Declaraciones catastróficas sobre España REGINO DÍAZ REDONDO
“Los emigrantes son unos criminales. Hay que sembrar las fronteras con minas para frenarlos” Aurora Dorada, Partido Nazi-fascista legalizado-Grecia
MADRID.- SERENEMOS LOS ÍMPETUS y no convirtamos en axiomas las declaraciones catastróficas y convenencieras de los agoreros del desastre. Acechan los verborréicos: “El euro se rompe, apuntan Paul Krugman y el FMI”. Es evidente que se intenta destruir el proyecto nacido hace 54 años y que tanto esfuerzo costó desarrollar.
David Cameron
LOS GLOBALIZADORES, convertidos en aves de rapiña, sobrevuelan sin cesar en espera de avalanzarse sobre un cadáver que nunca será. En estas diatribas no podía faltar el inefable David Cameron, primer ministro británico, que se ha manifestado, una vez más, entusiasta enemigo de la moneda única. Practica el juego perverso del chismorreo y le proporciona satisfacción.
Este flemático señor disfruta y se aprovecha de que su país pertenezca a la eurozona cuando conviene a la City. Pero siempre carga contra la cohesión en los momentos más delicados por los que atraviesa el continente.
Desde las islas que comanda, el inglés fustiga, de forma arrogante y cínica, sin que nadie ponga freno a su soberbia intimidatoria.
¿De qué privilegios goza para mantener en ascuas a los países miembros de la UE?. Hay que darle la vuelta a la tortilla, ¿qué tal si lo deslegitimizan porque no cumple con los requisitos aprobados?
Su nación no está en el euro, “ni nunca lo estaremos”, repite estridentemente. Tampoco firmó el Pacto Fiscal.
Viene al caso popularizar la expresión “chupa y da topes a la vez” a sus socios y lo peor es que estos lo soportan. Posición vergonzante de los dirigentes en Bruselas.
Si el mal es él, la culpa de tenerlo como un cáncer es nuestra. Desde luego, si Inglaterra sale de la Comunidad habrá seísmos financieros pero ¿tántos como para que desaparezca la UE?
Don David no lo desea mientras se le conserva los privilegios indebidos de que hace gala.
Europa es un continente, tierra firme de decenas de países que comparten bienestar y sufrimiento.
A los habitantes del norte, centro y sur nos unen historias contradictorias que a la vez se complementan. Gran Bretaña es un conjunto de islas cercanas (siempre ha tenido predilección por las islas… las Malvinas, Bermudas, posesiones en el Caribe y otros protectorados…)
Los gobiernos de su Graciosa Majestad nunca fueron europeístas y algunos hasta prevaricadores. ¡Yo Tarzán, tu Chita!.
Poco solidarios, siempre quisieron ser los dueños sin pelear por lograrlo. Se equivocó Chamberlain -hay que recurrir al pasado- cuando festejó al bajar del avión que lo trajo de Alemania en 1939, que había conseguido firmar un Tratado de Paz con Hitler.
Lo engañaron -¡qué osadía ofender a Londres!-, sí, lo engañaron y se burlaron de él. Después, durante la Segunda Guerra Mundial, pidió ayuda y la recibió con creces cuando los nazis atacaron. Judíos, españoles, franceses, bálticos, heridos por el fascismo, pelearon heroicamente para evitar la invasión del Reino Unido.
Entonces, se mostraron agradecidos. Agradecidos temporalmente porque, después, relegaron a las brigadas internacionales.
Son contadas las veces en que desde la Cámara de los Comunes salen en defensa del lar continental.
Camina Cameron cobijado por Merkel y Hollande. Por lo menos hasta ahora. Es un personaje escurridizo. Brinca desde el Big Ben o Gibraltar a estas viejas tierras europeas.
Doña Ángela lo mantiene apartado pero le da un lugar inmerecido Nelson derrotó a la Armada Invencible Española y desde allí lanza cañonazos a los países periféricos.
