Hay remedio para todo REGINO DÍAZ REDONDO
Hay que hablar desde ninguna parte. Si lo haces desde la derecha o desde la izquierda estás perdido. Nicanor Parra. Premio Cervantes 2012
MADRID.- QUE BUENO QUE no tenemos petróleo y el que teníamos nos lo expropiaron porque no era nuestro. El oscuro líquido mueve montañas, agita ambiciones, entra y sale del debate público. Por conseguirlo los países se enfrentar, guerrean y se adueñan o desproveen de él con la violencia que arroja muertos y suicidios.
La familia real de Marruecos recibe a sus pares de Jordania.
LA COLERA ES PROTAGONISTA de los intereses públicos que distorsiona la realidad. Se lucha con armas de fuego y se aplican métodos engañosos en nombre de la libertad y del fanatismo religioso.
La democracia está encerrada y, en nombre de ella, estallan bombas, los kamikases se multiplican. Todos, al servicio de las multinacionales que traen los hidrocarburos baratos y los venden caros con complicidad de jeques, presidentes y jefes de gobierno, que firman contratos leoninos amparados por las leyes internacionales hechas a su libre albedrío.
El hambre crece por la intransigencia y la expoliación. El dinero y la pobreza están unidos por el cordón umbilical de la avaricia y el instinto de conservación. A más petróleo, menos igualdad económica y social.
Sin embargo, no pueden vivir el uno sin el otro, aunque ya sabemos quien se lleva la mejor tajada. El grueso del pastel silencia conciencias y compra complicidades.
La Primavera Árabe abre puertas a la libertad ciudadana pero las oligarquías y los monarcas intocables, que son de pacotilla, reciben beneficios a cambio de la entrega de soberanía. Te permito elecciones libres pero yo nombro al primer ministro, afirma Mohamed VI en Marruecos, y las potencias occidentales le aplauden. Todo un ejemplo de amor a sus súbditos. En Arabia saudita no se permite un solo grito de protesta.
Los pocos que hay, desfallecen.
La comunidad internacional descalifica las manifestaciones: Eres un alborotador, éste tiene razón, a aquél hay que vigilarlo o untarle la mano. Las oficinas de inteligencia de cada país marcan la raya: Tu eres el malo y tú el bueno. Y no discutas porque tenemos misiles y armas de destrucción masiva. Somos los únicos que podemos manejar la paz y almacenar bombas atómicas y biológicas. No te vayas a mover sin mi permiso, advierten con tonos paternalistas.
Quien no haga caso, castigo al canto y a la lista negra. Quizá más negra que las reservas de combustible que es la base de una civilización impuesta a la fuerza con medidas draconianas.
El tercer mundo, el subcontinente, la hambruna africana, los indios explotados, las tribus dominadas por taladores de árboles, gritan de dolor y nadie escucha.
Evo Morales
El panorama es desolador y el horizonte está oscuro, invadido por molestos y harapientos individuos… ¡Que traigan el desinfectante… estos patarrajadas no aprenden… hay que exigirles más disciplina y que sepan quién manda aquí!.
De lo contrario, dicen, saldrán a la calle con sus pancartas y exclamaciones léperas, lanzarán piedras contra los policías que están indefensos.
Los proyectos para remediar o paliar el bienestar no avanzan, ni siquiera se revisan. De vez en cuando, se modifican porque “son obsoletos”. Y a crear más comisiones para actualizar programas. Se trata de no innovar. Es perder el tiempo y aumenta la burocracia.
Los diputados, en su recinto, utilizan la retórica para justificar sus sueldos. Desde su lujoso púlpito gesticulan lo más posible y reciben parabienes… dijo usted bien, licenciado… hasta que alguien supo poner a parir a todos… Pérez tiene patas de gallo… no se olviden de él…. Surgen redentores pero tan efímeros que desaparecen con pena y sin gloria.
Las pláticas en el Parlamento son bizantinas y, si aburren, a cambiar de canal.
Estamos acostumbrados, hartos del bla, bla, bla, hasta que nos den de sopapos y lo recibamos con resignación y masoquismo. Despreciamos su aptitud pero soportamos los desatinos. Son lenguaraces con inmunidad.
Nosotros a votar y a elegirlos. Ellos, al bote y al disfrute. Nadie se fía del de al lado. Caen ídolos prefabricados y otros se desdibujan pronto. Suben y bajan de un Humer y, al rato, sorprendidos, se les ve en una camioneta policíaca o en Las Bermudas.
Todo depende.
Mientras en Bolivia, por ejemplo, se nacionaliza la industria eléctrica, en Europa se privatiza hasta el suspiro. En España, los ferrocarriles, fuera del Estado; en manos de inversores particulares. Ellos sí saben administrar. Además, algún beneficio tendrá el gobierno. O, por lo menos, podrá pagar su cuota para mantenerse en la Unión Europea. Las medicinas costarán un plus por el sólo hecho de presentar la receta en las farmacias; las puertas de otros servicios públicos aumentan hasta un 40%. Las carreteras trazadas con eurobonos de Bruselas, tendrán casetas de peaje en distancias cortas. Por todas partes, a como dé lugar, que pague el contribuyente… pero el contribuyente mileurista.
Los ajusten reclaman la fusión de municipios y el país de las diecisiete españitas estás cuestionado. El gobierno tiende a centralizar todo. Ora desea conservar las autonomías que marca la Constitución y, más tarde, las apachurra, les exige reducir gastos, borra la cultura regional porque es un bien secundario y restringe la salud porque abusan de los sanatorios.
Para los inmigrantes ilegales, nada. Si enferman y van a hospitales públicos corren el riesgo de quedar detenidos. Los que antes hacían los trabajos más pesados y peor pagados que nosotros rechazábamos, ahora son los que usurpan los puestos a los nacionales. La cacería empieza sin saber qué tanto durará el safari.
No hay tamices. Los que llegaron a poner ladrillos o a servir de canguros, hayan sido cumplidores o no, expulsados.
El gobierno actual no quiere contaminarse y los encierra en el mismo campo de concentración. Forman un hato de individuos de malas costumbres. Pero la economía subterránea se acicala; aumenta. España, ya estamos hartos de adjetivos peyorativos, es el segundo consumidor de drogas del continente y además la nación de tránsito de los enervantes hacia el resto de Europa.
La incompetencia oficial se confunde con el razonamiento y se respalda en la buena disposición del ciudadano que es el que aguanta los golpes. El gobierno conservador de Mariano Rajoy es, para el extranjero, la imagen evidente de que somos una nación de chivas incontroladas, cuyos actos hay que supervisar.
Deben romperse las raíces podridas del sistema. Es imperiosa la construcción del nuevo edificio social. Las estructuras se han deshumanizado y los albergues cobijan entre sus viejas paredes a los que no tienen para más.
A ver si comprendemos y nos reconciliamos contra los vehículos que nos llevan a la debacle.
More articles by this author
|