El papa en México
EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT
LAS COMPARACIONES EN ABSOLUTO son gratas. Sin embargo, en algunos casos resultan inevitables. Al respecto, podemos comentar que la visita de Benedicto XVI a México ha sido, amén de inocua, muy alejada del entusiasmo popular que provocaba su antecesor Juan Pablo II, quien era un Papa refulgente, propositivo, de carisma inigualable.
POR EL CONTRARIO, a Benedicto XVI se le veía poco expresivo, quizá cansado, forzado en su saludo, con ideas sumamente superficiales. Desde antes de su llegada, y posterior a ella, han surgido varias interrogantes:
1.- ¿POR QUE NO SE TRASLADO a la Ciudad de México? Los conocedores aseguran que existía cierto conflicto con el cardenal Norberto Rivera; si tal aseveración es verídica, sería una pena que el Papa entrara en disyuntivas de tan tristes argumentos, esencialmente cuando los perjudicados son los feligreses.Un guía de la naturaleza de Benedicto XVI, no puede darse el lujo de pleitos domésticos, ya que su papel es de unidad, solidaridad y claro, fe. Lo innegable, es que fue un error garrafal que Su Santidad no acudiera al primer santuario de América Latina, como lo es la Basílica de Guadalupe. Aducían que la altura de la Ciudad de México menguaría la salud del Sumo Pontífice, historia que nadie creyó.
2. EN CONTRAPARTE, IR A GUANAJUATO no era precisamente lo idóneo, previo a un importante proceso electoral mexicano, ya que todo parece indicar que el Papa sólo hizo este viaje para favorecer al alto dignatario azteca que lo pidió; sin duda, un jerarca católico que se presta al juego de innobles “politiquillos”, no es precisamente la mejor opción; empero si no fue así, lo real es que otros, como los aspirantes a residir en Los Pinos, supieron aprovecharse muy bien de la presencia de Benedicto XVI. Por ejemplo, la Chepina blanquiazul, con la audacia que le caracteriza, se colocó en primera fila. No faltó quien se mofara de ella, argumentando que con lo ramplona que es, no sería raro que en su campaña presidencial, ante la locura por ser primera mandataria, apareciera en anuncios de todos tamaños saludando al Papa.
Es oprobioso ver cómo los panistas exhiben de manera vil el cobre; son igual que sus antecesores, aquellos entes aviesos que trajeron a Maximiliano de Habsburgo, auténticos vende patrias.
3.- SI EL VIAJE DEL PAPA A MEXICO fue para apoyar a Calderón, necesariamente el michoacano tendrá que responder por sus garrafales yerros, inclusive ante tribunales universales, en especial por las más de 50 mil muertes durante su sexenio.
Señalamos de forma muy clara, que a nivel mundial Benedicto XVI se enfrenta a la sombra de Juan Pablo II, por tanto, de algún modo su viaje a nuestra patria debió efectuarse con mayor cuidado y en una época distinta, donde no se diera la idea de un acto electorero, pudo haber sido hace dos o tres años, quizá hubiera servido para aconsejarle a don Felipe que dejara de convertir al país en un atroz campo de batalla, que fuera un buen gobernante; lamentablemente el daño causado a México es irreversible; lo denigrante, es que el purépecha no muestra el más mínimo arrepentimiento; sigue con su carrera armamentista, sumamente bélica en contra del pueblo mexicano.
Reiteramos, en definitiva, por cualquier circunstancia que haya sido la asistencia de Benedicto XVI a nuestra Patria, dejó infinidad de interrogantes como las aquí planteadas, vino en mal momento, su visita fue fría e indiferente para muchos mexicanos, sin olvidar la enorme publicidad e ingente gasto que se realizó para patrocinar la presencia de Benedicto XVI.
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