Se le permiten exabruptos en nombre de la flema británica. Sus intervenciones en Estrasburgo se conocen de antemano. Siguen el mismo ritual: sin nosotros Europa empequeñece, suele decir. Y la reacción a tal embuste se limita a que “los ingleses son muy peculiares pero hay que contar con ellos”.
Chamberlain
No se queda atrás la canciller alemana. Su postura de austeridad responde a los intereses de los bancos de su país.
Puede ser europeísta -yo así lo creo- pero primero están las finanzas de su país por encima del bien común. Vamos, ella reitera que fuera de Alemania, todo es Cuautitln. Se ha convertido en un referente imprescindible para catalogar lo bueno y lo malo que ocurre. A todos les pasa el rastro. El que se mueve sufre catarro y hasta pulmonía.
Sentencia, no sugiere; ordena aunque el malestar persiste. ¿Logrará Hollande convencerla?
Ya no se trata de hacer experimentos. El suelo está agrietado y el aire casi irrespirable. Es ahora o nunca cuando deben cambiar las estructuras desde su raíz para que crezcan los árboles del bienestar.
Las demás naciones son cómplices y subordinadas de la troika. El FMI cobra fuerza, pide dinero y ausculta con microscopio las economías europeas.
Christine Lagarde tiene en sus manos parte de nuestro futuro. El Banco Central Europeo no compra deuda y agrava los problemas de las naciones más afectadas por la crisis. Lo tiene prohibido o espera que la soga apriete más el cuello de sus víctimas.
Los Estados Unidos, el Banco Mundial, la ONU, siguen callados. Saben que el problema de la UE les perjudica pero no se deciden a colaborar directamente contra la inestabilidad que sufrimos.
El angustiante presente del mundo lo manejan los mercados cada vez con mayor impunidad.
A propósito de las diferencias entre nuestras naciones valga el caso del distanciamiento que acaba de ocurrir entre Isabel II y la Corona española.
Doña Sofía no asistió a la conmemoración de los 60 años que lleva en el trono la reina británica. En este caso, la razón la tiene España. Semanas antes, varios miembros de su Majestad festejaron el acto en Gibraltar, Peñón que, lo quieran o no, nos pertenece. Fue un acto provocativo y producto de su permanente soberbia.
En tanto, don Juan Carlos toca la zambomba. Da tabarra, regaña a su yerno, se enfada con su mujer y anda de picos pardos con los árabes, expertos en caza mayor, que le utilizan como un buen embajador y recibir indulgencias políticas.
El jefe del Estado, sin ninguna facultad para decidir, lidia con parlamentarios y recibe zancadillas que le pone su propia familia.
Hace malabares pero su popularidad disminuye. En Palacio Real la comidilla sobre la sucesión se escucha cada vez con más altos decibeles.
Le cuestionan su autoridad pero se oponen a que abdique. Él tampoco quiere y los dos partidos más importantes se unen para defenderlo.
Paul Krugman.
Dejó el jefe de Estado la capitanía de los barcos de vela. Ya no comanda “El Bribón”. Su movilidad es escasa. Conserva respeto y cierta simpatía. Es una persona de buena fe pero ajena al acontecer diario. Primero porque ya tiene menos fuerza y, después, porque se la han quitado.
Y se la han quitado los separatistas, los que quieren salir de España, conformar países independientes y, mientas tanto, seguir alimentándose del presupuesto nacional.
Juntar lo que ocurre en Grecia con lo que pasa en España da una idea del estado de ánimo en que se encuentra Europa. Que recen los ateos, que los religiosos se quiten las sotanas y den ejemplo de sobriedad; los políticos deben ser responsables de su actos y no privilegiar su ideología a los requerimientos de la población.
La hora de la emancipación viene de la mano de las nuevas generaciones que principiaron gritando en las calles y terminarán gobernando los países.
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