RETOBOS EMPLUMADOS PINO PÁEZ (Exclusivo para Voces del Periodista)
Daniel Manrique en un trazo de añoranza
AUN SIN ALARCÓN logró que las paredes oyeran, que en la fábula emparedada entre los muros las voces se escucharan… voces tumultuarias, avecindadas, colectivas en un morar y mirar de pueblo, entre tendederos donde escurren infancia, memoria y tiempo resguardado en la monumentalidad de un mecate.
Daniel Manrique
Lenguajes de boca, pluma y pincel
Daniel Manrique Arias fue un pintor a quien hay que tener presente, hablar en presente, porque es y está, se halla en los personajes que sostienen la humedad en varias tapias, los vigorosos tamemes del salitre, los Atlas proletarios que a cuestas portan a la historia.
Sus trazos aportaron vida en el sitial de muchas cuarteaduras, en bardas de varios continentes. Su lenguaje pictórico era coincidente con su oralidad y su tintero; en su palabra oída y redactada fluía la entonación del barrio, los cuadernos, los cuais, los ñeros, los ñises, el tumulto apalabrado, nosotros pues, que brotábamos de sus párrafos y oraciones sin misal ni pose, pero con una posición: la cultura, el arte, la manifestación creativa, irrumpe y pertenece a la colectividad, esa era, esa es, la postura estética e ideológica de Manrique, ese era, ese es el esteta ideólogo en su elaboración de textos, en sus lienzos,en sus murales, en su oratoria…
Lo conocí físicamente poquito antes del 2000, su anatomía veíase poderosa, con un tórax de trinchera; en algunas conferencias y presentaciones de libros, compartimos la palabra, las ideas y en ocasiones la polémica fraternal. Pintor de trato agradable Daniel. Redactor sin falsas zambullidas en la tinta Manrique. Charlista sin dobleces de acordeón en el decir Arias. Persona de una pieza sin recambio Daniel Manrique Arias.
La autobiografía suele ser un recuento de lo que se nos quedó a la zaga
En el ensamblado ensayo autobiográfico TEPITO ARTE ACÁ Una propuesta imaginada, Manrique evocativo recuenta niñez, juventud, madurez… cuitas sin tango aunque con anotaciones laudatorias a Gardel, obra a debatir que unos aplaudieron efusivos y otros arriscaron la nariz, lenguaje integral que combina valoraciones a Bruegely al “Huitlacoche” Medel, que emite juicios a Tápies y al “Charro” Avitia, que va de Octavio Paz y Carlos Fuentes a Enrique Guzmán y César Costa…en osado recorrido de unas 400 páginas que incluyen parte de su material pictográfico en que también aborda polémicamente la unidad nacional y el Cinco de Mayo, fecha de mayor amplitud que cualquier avenida.
En su TEPITO ARTE ACÁ… título por cierto de su inventiva que hizo época y movimiento, relata su estancia en Francia durante un intercambio cultural, señala sin ambages el racismo, cómo en un parisino tendejón no quisieron atenderlo a él y a otros mexicanos por “negros”, viaje realizado en los 80’s. Una década anterior, en un montonal de paredes de la capital francesa había el letrero con admiración y mayúsculas chorreantes de prejuicio de “Asez de negresaunom de Dieu!”, el “¡Ya basta de negros en nombre de Dios!”, temporal de crecimiento dela figura del facho Jean Marie Le Peny su pronazi Frente Popular, que el füherer galo-ya octogenario- legó a su hija con todo y la cruz gamada y el diluvioso arsenal de los escupitajos.
Discriminación también atestiguó el ensayista en España… y en México, donde más de un racista iracundo granula en añicos la soledad de su reflejo, al no alcanzarle en la intimidad de su escondite las máscaras de Franz Fanon.
El albur es más que apetitosa pequeñez
Daniel Manrique Arias en conferencias, textos y charlas particulares, reivindicaba el albur, aportación mexicana al doble sentido en el duelo verbal de dos hombres por conquistar la retaguardia del interlocutor, meterse a lo más chiquito del enigma.
Por ello Daniel a Da Vinci, por quien en numerosas ocasiones externó su admiración, en homenaje, a la Gioconda re-creó, a su Mona Lisa la puso Manrique dadivosa con una mano en señal de caracoles, la rediseñó en avícola granjera colmada de generosidad, regalando güevos para todos.
Sancho deja alburero su labor de escudero a fin de ejercer pecados en alcobas ajenas. Y entre jadeos añaden cuantitativo su apelativo en un adverbio: Más Sancho, más. Yen geométrica homofonía lo expanden Más Ancho.
El albur real y primigenio, parafraseando a Manrique, no es ofensiva literalidad de genitales, trátase del lenguaje oculto y festivo de la comestible pequeñez, de lo chico a merendar no en una sola sentada sino en una sola parada, del diminutivo que hizo renunciar a Margarito un empleo de valuador en el Monte de Piedad… porque le decían chiquito prestador.
