APUNTE JORGE GUILLERMO CANO
Y lo que sigue
A MEDIADOS DEL SEXENIO que está por terminar, un estudio de la Unicef consignaba que, en México, alrededor de 12 millones de niños, el 30 por ciento de la población con hasta 15 años de edad, padece condiciones de pobreza y pobreza extrema; sobreviven con marcadas deficiencias nutricionales en la calle, son blanco de la prostitución y la pornografía infantil.
En su gran mayoría no tienen acceso a la escuela, trabajan desde el momento que su capacidad física lo permite y por lo común en labores impropias para su edad. El panorama se complementa con una alta tasa de mortalidad materna que podría ser evitada.
El problema, ciertamente, no es exclusivo de nuestro país y va en aumento a nivel internacional toda vez que, según tuvo que admitir el propio Banco Mundial, el año pasado mil 300 millones de personas apenas tuvieron un ingreso diario de un dólar, en promedio.
En ascenso, los pobres extremos
La situación tiende a ser peor en los próximos años y analistas estiman que pronto serán más mil 500 millones sobreviviendo en esas condiciones.
Hace unas semanas, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) clausuró su XXIV período de sesiones en San Salvador. El compromiso fue trabajar para sacar de la pobreza extrema a unos 73 millones de latinoamericanos.
En Latinoamérica (donde Enrique Peña Nieto estuvo de gira) según la propia Cepal, hay ahora 174 millones de pobres, 73 millones en pobreza extrema.
La secretaria de la Cepal, Alicia Bárcena, aseguró que los países de la región deben diseñar cuanto antes políticas concretas dirigidas a esos ciudadanos, antes de aspirar a metas más ambiciosas en el plano social.
Los rezagos sociales, la causa
De acuerdo con proyecciones de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), la región se encamina a una “profunda recesión”, pese a las cuentas alegres de gobiernos como el mexicano.
El hecho es que con la globalización económica y el neoliberalismo que le acompaña, en los últimos 30 años ha crecido de manera sostenida la brecha entre países ricos y pobres. En los primeros, la riqueza ha aumentado 8.4% y en los más pobres no llega al uno por ciento.
También el Banco Mundial, en una especie de “mea culpa”, señala que habrá grave estancamiento si no se enfrentan los rezagos sociales.
La “ayuda para el desarrollo” (que por lo general es un disfraz de negocios transnacionales) no llega al 0.25% de la riqueza en las naciones más poderosas.
Pero no hay referentes sustentables de que las cosas vayan a cambiar en el mundo neoliberal, el paraíso de los grandes multimillonarios en dólares. México, festejan insensatos, tiene varios y entre ellos al más rico del orbe.
Ludopatía, promotores y cómplices
A otros temas: es una historia cuyo desenlace se veía venir. Los casinos son hoy parte del paisaje urbano de México, lastre social que no ha sido debidamente dimensionado.
La discusión que se exigía nunca se dio y, ni tan bajita la mano, los casinos se hicieron realidad, con los vicios y desviaciones que, quiérase o no, propician en todas partes pero más aún en un contexto social frágil como el nuestro.
El director general de la Lotería Nacional (Lotenal), Benjamín González Roaro, advirtió recientememte que “antes de que se convierta en un grave problema de salud pública es necesario tomar medidas preventivas contra la ludopatía, práctica obsesiva de juegos de azar, y que se sitúa en el campo de las adicciones”.
La ludopatía va en ascenso con la proliferación prácticamente incontrolada de casinos y juegos de azar en México. Culiacán, la capital de Sinaloa, es claro ejemplo pero la tendencia es general.
Si no se actúa, “lo vamos a lamentar”, señaló González Roaro. Así es, pero no hay indicador alguno de que los gobiernos se dispongan a enfrentar con seriedad el problema. Antes que eso, actúan como cómplices de los promotores de casinos.
Para ir en serio
Ahora que llegaron otros a San Lázaro y al edificio interminable, y carísimo, del Senado de la República, bueno sería que se rascara al caos administrativo imperante en el Congreso de la Unión, asunto conocido pero no abordado como debiera ser por los partidos políticos.
En la Cámara de Diputados, se ha dicho y documentado, se alteran normas contables, los presupuestos se ejercen sin control, se hacen auto asignaciones de recursos y el manejo financiero está supeditado a criterios políticos (lo mismo que sucede, por cierto, en los congresitos estatales).
Se gastan cantidades millonarias en propaganda y publicaciones; en cuentas telefónicas, aunque no se identifican las líneas usadas; en comidas y, aparte, las asignaciones extraordinarias son cotidianas y cuantiosas.
En el privilegio
Disfrutan los legisladores de gastos médicos, lo que es correcto, pero se da el caso de que, según denuncias sustentadas, con el presupuesto federal se ha pagado la cirugía estética de parientes de los señores representantes.
Múltiples viajes, cuya necesidad es cuestionable, con todo y familia. Los gastos y viáticos a cargo del erario.
La situación, vale insistir, exige una revisión de fondo y resulta imprescindible poner orden en un espacio que, hasta hoy, es virtualmente de excepción.
La razón, reiteremos, es de sentido común: no es posible que quienes deben fiscalizar el uso de los recursos públicos procedan en su propio espacio con tanta negligencia y dispendio.
La sensibilidad ausente
En los países civilizados a quienes tratan en su trabajo con enfermos o, en general, con personas que requieren atención médica, se les exigen ciertas capacidades, disposición anímica y sensibilidad.
Si carecen de aptitudes para su delicada función, desde los médicos hasta los conserjes, sencillamente no son admitidos en el servicio hospitalario.
Hay una razón poderosa e incontestable para ello: quienes acuden a recibir servicio médico son seres humanos que atraviesan por una penosa situación, que tienen derecho a ser tratados con dignidad y que además necesitan ese trato como parte de su atención.
En verdad sorprende que muchos “profesionales” de la medicina, que se supone haber sido capacitados en el área que refiero, marginen actitudes que debieran ser parte de su comportamiento habitual, para no irnos hasta el juramento hipocrático.
Aquí me he ocupado, con elementos que están a la vista y que cualquier derechohabiente del IMSS o del ISSSTE puede ilustrar con mayor amplitud, de la situación de marcado deterioro que priva en la atención médica. Y en todos los aspectos.
Hay excepciones, es cierto, pero son eso.
Marcelandia
La ciudad de México dejó de ser el patito feo en la comunidad internacional, afirmó el jefe del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, al rendir su sexto y último Informe de gobierno.
Aseveró que la mayor satisfacción es que hoy la ciudad es reconocida en todo el mundo “por su acción climática, por su programa de derechos humanos, sus libertades, su sistema de salud, así como su dinamismo e infraestructura”.
Pero la terca realidad demuestra que en el DF lo que priva es el desgarriate y la incivilidad de una macrociudad que se pierde en la fantasmagoría de la simulación oficial, que algunos parecen creer.
Tamborazos
-En el Sinaloa del “cambiazo” panredista (que en realidad en priísta se quedó) el gobernador Mario López se va a los tianguis y al mercado principal a regalar pollos, verduras, carnes y menudo, vestido de carnicero o verdulero. El signo de los tiempos y el tamaño de estos políticos que ves.
-Sin solución a la vista (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente.
-Abusos, humillaciones a la ciudadanía, transgresión sistemática de los derechos, es la constante. En Sinaloa, una “comisión de derechos humanos” con vocación de ornamento. A ver hasta cuándo (
Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
).
More articles by this author
|