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De ser cierta, la riña entre el PRI y el
PAN Sería muy benéfica para México
A sabiendas de que una cosa es la revolución mexicana y sus grandes e históricas aportaciones al México de nuestros días, en lo económico, social y cultural y otra el Partido de la Revolución Mexicana, la riña pre-electoral entre el PRI el PAN, de ser cierta, será de mucho beneficio para México porque, tal como es sabido, “riñen las comadres y se dicen las verdades; y es saludable que saquen “los trapitos a sol” en el patio de la vecindad de nuestro convulsivo acontecer nacional.
Como todos los mexicanos sabemos por experiencia propia que las desgracias para México, que vienen del echeverriato -1970-1976-, pasando por las administraciones JLP y MMH, no se agudizaron hace 10 años, sino hace 23, es decir en 1988, cuando se agravaron con la formación del bloque PRI-PAN, con base en las cuestionadas elecciones en las que “se cayó el sistema” y para salvar la derrota de Carlos Salinas, ante Cuauhtémoc Cárdenas, hubo necesidad de aliarse ambos partidos, antaño irreconciliables.
Desde entonces, como acertadamente lo dice repetidamente Andrés Manuel López Obrador, “el PRI y el PAN, son lo mismo”.
Luis Echeverría Álvarez.
En la misma ruta
Y la verdad histórica nos dice que, en efecto, han sido lo mismo porque de dicha alianza PRI-PAN, el partido blanquazul, el que dice que es “el de los mejores hombres de México”, se hizo cómplice de todo lo que Salinas traía en su alforja neoliberal, lo que ha significado entre otras cosas, lo siguiente:
A.- La puesta en el mercado de la tierra de los ejidos y terrenos comunales que han dado como consecuencia que a la fecha hayan perdido nuestros campesinos más del 40 por ciento de sus parcelas para beneficio de las trasnacionales que vienen a explotar a los mexicanos con bajo salarios y nulas prestaciones.
B).- Desmantelamiento de las conquistas socales de los trabajadores, contenidas en el artículo 123 para imponer el sistema de outsouurcing, que nulifica los derechos de la clase trabajadora mexicana; crea inestabilidad e inseguridad en el mantenimiento de la fuente de trabajo, porque se puede despedir al personal sin pago de indemnización alguna, sin derecho a vacaciones, sin opción a jubilarse, etcétera.
C).- La venta de tierras ejidales y comunales ha servido para que empresas mineras sin escrúpulos, especialmente canadienses, vengan a explotar nuestras minas y se lleven fuera de nuestro país el oro, la plata, el bronce y demás metales y metaloides que son estratégicos para la nación, sin que paguen ni siquiera los impuestos debidos al país por el saqueo de los tesoros que yacen en el subsuelo del territorio mexicano.
D).- La Doctrina Estrada, de no intervención y autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica de los conflictos entre las naciones ahora es letra muerta y la política exterior es proclive a toda clase de violaciones a nuestra soberanía nacional, como es el caso de la Iniciativa Mérida que ha abierto las puertas del territorio mexicano a agentes, asesores, espías y personal de inteligencia, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Una lucha que debería librarse en Estados Unidos y no en suelo mexicano, porque allá es donde está el mercado mundial más grande en consumo de drogas. La guerra contra el narcotráfico es una guerra ajena, no nuestra.
E).- La desigualdad social y económica, la corrupción oligárquica y la impunidad, etcétera. En todo esto han caminado juntos el PRI y el PAN, desde 1988. Por eso es propio decir que “el PRI y el PAN” son la misma cosa”.
Puede decirse que, tratándose del PRI, muchos de sus políticos, los que ocupan los puestos de mando de mayor importancia, han incurrido en traición a la Revolución Mexicana, a la cual han desmantelado especialmente de 1988 a la fecha -aunque hay que reiterar que el mal viene desde el echeverriato-, los postulados sociales de la revolución iniciada por el apóstol de la democracia, Francisco Madero, y a cuyos contenidos sociales contribuirán hombres del pueblo como los Flores Magón y la misma doctrina social de la iglesia católica, tal como lo demuestran fehacientemente las investigaciones históricas.