Nuestro reseñado posiblemente no comulgó con El perfil del hombre y la cultura en México, de Samuel Ramos, en el que sin probarlo al albur se desaprueba, en análisis que se anuncia alderiano, esto es, la tesis del complejo de inferioridad, libro en que -según varios críticos- Octavio Paz fincó El laberinto de la Soledad. Precisamente acerca de Paz, en TEPITO ARTE ACÁ…,se establecen puntos de vista discordantes contra el Nobel, porque éste al igual que Carlos Fuentes, afirmaba que los mexicanos dejaríamos de achaparrarnos en aquel complejo, en cuanto le hiciéramos monumentos a Cortés. Hispanofilia y eurocentrismo fabulando y confabulando altitudes en asomos de nebuloso pedestal.
A más hijos, amasijos
Pláticas, trazos y semántica de Daniel trasladaban al espectador, escucha o lector a variadas reflexiones, a profundizar, no a quedarse en la superficie como él criticó a Oscar Lewis por Los hijos de Sánchez, y pese a que en la referida autobiografía no se aborde la demanda en contra de Lewis por la Sociedad Mexicana de Estadística y Geografía, se reflexiona y se recuerda que la acción penal fue orden del presidente Díaz Ordaz y Luis Echeverría, secretario de Gobernación, los apuntes de Manrique conducen a la dialéctica de las maromas de los denunciantes, quienes por encargo de su patrón Gustavo Tlatelolco dispusieron una dizque réplica con Los hijos de Smith, bajo la fórmula de que a más hijos, amasijos.
Manrique Arias rememora la casa blanca tepiteña, el hogar de los Sánchez y la recordación entrelíneas expande cómo los gustavianos acusadores pretendían “justificar” la querella que no prosperó con la polaka disertación del señor Jaladoski, de que no era censura su accionar y entonaron loas a la Venus en pieles, de Sucher von Masoch, en que pubis, látigo, palos ygarrotazos se disfrutan a granel. Incienso también soplaron al Cáncer novelístico de Henry Miller en que pulula victorioso el fragor de las nalguitas… y en pechos de amazona la sed del fauno deja de ser mitología.
El fanatismo, asimismo y a sí mismo, nombra albureras jerarquías en una comelitona de retruécanos, ¿no es acaso albur atragantado Agapito Gómez, el segundo patriarca de la secta michoacana Nueva Jerusalén?, ¿no acaso en don Agapito se dieron tres sentones los que intentaron hurtarle sus aureolas?, ¿no fue por ventura -o desventura- que de don Agapito se agarró su fidelísima feligresía?
De los semánticos trazos de Daniel nacen más reflexiones al margen, verbigracia, la presunción del señor Echeverría de que en su etapa de oficial mayor de Gobernación, con Ruiz Cortines, evitó fuera censurada la novela Hombre, de Adela Palacios. “Justificaciones” y más “justificaciones” para “justificar” lo injustificable en un diluvio de comillas. Más agradecido que Pedro Vargas quedó míster Lewis a los oficialistas querellantes, los cuales a su trabajo antropológico, basado en entrevistas, le dieron una publicidad más grande que la pagada teleserie Una Gaviota empeñada.
Dos Pepes y un Manrique
Manrique tiene un parangón con dos grandes Pepes de la literatura: Revueltas y Arreola: los tres no sólo eran autodidactas, sino que defendieron con su rúbrica la relevancia del autodidactismo: el conocimiento adquirido per se no para epater le bourgeois, no para apantallar, sino con el fin de tornarlo colectivo en el símbolo abarcador de la intemperie. Aquí el “ni pepe” no tiene cabida, lo que sí cabe (sin el doble sentido aquél) son dos Pepes y un Daniel.
Es probable que la cita de Stanislavski en TEPITO ARTE ACÁ…tenga alguna relación con lo arribita expuesto, pues el ideólogo del Método teatral, fue maestro de Seki Sano quien a su vez tuvo de alumnos a Ignacio Retes y Rosaura Revueltas, amén de hallarse presente en la escenificación de El cuadrante de la Soledad, de José Revueltas, actuada por Rosaura, hermana de José y dirigida por Retes, cuñado entonces del también autor de El Apando y Muros de agua, obras escritas desde la paradójica prisión de su libertad interna.
En efecto, Manrique no tenía pose pero si posición acerca del arte, la cultura, del humano quehacer cuya obra es comunal sin dueños ni murallas. Eso lo reiteró a quien esto teclea cuando en Neza, donde este tundemáquina se ditaba un periódico, tuvo la gentileza de pasar a saludarme. La charla derivó en el tema de la vejez, se habló de Paul Lafargue -yerno de Carlos Marx- quien junto a su esposa Laura, ambos jóvenes en la inauguración del casorio, resolvieron suicidarse en vísperas de calendarizar la séptima década ¡y lo cumplieron mancomunadamente casi medio siglo después! Se adujo que nadie es todo y todo es nadie, ya que nadie se va del todo y nadie se queda del todo. Daniel Manrique Arias estuvo y está. Daniel Manrique Arias era y es.
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