Los Rothschild,
el misterio de los Missoni,
y el cumpleaños—homenaje
a la artista mexicana Celia Sitton
ENRIQUE CASTILLO-PESADO
PARA MÍ –Y NO SÉ SI PARA USTED-- decir Rothschild es referirse a una de las más famosas y poderosas dinastías de la historia, que domina el mundo de la banca y de las finanzas desde hace más de dos siglos.
La historiadora Angeles González Gamio y Eugenio Aguirre suman en la cultura mexicana
Sus miembros (he conocido algunos en París, Montecarlo, Madrid, México y Acapulco) se distribuyeron por diferentes naciones con l mismo éxito y perpetúan la herencia creada por su fundador Amschel Rothschild, consagrado como el séptimo mayor empresario de todos los tiempos por Forbes. La rama francesa, una de las más consolidadas, la inició su hijo James de Rothschild, quien se instaló en París en 1812, y cuya figurase recuerda estos días en una exposición en la Biblioteca Nacional de Francia.
Más de dos siglos después, sus descendientes mantienen viva la herencia del fundador: son empresarios, apasionados por los deportes, vinateros de lujo (tomarse una o dos copas de un Mouton Rothschild 1982, es ¡una delicia!) y viven en majestuosas mansiones patrimonio de la familia que están repartidas por toda Francia e Inglaterra. Quiénes han supervisado esta exposición del legado familiar son Benjamín, el más rico de la dinastía francesa –14° fortuna de Francia según la revista Challenges, con 2.800 millones de euros, lejos de Arnault y de Pinault—, y su esposa Ariane, a la cabeza del grupo LCF Rothschild. Me acuerdo cuando Alain Roche, entonces director de Perfumerie Versailles de México (léase: Casa Chanel) me los presentó en la Ópera de París y, posteriormente, fuimos a cenar a Laserre.
Gina Ureta Moreno y Terry Guindi
Ambos viven instalados en una mansión situada a pocos metros del Elíseo, decorada con mobiliario del siglo XVIII y pinturas de Goya y de Boucher. “Enrique, prefiero hablar de deportes que de finanzas”, me dijo Benjamín, en una fiesta a la que asistí –hace años-- en casa de Viviana Corcuera, en las Brisas de Acapulco. Benjamín compagina los negocios con su gran pasión, la vela. En 2006, ganó la Route de Rhum, una carrera trasatlántica anual que sale de Saint—Malo hasta Pinte—á—Pitre, en el Caribe francés, a bordo de su Gitana 11.
Pero sigue también la tradición de la banca de David de Rothschild & Cie y miembro del consejo de administración del grupo Casino. El asegura llevar una vida tranquila, casi austera, con una rutina de la que rara vez se escapa y que incluye: levantarse pronto (“… ¡e irse a casa!, como le ¿aconsejaba? la abuela”), desayunar en familia y leer Paris Match de camino al despacho. Menos convencional es su hermano Edouard de Rothschild, quien renunció en 2003 a la carrera de gerente asociado del banco de David para tomarse un año sabático y entregarse por completo a su pasión por la hípica. En 2005 sorprendió a todos al convertirse en el accionista de referencia del diario de izquierdas francés Liberation. En 2010 pidió la nacionalidad israelí (acuérdense que los Rothschild son judíos), según apuntó porque “no había sido seleccionado en el equipo de Francia de equitación para participar en los Juegos Olímpicos y deseaba hacerlo con el team de Israel. Mi amigo Pablo Lavista, afincado en Sevilla y amigo de Edouard, me relató la anécdota a la perfección.
Pero les digo a amigos como a Jean Ives Ferrer, Pedro Poncelis y Debbie Beard, que la tradición del vino la perpetúa Phillippine de Rothschild, hija del viticultor, poeta y cineasta Phillippe (1902—1988), quien lanzó las etiquetas de su Chateau Mouton creadas por artistas como Picasso, Chagall, Soulages y más, recientemente, Jeff Koons (algo similar que aquí llevaron a cabo los Doménech y los Beckman). Phillippe no dudó en dejar el teatro de la Comédie—Francaise, donde era pensionista, para recuperar la gestión de los viñedos familiares. Eric de Rothschild, primo de David, gestiona el dominio del Cháteau Lafite Rothschild desde 1975 y preside en París el memorial de la Shoah.
Finalmente, en este tema de los Rothschild, todos son descendientes directos de James y su esposa Betty, que también fue su sobrina, con la que contrajo matrimonio en 1824. La muestra de la Biblioteca Nacional de Francia recuerda cómo el talentoso joven fue uno de los personajes clave que, junto a sus rivales, los hermanos Camono y los hermanos Pereire, convirtió a la Ciudad Luz es una de las principales plazas bursátiles. Antes de continuar con el tema de Celia Sitton, ojala (cuando lean estas líneas) ya hayan informado algo del misterio que rompe la felicidad de los Missoni, ya que Vittorio desapareció recientemente en una avioneta bimotor de la que se perdió el rastro en Venezuela. La suerte se ha roto. El hijo de Vittorio, su hermana Angela, el clan entero de los Missoni, están dispuestos a no perder la esperanza. Se trasladaron a Venezuela y recorrieron zonas en moto. O a pagar el rescate que unos hipotéticos secuestradores pudieran exigir. Lo que sea, con tal de rebobinar los días que faltan a 60 años perfectos de Vittorio. ¿Secuestro o accidente?
Celia Sitton, escultora ejemplar
EN UNA REUNIÓN que tuvo lugar en el Kazuma (en japonés, Caballo Veloz), constaté el poder de convocatoria de una artista mexicana, Celia Sitton, quien ya había logrado obtener un primer premio en una Bienal que tuvo lugar en Milán.
La escultora Celia Sitton
LAS ESCULTURAS DE CELIA están ubicadas en muchos espacios de México y en casa de Emilio Azcárraga Jean. Entre las que acompañaron a Celia: Frida Harari, ahora, de lleno en los documentales; Ramón Tamez, Marisol Moreno, Nora Beteta, Ricardo Rovira, Margarita Boy, Ana Adalid, Manrique Larios Moheno, Teresa Zermeño, Gina Ureta Moreno, Terry Guindi, Leticia Robles, Héctor Andrade Pioquinto, Marc Pariente y otros. Por último, Jazzamoart también recibió un homenaje de parte de Oscar Román. Hay que subrayar que Carlos Vargas y su equipo de colaboradores han logrado posicionar uno de los mejores feudos culinarios japoneses de la metrópoli mexicana. Y hasta la próxima, ¡abur¡
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