Mancuerna que no debe ser
En alas del neoliberalismo que unió intereses político-económicos personales, el PRI y el PAN, al aliarse a partir de 1988, han escrito dolorosas páginas en la historia de México, en donde se explica el por qué de la grave crisis económica que flagela al pueblo con el desempleo, la explotación laboral, la inseguridad pública, la impunidad, etcétera.
Por el lado de Acción Nacional -no se justifica que, luego de ser oposición, desde la cual proclamaba de boca, principios que se externaban para consumo en los mítines políticos, en busca de votos inconscientes que se dejan llevar más por las palabras que por los hechos de fariseos-, a la hora de sumar fuerzas con los hombres del PRI, cayera abiertamente en la incongruencia, en la contradicción, al sostener postulados contrarios a sus prédicas supuestamente humanistas externadas en lenguaje genérico, carentes del valor de lo concreto.
Juntos, el PRI y el PAN le han ocasionado mucho daño a nuestro país. Por eso se ve como algo verdaderamente saludable el que ahora ambos partidos hayan entrado al terreno de la confrontación y lo único que se teme es que “todo sea para lo mismo”, o sea, que se trate de una maniobra para fingir un pleito que no afectará el fondo de la complicidad entre priistas y panistas, para alternarse en el poder, a sabiendas de que, antes, deben “hacer algo” para recuperar parte del prestigio perdido y por eso, como desesperada medida, ahora den la apariencia de que han roto su fatal alianza de 1988.
Habrá que estar al pendiente de los días que vienen para saber a ciencia cierta si las diferencias de estos días y los cargos que se lanzan tienen base en la diferencia de ideales, o simplemente se trata de riñas por cuestiones de intereses egoístas que nada tienen que ver con convicciones que deben ser enarboladas en beneficio del país.
Diferentes corrientes históricas
José López Portillo.
A lo largo de su sui géneris trayectoria histórica, encontramos que el Partido Acción Nacional nada realmente trascendente ha hecho para el país. Lo mismo puede decirse de obreros y campesinos porque la estrategia panista se basa únicamente en la verborrea, más no en los hechos. Al llegar al poder, lo que ha hecho es desmentir en la realidad, promesas que hizo en el pasado.
Esto, a diferencia de la revolución mexicana, que ha escrito páginas que dan motivos para la esperanza de un mañana más justo, con la restitución de las tierras a ejidatarios y comuneros, acaparados por los liberales durante las administraciones de Juárez y de Porfirio Díaz.
Está la nacionalización del petróleo que rescató ese recurso natural que es del pueblo. Se encuentra, además, la creación de instituciones, que han forjado el progreso de México. Un hecho por demás significativo es el que corresponde a la época del desarrollo estabilizador, especialmente en los sexenios de Adolfo López Mateos -1958-1964 y de Gustavo Díaz Ordaz 1964-1970, en que el país progresó a un ritmo promedio de 8.7 ciento, los trabajadores veían mejorado su salario en nueve por ciento anual, con una inflación de menos del tres por ciento. Sin devaluación de nuestra moneda, la actividad en el campo nos hizo autosuficientes en materia de productos agrícolas. Con la industria se sustituyeron importaciones, etcétera.
La alianza PRI-PAN que parece que ha llegado a su fin -ojalá no nos equivoquemos en esta apreciación-, desde el punto de vista del tiene de México, no tiene razón de ser. Por eso, las riñas de estros días entre el PRI y el PAN, son de considerarse como sumamente benéficas para el país. Ojalá que, en verdad, el PRI y el PAN dejen de ser “lo mismo”, para que tengan fin muchas de nuestras desgracias nacionales.
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