue propuesta la despenalización de la mariguana.
Con su incondicional Alejandra Barrales, convierte las uniones gay en “matrimonio”, con lo que viola el Estado Laico, puesto que los únicos facultados para impartir el sacramento del matrimonio, son los sacerdotes. Los oficiales o jueces del Registro Civil imparten contratos conyugales, no sacramentos, ellos sólo se dan a personas de distinto sexo. Se engaña a los gays. Matrimonios solo en la Iglesia. Ebrard pretende establecer la sociedad permisiva y hedonista en nuestro país, o sea, el tipo de sociedad que autodestruye pueblos, como aconteció con Sodoma y Gomorra. Todo con el marbete del “derecho a la diversidad” para esconder la autodestrucción de México, previa depravación de los mexicanos. Ebrard ya tiene su Sodoma en la Zona Rosa.
Ebrard se empeña en destruir la institución de la familia, del hogar. La ALDF ya votó los “divorcios express” , lo que aumentó el número de “niños de la calle”. Las decisiones de la ALDF conforme a derecho, sólo tienen jurisdicción en el D. F.
Ante estas “novedades” que Ebrard nos trajo del extranjero durante sus muchísimos viajes , en busca de apoyo mundial para sus sueños presidenciales, aunado a la “constitucionalidad” de la Suprema Corte, se alzó la voz del cardenal y Arzobispo de Guadalajara, monseñor Juan Sandoval Ïñiguez, quien con su denuncia -que dilucidarán los tribunales en lo meramente jurídico -, de “maiceo” a los ministros de la SCJN le ha puesto el cascabel a Ebrard, quien sigue con el sueño de ser el próximo Presidente, igual que su maestro en “maiceo” o concertacesiones”, Manuel Camacho Solís.
Mientras la sociedad permisiva, hedonista y sodomita destruya a México, la voz de los obispos tendrá que manifestarse para orientar a su grey. Ese es su deber y su derecho. Todo ser humano en cuanto ciudadano y hombre de fe, tiene derecho a practicar su Credo con la orientación episcopal. Así lo reconoce y garantiza, incluso, el Estado Laico que nos rige en México. Defender a su Patria y a su Credo es deber de todo ciudadano.
En México deben caber todas las libertades, menos la libertad de destruir a México y a los mexicanos.
More articles by this author
|